El otrora poderoso servicio postal
El otrora poderoso servicio postal

Probablemente usted no recuerde cuándo fue la última vez que haya escrito una carta a mano alzada y tenido que pasar por todo el proceso de envío (ponerla en el sobre, llevarla al servicio postal, pesarla, ponerle estampillas -o sellos- y echarla al buzón). Enviar cartas físicas es una actividad que prácticamente se encuentra en desaparición y con ella el sistema de correo otrora poderosa institución de las comunicaciones.

El se institucionalizó en el Perú en el siglo XVI, con la creación del Correo Mayor de Indias que otorgó a varias familias la organización y el monopolio del envío de mensajes. Este sistema fue usado hasta 1772 cuando la realeza, viendo las ingentes cantidades de dinero que generaba la movilización de envíos y mensajes, empezó a controlar directamente este servicio, estableciendo itinerarios de las travesías, nuevas tarifas de portes del correo y orientando las ganancias de este sistema al rey de España.

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En 1824 se le dio un nuevo impulso al sistema postal cuando se creó la Dirección Nacional de Correos, oficina que reclutó y formó el ejército de personas dedicadas al sistema. Ellos recogían las cartas, las clasificaban y las transportaban. El sistema ya contaba con un transporte que multiplicó por cuatro la posibilidad de envío: el tren. Para entonces el sistema seguía siendo un fuerte contribuyente estatal, al representar cerca del  7% de los ingresos obtenidos por el naciente Estado peruano.

Ya en 1861 la Dirección Nacional de Correos ingresó al sistema internacional al firmar numerosos convenios con los sistemas de otros países, en especial de la región. De esta época data la inclusión de los sellos postales, que es una práctica proveniente del sistema postal inglés.

El servicio postal se reestructuró en 1897, refundándose la Dirección Nacional de Correos, a su vez se dio el paso más importante, pues, el Perú formó parte de la Unión Postal Universal que permitía que una carta peruana llegara a cualquier rincón del mundo utilizando los sistemas postales de otros países, sin que ello demandara grandes gastos. No solo eso, también se construyó la Casa de Correos, que fue la central de operaciones de todo el sistema en el Perú. Debido a que el servicio de telegrafía había irrumpido en el mundo, en 1921 el Estado peruano concesionó a The Marconi Wireless de Londres la administración de todos los servicios postales, telegráficos y radiotelegráficos del país, convenio que duró hasta 1968, año en que el Estado retomó el control del sistema postal.

El correo fue una industria mundial cuyo control en el siglo pasado fue 100% estatal en la mayoría de países, pues a través de las estampillas y de los impuestos al servicio postal los estados solían agenciarse de ingresos no solo para atender este servicio sino para otros sectores económicos. El servicio postal además demandaba una fuerza laboral significativa en el mundo. En el Perú, en 1982 se estimaba que había cerca de 15 mil personas vinculadas al sistema, directa e indirectamente, mientras que las cartas se contaban por millones y por supuesto el sistema representaba ingresos significativos para el Estado.

La Dirección General de Correos ejerció durante 75 años el monopolio del servicio postal, hasta que en 1991 el gobierno del presidente Alberto Fujimori autorizó la libre actividad empresarial en este rubro y permitió la operación de otras empresas. Así, la Dirección General de Correos se mantuvo como un ente rector del servicio postal, mientras que el Estado en 1994 creó , que fue la empresa pública encargada de los activos y operaciones de la Dirección de Correos, la cual debía competir con otros servicios postales y de mensajería. Para ese año, la tecnología, con los correos electrónicos, ya hacía su ingreso de manera contundente y el servicio postal se redujo a tal punto que la vieja Casa de Correos empezó a ser un lugar fantasma, a la que el Estado tuvo que buscarle otro uso.  

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