El Perú reportó un déficit fiscal equivalente al 3,2% del PBI en el 2017. (Foto: USI)
El Perú reportó un déficit fiscal equivalente al 3,2% del PBI en el 2017. (Foto: USI)
Paulo Pantigoso

No hay que desperdiciar una situación ventajosa con la cual nos toparemos –casi sin advertirla–, y por la cual desde afuera de nuestro Perú ya se nos aprecia mejor que desde adentro. Contados desde el término del cuarto trimestre de 1999 (y dado que el de 1998 disminuyó en 0,4%), al término del 2018 habremos cumplido 20 años de crecimiento consecutivo.

Cuando terminemos este año y considerando los estimados preliminares del para el tramo final del 2018 (cerca de 4% de crecimiento del PBI anual), nuestra nación habrá acumulado alrededor de 151% de crecimiento, habiéndose más que duplicado nuestra economía durante estas dos décadas.

Así, al término del 2018 el Perú será el único país dentro de la Alianza del Pacífico con crecimiento consecutivo del PBI en el período mencionado y nuestra tasa anual de crecimiento compuesto para estos 20 años habrá de ser la más alta con un estimado de 4,6% anual, versus los estimados de 3,7% para Chile y Colombia, y 2,1% para México.

En el 2008 que vio estallar la crisis financiera internacional, el Perú registró la tasa de crecimiento anual más alta en comparación con los países de la Alianza del Pacífico y de varios de los tigres asiáticos, al obtener un crecimiento de 9,1%, muy similar al de China (9,6%).

Y si de más comparaciones se trata, al término del 2018 se estima que Chile, Colombia y México acumulen 104%, 96% y 55% de crecimiento del PBI, respectivamente. Ante este importante hito por venir, resultará importante divulgar más este logro que conseguiremos próximamente. Somos un país diferente y de mucho mayor estabilidad vista desde afuera de lo que creemos y sentimos desde dentro.

Todo esto se refrenda con la disminución de la pobreza en ese mismo lapso de tiempo –de 54,8% a finales del 2001 a un estimado de 20,8% para finales del 2018–, y con obtener y mantener la segunda calificación de grado de inversión más alta de Latinoamérica desde el 2014, evaluada como “alta capacidad de repago”. Hace 20 años éramos evaluados tres peldaños más abajo, con “alta incertidumbre de capacidad de repago”.

Tomando en cuenta la reciente estimación del MEF, nuestro PBI habría crecido más de 4,4% en el primer semestre, y para este 2018 nuevamente estaremos punteando el crecimiento anual regional con alrededor de 4%. Además, se espera que la inflación se ubique en el límite inferior del rango meta del BCR y una de las mejores posiciones de deuda externa versus reservas internacionales regionales (cerca de 30%).

Tendremos también este año una pronunciada recuperación de la inversión pública (12%) y privada (5%), y de la manufactura. Por otro lado, de seguir con su ritmo actual de crecimiento, nuestras exportaciones superarían los US$52.000 millones anuales.

Dentro de los varios retos, la infraestructura, la recuperación de la presión tributaria y el racionamiento del gasto público son algunos de los desafíos de nuestra realidad nacional, además del mayor aprovechamiento de la Alianza del Pacífico, del camino a seguir para ser aceptado como miembro pleno de la OCDE, y del pronunciado divorcio de diálogo y planeamiento entre los ámbitos político y empresarial.

Toca, pues, no desperdiciar este “dulce”, ser obstinadamente predicadores de este logro que nos tocará vivir pronto, multiplicarlo siempre y muy por encima de nuestro crecimiento anual poblacional (1,0% según el INEI) y poder distribuirlo más y mejor

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