Dani Rodrik (Foto: Difusión)
Dani Rodrik (Foto: Difusión)
Luis Fernando Alegría

, uno de los economistas más influyentes de todos los tiempos y profesor de la escuela de gobierno de Harvard, estuvo en Lima participando del XVIII Seminario anual de investigación CIES, patrocinado por El Comercio, y contó su visión de la agenda pendiente para avanzar en productividad.

 ¿Por qué hoy en día elevar la productividad en los países se hace cada vez más complicado?

La paradoja es que tenemos gran innovación en tecnología, robótica y digitalización, pero, si miramos a los países más avanzados, tienden a afectar a una parte muy pequeña de la economía. Los historiadores económicos dicen que esto es muy distinto a las fases iniciales del desarrollo tecnológico, en que las ganancias de productividad afectaban muchas más partes de la economía. Hoy las dificultades de industrializarse para los países de ingresos medios y bajos son un viento en contra importante.

La receta tradicional parece estar alineada con mejorar en los ránkings de productividad. ¿Es acertado?

Creo que los remedios estándar en los que se piensa cuando se habla de incrementar la productividad están incompletos y no son de mucha ayuda. Si tomas el reporte sobre productividad, tienes que mejorar en innovación, capital humano, mejorar instituciones, infraestructura. Y sí, por supuesto, pero eso es una agenda tan amplia y ambiciosa que es como decir: “para hacerte más rico, primero tienes que ser rico”. Así que eso no es de mucha ayuda.

Pensando en el Perú, ¿hay espacio para industrializarnos?

Desafortunadamente no es un camino que esté abierto para el Perú u otros países de ingresos medios. Perú ya está más allá de la etapa en que puede fomentar la industrialización; y no creo que reindustrializar sea una tarea factible. Esa es la dificultad que creo que los países como Perú enfrentan: ninguna de las dos recetas principales es factible.

Entonces, ¿en qué línea podemos avanzar?

Eso nos deja en un mundo nuevo, donde no hay recetas establecidas y la única forma que se me ocurre para avanzar es moverse en una manera no ideológica y muy pragmática de trabajar junto al sector privado de una manera muy desagregada, sector por sector. Creo que eso es un marco mental maestro que se necesita aplicar en cualquier economía que enfrenta el reto de productividad. En la medida de lo posible quieres mejorar la escolaridad, infraestructura, instituciones, pero tienes que entender que esos son procesos de muy largo plazo, no puedes hacer todo a la vez y, encima de todo, tienes que tener un enfoque de diálogo y colaboración con el sector privado.

Pero hay quienes piensan que políticas de este estilo, como el plan de diversificación productiva, son "intervencionistas". ¿Qué les diría?

Es totalmente diferente. Creo que el gobierno activamente interviniendo es tan malo como un gobierno diciendo que va a dejar al sector privado solo. Todos los casos de éxito, en particular los asiáticos, se basan en un tipo de colaboración pragmática en que el gobierno está presente pero no capturado por el sector privado. Es encontrar la distancia adecuada, la relación adecuada. Creo que en un país como el Perú ya se ha invertido una cantidad significativa de tiempo y reformas para alejarse de las estrategias intervencionistas, así que es el momento de usar esa credibilidad para establecer un nuevo tipo de policy making. No creo que se deba convertir esto en una batalla ideológica entre el libre mercado versus intervencionismo, eso es un debate muy improductivo. Ninguno de los dos, por sí solo, funciona. Es un área de reforma como cualquier otra, en que los gobiernos deben aprender cómo hacerlas.

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