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Refinería de Talara
Manuela Zurita

Hoy hace cien años sucedían muchas cosas en el mundo, pero sobre todo la Primera Guerra Mundial: los alemanes "sentaban pie" en la primera línea de defensa francesa; y los "yanquis" se preparaban para atacarlos en el Viejo Continente, afirmando que asegurarían la vida de sus oficiales, soldados y marineros. Este era el tema de portada, matutino y vespertino, de El Comercio aquel 2 de julio de 1917. También polemizaba la muerte del expresidente boliviano Manuel Pando, sobre la cual se sospechaba una emboscada perpetrada mientras regresaba a La Paz tras visitar su pueblo natal, Luribay. Una breve aguafuerte limeña ("El amanecer en un tambo") completaba las crónicas, junto a avisos como la llegada a la capital de un capitán que había participado de la construcción en una carretera en Puno. Pero nada se decía - ni en las ediciones de los días siguientes y subsiguientes- de un hecho mínimo, sobre el cual se gestaría la industria petrolera peruana y desencadenaría hitos trascendentales para el país: la International Petroleum Company (IPC) junto a un grupo de trabajadores talareños ponía en servicio una batería de cuatro alambiques de destilación de petróleo en Piura. 

La compañía -filial de la canadiense Standard Oil- había comenzado a operar los yacimientos La Brea y Pariñas en 1914 y la capacidad de procesamiento de los equipos que acababa de instalar permitían refinar 10 mil barriles de petróleo diario, aproximadamente un cuarto de lo que hoy produce el país, una quinta parte de la demanda actual. Así, el complejo industrial que devendría en la comenzaría a crecer. En 1926, año en el que "lluvias interminables" afectaron la costa peruana, desde Tumbes a Ica, como describió el historiador Jorge Basadre, la IPC instalaría cuatro Unidades de Craqueo Térmico. En 1929 instalaría la planta de destilación de lubricantes y en 1938, la de asfaltos. 

A mediados de siglo, en 1954, comenzó a operar la actual Unidad de Destilación Primaria con una capacidad de 45 mil barriles diarios, que ampliaría a 62 mil en 1962. Dicho impulso privado de modernización quedó trunco cuando en octubre de 1968 dio un golpe militar contra el gobierno de Fernando Belaunde, en el que el complejo industrial tuvo un rol decisivo, recordó César Gutiérrez, ex presidente de Petro-Perú. En efecto, Velasco ordenó la expropiación del complejo el 9 de octubre de ese año, seis días después del golpe. La desaparición de la “página 11” del contrato con la IPC, que definía los márgenes del negocio, detonó el golpe, señaló Gutiérrez, tras agregar que tanto la nacionalización como la implementación de una reforma agraria habían sido promesas de campaña incumplidas de Belaúnde. "No hay reales evidencia de que la página 11 existió. El gobierno militar lo usó [el argumento] como excusa para derrocar al gobierno de Belaúnde", relativizó Carlos del Solar, ex presidente de la Sociedad Nacional de Minería Petróleo y Energía (SNMPE).. A la expropiación, le siguió el 24 de julio del año siguiente -cuatro días después de que el hombre pisara la Luna- la creación de la empresa estatal .

DEL ESTADO 
Así, en 1975 -durante el recién iniciado gobierno de facto del coronel Francisco Morales Bermúdez- la refinería instala el actual Complejo Catalítico, con dos unidades de destilación al vacío y de craqueo catalítico, con una capacidad de procesamiento de 29 mil y 19 mil barriles de crudo diarios, cada una. La decisión de inversión fue tomada dos años después de la primera gran crisis internacional del petróleo, en la que la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) bloqueó por seis meses la venta a los países occidentales, desatando olas de inflación y desempleo, especialmente en Estados Unidos y Europa.

La década del 90 para la refinería partió con el cierre de las operaciones de producción de fertilizantes y negro de humo y solventes tras la privatización de activos de Petro-Perú como la refinería de La Pampilla (hoy operada por Repsol) por parte del gobierno de ex presidente Alberto Fujimori. A juicio de Carlos del Solar, la capitalización debió alcanzar también a la empresa y la refinería. "Fue un error privatizar solo el upstream. Petro-Perú es una empresa ineficiente", afirmó. Durante esos años se instaló el actual Muelle de Carga Líquida, que permite el embarque de los productos al mercado nacional e internacional, destaca la empresa estatal.

