MARCELA MENDONZ RIOFRÍO

Gozar haciendo los sueños realidad no es imposible. Al menos si el sueño incluye al famoso ratón y sus amigos. Basta apenas un poco de paciencia, una buena conexión a Internet y una pizca de espíritu aventurero.

Lo primero, sin ánimo de ofender a las agencias de viajes, es olvidarse de correr por un paquete prefabricado. Tampoco se trata de convertirse en mochileros. Lo que hace falta es comenzar a visitar portales de ofertas para viajar (Despegar.com o Atrápalo.pe, por citar un par de ejemplos) algunos meses antes de la fecha prevista para las vacaciones. Se sorprenderá con los precios que puede encontrar en hoteles e ingresos a los parques de Disney. Una vez que encuentre una oferta atractiva, puede verificar en Google u otros portales turísticos los comentarios sobre el servicio y ubicación del hotel, además de verificar si tienen alguna denuncia.

Si su presupuesto es sin límites, puede ahorrarse la labor de Poirot y reservar en el Hilton o similares el hospedaje, alimentación, movilidad y parques. A ese nivel la noche sale entre US$180 y US$450, cada almuerzo supera los US$45 por persona y el parque requiere US$150 al día. Pero también puede gastar tres veces menos sin penurias ni sobresaltos.

En enero –ni decir que era temporada baja– mi sobrina y yo nos alojamos en un hotel que costó US$30 la noche, conseguimos un pase de dos por uno para los parques y no necesitamos alquilar auto.

La higiene era adecuada, los baños incluían un fino jabón de hierbas, la piscina estaba impecable y las camas eran muy confortables. No tenía defectos ni en la decoración ni en el servicio. Eso sí, muy grande no era y los sillones de la recepción en las noches estaban siempre repletos de jóvenes conectados porque el Wi Fi no llegaba a los cuartos.

A esa tarifa, la mayoría de hoteles decentes está a unos 20 kilómetros del triángulo mágico donde se ubican todos los parques de Disney o Universal y, por lo tanto, es indispensable alquilar un auto. Sin embargo, con paciencia, puede encontrar hasta cinco ofertas ubicadas a menos de 5 km. De hecho, nuestro hotel estaba a 1,3 km de Universal y llegábamos caminando en menos de 15 minutos.

Para ir a visitar al adorable ratón y su séquito de princesas sí hubo más trajín, pero no fue tan grave como para perder el aliento. A la ida, cometí el error de tomar un taxi, el cual me cobró más que la noche de hotel (nada menos que US$35) por apenas unas cuantas vueltas.

A la regresada, ya en la puerta, indagué entre los choferes de buses privados y me explicaron que, en teoría, no hay forma de ir de un parque de Disney a un hotel de Universal “¡porque son rivales, señorita!”, pero en la práctica por supuesto que se podía. Solo tenía que tomar el bus verde, pagar US$5 y hacer tres transbordos sin volver a pagar. Es decir bajar en la siguiente estación, cruzar la pista al paradero contrario, esperar al otro bus verde y repetir la operación dos veces más. Nada menos ni nada más.

MANJARES MÁGICOS Resueltas la posada y la ida a los parques, queda el tema de la alimentación, el cual puede resultar bastante más económico de lo que se imaginan, sobre todo si no se es muy goloso.

Nosotras lo que queríamos era conocer el castillo del amado Potter, gritar con los descensos vertiginosos de las montañas rusas y suspirar soñando con las encantadas encantadoras. A eso habíamos ido. Y eso hicimos.

En cada parque existe la opción de sacar un ticket por US$20 que incluye un almuerzo y una cena, pero puedes gastar el triple si caes en la tentación de los provocativos algodones de azúcar, las apetitosas manzanas bañadas en chocolate y un largo etcétera de acarameladas delicias que te persiguen por todos lados, al puro estilo del paraíso donde Pinocho se descarrió.

Nosotras, ni bien llegamos a Orlando, fuimos a esas boticas que parecen supermercados e invertimos US$8 en desayunos (leche, cereal y plátanos), US$10 para frugales cenas de trasnoche (pan, jamón y macarrones) y otros US$10 en antojitos para el camino (snack, refrescos y chocolates). El almuerzo en los sitios lindos bordea los US$15 pero, aunque un día nos dimos el gusto de gastar US$25 en un suculento bife, la verdad es que la mayoría de veces nos bastó con una pizza de US$10 entre las dos.

Fue así como pudimos divertirnos de lo lindo gastando apenas US$100 en comidas, US$100 en alojamiento, US$50 en traslados y US$150 en parques. Eso quiere decir que bastaron US$500, incluidos souvenirs, muertos y heridos. Eso, claro está, además de los pasajes, que pueden canjearse con millas… Pero esa es otra historia.