"Dada la experiencia previa, la falta de información y la parsimonia con la que se toman decisiones en el Ejecutivo, pareciera que estas no responden a un proceso reflexivo". (Foto: PCM)
"Dada la experiencia previa, la falta de información y la parsimonia con la que se toman decisiones en el Ejecutivo, pareciera que estas no responden a un proceso reflexivo". (Foto: PCM)
María Rosa Villalobos

Nadie le ocasionó un incendio al señor Héctor Valer, como él lo manifestó de manera rabiosa. La denuncia que tantas veces se mencionó en medios y redes sociales habla por sí sola. Nadie, y menos un servidor público como lo es el presidente del Consejo de Ministros, debe minimizar actos de violencia de manera descuidada y bochornosa como lo hizo el congresista Valer.

Su llegada a Palacio de Gobierno no fue del todo inesperada. Y es que, el 2 de febrero contó que tuvo una primera reunión con el presidente Pedro Castillo hace 15 o 20 días. Aunque en este primer encuentro no se habló sobre la posibilidad de reemplazar a Mirtha Vásquez, en las siguientes reuniones la relación fue afianzándose.

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Así, se entiende que el presidente Castillo tuvo algo más de una semana para pensar en los perfiles que lo acompañarían en el tercer capítulo de su Gobierno, que al 1 de febrero (día 188 de su mandato), ya sumaban 41 ministros nombrados y 22 cambios. A luz de la coyuntura, uno no puede evitar preguntarse: ¿cómo llegamos a esto? Con escasas excepciones, la terna del Gabinete Valer tenía mucho por demostrarle a los peruanos. Lamentablemente, Wilber Dux Supo, convocado para desempeñarse como ministro del Ambiente, tomó un camino equivocado. En un alarde innecesario de poder, detuvo la atención al público de un local de la RENIEC por su sola investidura; y del derrame de La Pampilla en Ventanilla, nada.

Aunque vago, el mensaje brindado el viernes por el presidente Castillo nos dio a entender que el señor Valer no continuará al frente de la Presidencia del Consejo de Ministros. No obstante, no se tiene claro aún si Supo o sus colegas ministros continuarán en sus cargos.

Cada vez se hace más evidente que sería pedirle peras al olmo que el Gobierno tome responsabilidad por su proceso de aprendizaje. De hecho, dada la experiencia previa, la falta de información y la parsimonia con la que se toman decisiones en el Ejecutivo, pareciera que estas no responden a un proceso reflexivo, sino a un profundo desorden interno que se agudiza conforme pasan los meses. En lo que va del Gobierno, se ha cambiado de ministros cada cuatro días, aproximadamente. Tener ministerios, viceministerios y entidades gubernamentales en general sin cabeza ni gestores son lentitud económica para el país.

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