Juliaca: un aeropuerto para aterrizar en las nubes
Juliaca: un aeropuerto para aterrizar en las nubes

El Perú no solo es tierra de autopistas ganadas al abismo o de ferrocarriles cuyo trazo recuerda a un serpentín. Es también un país con aeropuertos que son un reto para los pilotos, porque están en medio de las montañas, como el Velasco Astete del Cusco, o porque están casi en el cielo, como el Manco Cápac de , nada menos que la puerta de ingreso a Puno.

Y es que despegar o aterrizar en un terminal aéreo como este implica un desafío para las aerolíneas, debido a que se ubica a 3.800 metros sobre el nivel del mar. Pese a que la tecnología de navegación aérea ha evolucionado a pasos agigantados en las últimas décadas, operar un avión a tamaña altura hace que los pilotos vuelen con restricciones de peso, lo que puede traducirse en menos pasajeros, menos carga o menos combustible, entre otras limitaciones, dependiendo de la nave.

Entonces, ¿por qué construir un aeropuerto tan arriba? La respuesta tiene que ver mucho con geopolítica. Puno no solo es la cuarta región más visitada por los turistas extranjeros [el lago Titicaca, el más alto del mundo, es un atractivo invaluable], sino que es parte de la frontera con Bolivia, un país que comparte cultura y comercio con el Perú. Por estas mismas razones, Juliaca es un polo comercial muy importante en la zona sur del país: precisa de un aeropuerto de todas maneras.

CATEGORÍA E HISTORIA

No es, por cierto, un terminal aéreo menor. Pese a su altura, tiene categoría internacional, y es la primera base alterna al aeropuerto internacional de La Paz, en Bolivia. De hecho, es el segundo más alto de Sudamérica, después del boliviano, precisamente. Además, cuenta con la pista de aterrizaje más larga de la región: nada menos que 4.200 metros de longitud.

En los archivos de la aviación comercial en nuestro país se tiene registro de vuelos a esta zona del altiplano entre inicios de los años 20 y finales de los 30. Se sabe, por ejemplo, que el italiano Enrico Rolandi voló en un biplano Ansaldo hacia 1921, y que la aerolínea alemana Lufthansa hizo rutas comerciales con cierta regularidad en 1935. Sí, Lufthansa, una firma que hoy, casi un siglo después, ya no opera en ningún otro lugar del país salvo en Lima.

Los tiempos han cambiado, evidentemente, no siempre para mejor. De todas formas, el concesionario del terminal, Aeropuertos Andinos del Perú (AAP), destaca que han acondicionado una sala VIP y han ampliado el área de recojo de equipajes, con nuevas fajas y servicios higiénicos. Y ahora están expandiendo el terminal de pasajeros. Con estas y otras mejoras, han logrado que el tráfico de viajeros se incremente 6% el año pasado sobre el 2013, llegando a los 375 mil pasajeros. Una base interesante para despegar.    

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