**JULIO ESCALANTE/DÍA_1*

El 13 de junio el presidente Ollanta Humala asistió a la ceremonia de aniversario de la Sociedad Nacional de Industrias (SNI) y les dijo a los empresarios que el Plan Nacional de Desarrollo Industrial Inclusivo estaba en marcha y que el reto era generar productos con valor agregado y mirar hacia las regiones.

Algunos empresarios esperaban medidas concretas. Otros reconocieron en el discurso del presidente que algo se estaba avanzando. Hoy la ministra de la Producción, Gladys Triveño, dice que este plan estará listo antes de fin de año.

Este proceso ha comenzado con la revisión de planes de diversos países, que han tomado varios años en consolidar a sus industrias. “Un tiempo que el Perú no tiene”, dice Triveño. La forma de reducir esa brecha consistiría en atraer empresas extranjeras que inviertan y transfieran ese conocimiento al sector. Y entonces surge el reto de cómo resultar más atractivo, por ejemplo, que Colombia o Chile.

“¿Si quiero invertir en la sierra, cómo saco mi producto? ¿Qué hago para que llegue a los mercados? Un plan nacional debería resolver este tipo de preguntas”, dice Luis Salazar, presidente de la SNI. Está claro que si en una zona no hay conectividad ni servicios básicos, no hay posibilidad de que llegue cualquier tipo de industria.

Pero, ¿es necesario tener un plan industrial? Las personas consultadas coinciden en que donde hay industria se reduce la pobreza, que la industria genera empleos de calidad y que la economía estará lejos de ser próspera si no genera productos con valor agregado. Entonces, se necesita un marco que defina políticas promotoras.

No es casual que Alemania, el país más fuerte de una Europa en crisis, tenga una estructura al servicio de las actividades productivas. “Lo peor que le pasaría al Perú sería no iniciar esta discusión ahora”, dice Fernando Villarán, ex ministro de Trabajo y decano de la Facultad de Ingeniería y Gestión de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya.

DECISIONES A LA MEDIDA Por ahora, el Ministerio de la Producción y el Ministerio de Economía y Finanzas coordinan el diseño del plan industrial, pero las tareas y evaluaciones están repartidas también en otros ministerios y en algunas entidades como Ceplan y la Sunat. La ministra Triveño dice que se está discutiendo al interior del Ejecutivo qué tipo de incentivos se necesitan.

“A lo mejor, para comenzar, quizá solo garantizar el acceso a terrenos o dar facilidades para conseguir permisos y licencias. Antes de decidir por incentivos fiscales, pensamos en incentivos que apunten a la capacitación de la mano de obra o que el Estado reconozca los gastos en investigación”, añade.

Como nunca antes los industriales y el Ministerio de la Producción han mantenido este año una comunicación fluida. Es así como se ha podido evaluar la situación de las diversas industrias y encontrar 69 obstáculos que están en camino de ser resueltos, aunque a veces haya largas reuniones solo para corregir un reglamento.

El paquete de medidas presentado por el ministro Luis Miguel Castilla hace un par de semanas va en esa dirección: allanar el terreno para agilizar inversiones, sancionar a la burocracia, acompañar el crecimiento de las pymes y otorgar crédito fiscal para quienes capaciten a su personal. “El foco del plan industrial es promover la creación de valor y no necesariamente los incentivos fiscales crean valor”, dice Triveño.

Fernando Villarán considera que la simplificación de trámites o la eliminación de barreras burocráticas son medidas ‘light’. Una que de verdad impactaría en la industria, en opinión de Villarán, sería tener una institución financiera estatal sólida que destine recursos con una tasa baja y a largo plazo para que las empresas financien nuevos proyectos, estudios de factibilidad y hasta la construcción de una planta.

“En Chile o Brasil no hubiera sido posible el desarrollo industrial sin estas instituciones; en cambio aquí tenemos a Cofide que es una entidad sin poder ni recursos”. Villarán afirma que los estados eficientes en el mundo favorecen al sector privado y que el Perú está en capacidad de asumir el riesgo de financiar industrias. “Las empresas pueden ganar diez veces más con créditos que con la reducción de impuestos”, alega.