Nuevos cambios tecnológicos tuvieron lugar en el complejo en los 2000, pero quizá el punto de quiebre del proyecto en el siglo XXI haya sido la iniciativa de ampliarla y modernizarla para reducir los elementos contaminantes del aire de los combustibles refinados. La propuesta surgió a raíz de una ley emitida durante la presidencia de Alejandro Toledo, que buscaba mejorar la calidad del aire, contó Gutiérrez, quien asumió la presidencia de Petro-Perú en el 2006, el mismo año en que el economista ancashino dejaba el poder. Cuando se alejó del cargo en el 2008, dejó listos los modelos de los contratos para implementar las mejoras.

UNA REFINERÍA MODERNA
En efecto, el objetivo de reducir las partículas de azufre de los combustibles sigue vigente en el nuevo plan de inversión en el Proyecto de Modernización de la Refinería de Talara (PMRT). Según Petro-Perú, el PMRT producirá diésel 2 que será 40 veces más limpio y combustibles con bajo contenido de azufre (50 partes por millón).
Los cambios regulatorios preocupan al directorio de Petro-Perú que lidera desde diciembre pasado Luis García Rosell, quien sabe que más antes que temprano el gobierno fijará parámetros más exigentes a los actuales para las emisiones industriales, lo que podría devenir en un eventual cierre de la planta y un impacto determinante en la solvencia de la compañía, para la que representa por año unos US$300 millones.

La expectativa económica detrás de la decisión de modernizar la operación es que dicha utilidad se duplique una vez que la nueva refinería – que aumentará la producción a 95 mil barriles por día – comience a operar en el 2021. Pero – como es de conocimiento público- dicha estrategia ha sido cuestionada debido al progresivo incremento del costo del proyecto. Este partió en el 2008 con un estimado de US$1.334 millones, calculados en los estudios de ingenieras conceptual, a los actuales US$5.400 millones, asociados a la inversión en equipos adicionales, mayores niveles ee detalle en la ingeniería, un cambio de modelo de negocio en las unidades auxiliares y gastos financieros generados por demoras en la ejecución del proyecto.

Su conveniencia ha sido asimismo criticada, en un contexto global de desplome del precio del petróleo (en poco más del 50% del valor de hace una década) y de desinversión local en exploración y explotación. Pero también en el marco de los requerimientos de capital (US$6.400 millones) que demandará hacia el 2020 la reconstrucción de los activos afectados y destruidos por el Niño costero del verano pasado, “lluvias interminables” de las que el proyecto ya había sido fue testigo.
El 12 de junio pasado Petro-Perú emitió bonos en el mercado internacional por US$2.000 millones sin garantía del Estado para estructurar el financiamiento en dos tramos de 15 y 30 años. Dicho monto supone el 1% del Producto Bruto Interno actual del Perú, explicaron analistas. García Rosell ha señalado que dar de baja el PMTR – y los contratos ya firmados para su construcción- sería más costoso que continuarlo.

EN PERSPECTIVA
¿Qué rol tendrá la refinería una vez en marcha para la economía? Al respecto, Carlos del Solar, ex presidente de la Sociedad Nacional de Minería Petróleo y Energía (SNMPE), indicó que hará que el país posea una mayor capacidad de procesamiento de combustibles a la requerida, toda vez que su principal competidor, La Pampilla de Repsol (con 100 mil barriles diarios) a fin de año prevé incrementar el volumen de gasolinas bajas en azufre. “Con la refinería la capacidad de refinación del país va a ser más de 200 mil barriles diarios y la producción local llega a poco más de 40 mil barriles. Entonces, ¿para qué hacemos la refinería?”, cuestionó.

En ese sentido, Del Solar dijo que de no promoverse la exploración petrolera local con un renovado régimen de regalías ligado al precio actual del barril de crudo, el país deberá seguir importándolo. Aún así, el ingeniero está en contra del proyecto, ya que “no le ve sentido económico”. “No la necesitamos. Necesitamos invertir los dineros públicos en obras de infraestructura que son más importantes”, dijo. Recordó que el déficit se aproxima a los US$50.000 millones.

En cambio, para Beatriz de la Vega, socia experta en hidrocarburos de EY, el proyecto sí es válido. “La producción (actual) de petróleo es bajísima, pero lo requerimos para abastecer la demanda interna en el corto o mediano plazo, ya que no hay otras formas de energía”, apuntó, tras ser consultada sobre la oportunidad del PMTR ante el advenimiento de nuevas formas de energías, en particular, renovables.

Al respecto, De la Vega comentó que se espera un cambio de matriz energética global en unos treinta años y que en el entretanto – en la carrera por el hallazgo de fuentes costo-eficientes- se maximizará la explotación de crudo. “En el futuro, la aspiración es a buscar alternativas al petróleo, pero en mi opinión el Perú está más atrasado [en esto]”, sostuvo.

Así, envuelta otra vez en una controversia, la refinería de Talara llega a los cien años de vida.

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