Liderazgo: "¿Estás dispuesto a escalar tu propio Everest?"
Liderazgo: "¿Estás dispuesto a escalar tu propio Everest?"
Marcela Saavedra P.

Hace casi 25 años, Juan Sebastián Montes fue parte de la primera expedición chilena que puso los pies en la cima del Everest, a 8.848 metros sobre el nivel del mar, sin la ayuda de oxígeno artificial. Hoy comparte algunas de las lecciones de liderazgo que le dejó esta experiencia, como hizo esta semana en el foro Diálogos de Desarrollo, de Confiep y Seminarium.

—¿Escalar la montaña más alta del mundo es algo que cualquiera puede hacer? 
No toda la gente está dispuesta. La mayoría se mantiene en su zona de confort. Pero hay personas que buscan un impacto, los anima mover la barrera de lo posible. Y para aventurarse, hay que tener cuatro elementos. 

—¿Cuáles?
Estar dispuesto a asumir el costo, a manejar la incertidumbre. Los ejecutivos, los gobernantes, todos, tenemos que acostumbrarnos a vivir con la idea de que no tenemos los dados cargados y no sabemos cómo se va a comportar el futuro. También está el riesgo de no llegar a la cumbre. Ninguna de las tres expediciones de chilenos anteriores que fracasaron estuvo exenta de accidentes y en una hubo una muerte. Hay un riesgo real que no se debe tapar, hay que hacerse cargo. Pero también hay pasión. Debes convencerte de que algo vale la pena, que es importante que lo hagas ahora. 

—¿Cómo mantener la visión y el sentido de aventura si el cansancio y el riesgo minan en la escalada? 
Hay elementos que ayudan. Primero, no pretendas hacerlo solo. Es extremadamente costoso. La buena noticia es que no necesitas equipos de 30 personas. Trabajar en grupo permite aportar diversidad a la mirada de lo que hacemos. El otro elemento es la disciplina y el entrenamiento. 

—¿Y si cae la avalancha y se quiere tirar la toalla? 
Nosotros tuvimos avalanchas, pero nadie se puso a llorar. Al contrario, tienes que reponerte, armar el trazado. Tienes que ser más exigente. Ya abajo, si quieres, lloras, pero en el momento tienes que ser profesional y salir adelante. 

—Una vez que se conquista la cima, ¿cómo evitar que nos gane el ego? 
Ese es el gran problema de cualquier empresa o persona exitosa. El ego tiene una parte alumbrada que permite tener pasión y, por lo tanto, cualquier persona en un cargo de dirección necesita una cuota. Es el combustible, pero te puede quemar. Para controlarlo, se necesita un cable a tierra y, obviamente, el fracaso ayuda. Una historia sin fracasos generalmente es una historia pobre en experiencias. Por ello, hay que usar mecanismos contra uno mismo. 

—¿Cuál es el riesgo de mantenerse en la comodidad?
La aversión al riesgo es tremendamente peligrosa. Siempre hay otra montaña mejor que escalar. Entonces, tenemos que volvernos más flexibles y menos dependientes de lo que tenemos, pues se puede esfumar. Uno tiene que ser un poco paranoico, como dijo el creador de Intel. Eso transmite energía y vitalidad; sientes que hay un mundo que ganarse. Las empresas y las personas tienen que pensar siempre que tienen un Everest delante. 

—¿Tienes un nuevo Everest? 
Sí. A lo largo de mi vida los he ido cambiando. Actualmente relanzo mi carrera académica, soy consultor en EE.UU. Todos necesitamos un Everest. Ahora, una vez que lo subes, tienes que matarlo. No puedes seguir enganchado, es ya tu pasado, por más glorioso que sea. Uno es tan bueno como su próximo proyecto.

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