El presidente de la SNI declaró semanas atrás que el impuesto a la renta debería pasar de 30% a 20%. Hoy aclara que pedía que esto afecte a todos los sectores productivos, no solo a la industria. Sin embargo, Salazar está convencido de que, aunque necesaria, pensar en una reducción de la presión tributaria ahora es algo lejano porque el Estado tiene metas de recaudación.

Lo que sí es urgente, dice, es enfrentar el ingreso de productos subvaluados y sancionar puntualmente a aquellos que hacen trampa. Pero sería un error pensar en la protección del mercado. “No debemos volver a temas del pasado. Por ejemplo, Brasil ha logrado que su industria crezca, pero ahora tiene problemas porque es un país muy protegido”.

Con la mira puesta en aprovechar los acuerdos comerciales, Juan Carlos Mathews, director de la maestría en Negocios Globales en la Universidad del Pacífico, dice que se requiere más oferta exportable y que eso implica desarrollo industrial.

Mathews propone incentivos financieros, tributarios o de otro tipo, orientados a fomentar modelos como los consorcios –que generan ventajas en cuanto a capacidad negociadora, economías de escala, desarrollo de marca– o los joint ventures, que permiten transferencia tecnológica de socios extranjeros hacia los socios locales.

El informe “Industrialización, ¡ahora!” de la consultora Pro Expansión remarca que el Perú produce muy poco de lo que sus socios comerciales importan. Para cambiar eso “es necesario tener un ecosistema capaz de atraer el conocimiento productivo, acumularlo y multiplicarlo”.

SE BUSCAN PARQUES Más de la mitad de la industria nacional está concentrada solo en Lima y el resto en ciudades de la costa. Se busca cambiar ese panorama, pero no se podría empezar por las zonas más pobres del país y que no tienen industria, sino por las que ya presentan mejores condiciones.

Hacia ese camino apuntan el desarrollo de *corredores logísticos *a cargo del Ministerio de Transportes, los proyectos de conectividad energética del Ministerio de Energía y Minas y los de saneamiento del Ministerio de Vivienda. “El plan industrial es multisectorial”, dice Triveño.

Es seguro que este se enfocará en priorizar algunas industrias, aunque también cabe la posibilidad de que se agrupe a varias en un sector más amplio como, por ejemplo, materiales. En Arequipa y La Libertad ya se han identificado zonas para iniciar parques industriales. “Cualquier medida promotora de la industria debe venir con una agenda de desarrollo”, sugiere Salazar.

Para desarrollar una ciudad o región en Asia, el Estado da terrenos y financia las fábricas a cambio, por ejemplo, de metas de creación de puestos de trabajo. La mira del Ejecutivo parece estar puesta en que lleguen a estas zonas empresas anclas que sean las que habiliten los espacios industriales a cambio de concesiones o de obras por impuestos.

Pero también hay zonas donde ya existen capacidades instaladas y beneficios tributarios que no se han desarrollado, como es el caso de la selva para la madera certificada. “Hay la posibilidad de desarrollar un parque industrial ecológico en Pucallpa para el sector madera. Tenemos el terreno y hay un mercado para eso”, dice Triveño.

Ahora, buena parte de los terrenos del Estado está en manos de los gobiernos regionales. Varios de ellos tienen el interés de generar polos productivos, pero no ostentan proyectos consistentes aún. Por eso están recibiendo asistencia técnica del Ministerio de la Producción para el diseño de los parques.

En ese sentido, Alfonso Núñez, profesor en la maestría en Project Management de la Universidad ESÁN, dice que el plan industrial debe orientar los esfuerzos hacia el crecimiento de las actividades de investigación, desarrollo e innovación (I+D+I). “Por ello, una medida debería ser que todas las deducciones por gastos en inversión para investigación y desarrollo no tengan tope de reintegro”.

El desarrollo industrial tiene tiempos de maduración largos. “Para que una industria se consolide puede tomar de ocho a diez años”, dice Luis Salazar. Se necesita planificar y construir paso a paso, pero entendiendo cómo funcionará una ciudad que puede ser un polo industrial.

Un plan tiene que estar vivo en el tiempo e ir sumando medidas, pero lo importante es tener una base inicial de trabajo. Esperemos que las medidas no queden como buenas intenciones. Lo que logre el plan dependerá de cómo se ejecute.