(Ilustración: Antonio Tarazona / El Comercio)
(Ilustración: Antonio Tarazona / El Comercio)

En los últimos años, el concepto de “” ha evolucionado hacia una visión empresarial, dejando atrás la tradicional visión asistencialista que se le asociaba.

Por eso los profesores Vicente León y Matthew Bird, de la Universidad del Pacífico, iniciaron una investigación que recoge los conceptos más recientes sobre la filantropía y ensaya una aproximación cuantitativa a la magnitud de las actividades que realiza en el Perú. 

El estudio “Hacia una nueva filantropía en el Perú” consistió en una encuesta a 157 organizaciones filantrópicas y de inversión social. Si bien casi dos tercios de la muestra se concentraron en Lima, se abarcó también a las 8 ciudades más grandes del país.

LOS HALLAZGOS

En conversación con El Comercio, León destaca que las entidades filantrópicas son predominantemente jóvenes, con más del 50% creadas después del 2000 y que de estas la mitad fueron creadas después del 2010. Pero justamente en la medida en que son entidades nuevas se encuentran abiertas al cambio.

Además, aunque tienen un fondo promedio de US$600.000, la mediana es de solo US$124.000. Eso reduce el impacto de las intervenciones, pues para lograrlo se necesita escala, es decir, capacidad de replicar las experiencias positivas. 

Asimismo, Por otro lado, León llamó la atención sobre el hecho de que al pensar en poblaciones vulnerables las atenciones se concentren en los niños, pero sin mirar otros grupos como adultos mayores, adolescentes o jóvenes en situación de riesgo o poblaciones LGTB, entre otros.

Lo destacable es que la visión de la filantropía como caridad está migrando hacia una de desarrollo de capacidades y sostenibilidad, lo que se logra reorientando las actividades hacia la capacitación de los beneficiarios.

La nueva visión de la filantropía es que puede ayudar a cerrar brechas mediante el uso de recursos privados con fines públicos. En esa línea, no es necesario que quien quiera participar en actividades filantrópicas tenga que realizar desembolsos monetarios o aportar materiales. Basta tener disposición.

Sin embargo, un último tema a tener en cuenta es que casi la cuarta parte de las entidades que participaron en el estudio manifestaron no realizar ningún tipo de coordinación con entidades del Estado ni con sus pares. La coordinación de esfuerzos debe ayudar a priorizar el uso del tiempo y los recursos hacia las actividades en las que estas organizaciones quieran enfocarse .

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