(Foto: El Comercio)
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Redacción EC

Desde que el Perú inició en la década de los 90 su proceso de apertura económica y financiera hacia el mundo ha firmado numerosos , logrando que casi todo su intercambio comercial se realice libre de aranceles. Incluso hoy, seguimos negociando acuerdos de este tipo con economías emergentes tan importantes como o con la firme convicción de que ello aportará a nuestro desarrollo económico y social.

No se puede negar que esta política ha tenido un impacto positivo en los indicadores macroeconómicos. Las exportaciones peruanas han aumentado exponencialmente hasta alcanzar cerca de US$45 mil millones en el 2017.

Pero también ha tenido un impacto negativo que debería preocuparnos. En el mundo académico hay voces que alertan de una tendencia que se inició hace décadas y que estaría vinculada al proceso de apertura: la desindustrialización.

El destacado economista Dani Rodrik ha observado este patrón en muchas naciones y la ha llamado la “desindustrialización prematura”, proceso por el cual economías en desarrollo se están convirtiendo en economías de servicios sin haber tenido una experiencia adecuada de industrialización. América Latina es la región que más se ha visto afectada en este aspecto por la apertura comercial y la globalización.

Así lo demuestra el reciente estudio de la Cepal “Políticas industriales y tecnológicas en América Latina”, en donde se evidencia que “en las dos últimas décadas, el modelo de crecimiento de la región se ha destacado por un aumento de los servicios en el valor añadido total en detrimento de la industria”.

Este proceso ha estado más marcado en economías como la brasileña, argentina o chilena, en donde se observa un aumento de la especialización en productos básicos, manufacturas basadas en recursos naturales y servicios de baja productividad. ¿Pero es necesario pasar por un proceso de industrialización para alcanzar el desarrollo?

La evidencia empírica demuestra que existe una correlación positiva entre las economías que muestran una estructura productiva sofisticada y diversificada y aquellas con altos niveles de ingreso per cápita. Los informes de la ONU para el Desarrollo Industrial así lo ratifican.

Casi ningún país se ha desarrollado sin industrialización, y las economías de rápido crecimiento tienden a impulsar sectores manufactureros de alta expansión.La desindustrialización prematura, señala Rodrik, reduce el potencial de crecimiento económico y las posibilidades de convergencia con los niveles de ingreso de las economías avanzadas. Y la manufactura tiende a ser tecnológicamente el sector más dinámico.

Las naciones que muestran alta concentración de su estructura productiva, sobre todo en sectores primarios, como el caso peruano, no solo muestran menor potencial de crecimiento, sino que son más vulnerables a los cambios en el contexto internacional.

Quizá sea tiempo de hacer un balance de los beneficios que han tenido los acuerdos comerciales, y focalizarnos en aquellos que nos convienen más. Una apertura con inteligencia velando por nuestros intereses.

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