dogecoin
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Redacción EC

Según , el , uno de los clubes más populares y valiosos de toda la historia del fútbol, vale aproximadamente 2.000 millones de euros. Dogecoin, una inventada en 2013 por Jackson Palmer, trabajador de Adobe, tiene ya cinco años de existencia y ha ido aumentado su valor hasta llegar a una capitalización global de 2.000 millones de euros, según informó la .

Palmer creó esta criptomoneda como respuesta a la fiebre de los bitcoin. Para bautizarla, utilizó la imagen de un meme llamado ‘doge’, un simpático perrito de la raza shiba inu que es famoso por su cara entre seria y alucinada que normalmente suele aparecer rodeada de frases como ‘wow’, ‘mucho verde’, ‘muy perruno’.

Dogecoin no ofrece ningún tipo de ventaja tecnológica respecto a Bitcoin. Si la criptomoneda más famosa del planeta por lo menos tiene detrás una tecnología revolucionaria –el sistema blockchain y el minado-, el dogecoin es pura y llanamente una broma. Ni siquiera tiene el apoyo de su creador, ya que Palmer se desentendió del proyecto en 2015. Pero aún así, su cotización no ha hecho más que subir. 

Su creador no asignó ningún valor a la criptomoneda. Es el propio mercado el que decide por cuánto decide intercambiar una divisa virtual por una divisa tradicional, como en casi cualquier otra criptomoneda. Como buena broma que era, durante los primeros meses cualquiera podía generar sus propios Dogecoin o adquirirlos por decénas de milésima de euro.

MULTIPLICACIÓN POR SIETE

Durante la última semana el precio del Dogecoin se ha multiplicado por siete, sin mayor motivo aparente ni cambio en la tecnología o aceptación por parte de algún nuevo mercado. Su creador no oculta su preocupación: “creo que dice mucho del espacio de las criptomonedas que una moneda con un perro dibujado que no ha sido actualizada en más de dos años supere los mil millones de valoración”.

A fecha de hoy se han generado un total de casi 113 mil millones de Dogecoins, que al superar la barrera del centavo de dólar por unidad sorprendía a todos y superaba los mil millones. Este súbito ascenso ha atraído a otros inversores que procedieron a doblar el precio con su apetito por comprar en espera de que siguiera subiendo. 

¿Seguirá subiendo? ¿Volverá a caer un 90%? ¿Será finalmente aceptado por alguna tienda online? Quién sabe. Pero Dogecoin ejemplifica muy bien en 2018 los problemas de las monedas virtuales, justo como su autor quiso hacer en 2013.

Dogecoin sirve como muestra de los excesos de la comunidad inversora en criptomonedas, en la que muchos parecen estar más pendientes de hacerse ricos que en la tecnología detrás de las mismas, de su potencial y del impacto real en la sociedad. Quizá también, como dice el refrán, Dogecoin tenga un valor inesperado: “no soy un completo inútil, al menos sirvo de mal ejemplo”.

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