"¡Qué tal raza!", por Pedro Canelo
"¡Qué tal raza!", por Pedro Canelo
Redacción EC

Las redes sociales están catalizando una impostergable discusión sobre el racismo en el Perú que, con sus bemoles, creo que es muy positiva en el agregado. Digo con sus bemoles porque se ven excesos, como cuando se concluye apresuradamente que ha habido discriminación racial en un caso sin siquiera oír a todos los involucrados, como ocurrió la semana pasada cuando rápidamente se viralizó una acusación –aparentemente infundada- en contra de la Pastelería San Antonio.

Pero las redes son tan útiles para denunciar sin evidencia como para sepultar posteriormente a quienes lo hacen (Yehude Simon puede dar fe de ello). Idealmente, entonces, las falsedades se van depurando (aunque el daño en la reputación que sufren algunos no se elimine del todo) y algo se aprende de lo ocurrido (en el caso de las empresas, los riesgos de no responder una acusación de discriminación racial, hacerlo tardíamente o con falta de empatía).

Del mismo modo, así como circularon múltiples expresiones despreciables tras el deceso de la vocalista de Corazón Serrano Edita Guerrero, también se apreció una movida fortísima para condenar el racismo que aquellas entrañaban.

Dicho de otro modo, las redes sociales no solo le sirven de megáfono a los racistas, sino también a quienes condenan el racismo, y alegra ver que no son pocos los que asumen la responsabilidad de confrontar la discriminación racial, con ideas antes que con insultos, y procurando que haya debate antes que censura de opiniones.

Si para algunos lo único que cabe frente a expresiones presuntamente racistas es no prestarles atención (por ejemplo, cambiar de canal si no te gusta “La paisana Jacinta”), otros pensamos que debe haber siempre un espacio para discutirlas, sin promover necesariamente su prohibición. No se trata de expropiarle a cada quien su derecho de ver lo que quiera, sino de convencer que hay temas que merecen ser debatidos antes que ignorados.

Por ejemplo, la idea de que existen razas al interior de la especie humana no tiene sustento biológico alguno y existe recién a partir del siglo XV (justamente, en la época cuando se expandía el poder colonial europeo). Lo cierto es que todos pertenecemos a una misma especie que migró desde África Subsahariana.

Tu color de piel no tiene que ver con tu raza sino con cuán cerca de la Línea Ecuatorial vivían tus ancestros, pues es una respuesta evolutiva a la exposición al sol. En suma, las razas sí existen, pero solo como una construcción social cargada de prejuicios. En ningún caso definen la aptitud o dignidad de las personas.