El Gobierno promulgó reglamento de Ley del Servicio Civil
El Gobierno promulgó reglamento de Ley del Servicio Civil

En el discurso presidencial del 2013, uno de los temas centrales fue la reforma del servicio civil, a cargo de Servir. Si bien aplaudo la intención del Gobierno de emprender esta reforma, considero que existen algunos problemas de fondo con la misma.

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El primer problema es que la reforma del servicio civil se focaliza en mejorar el insumo (el empleo estatal) con la esperanza de  mejorar así, el producto final (los servicios que presta el Estado), lo cual no es necesariamente el camino más corto ni el más efectivo para la mejora de los servicios del Estado.

Peor aun, propone mejorar un único insumo -el empleo público- olvidando que la producción de servicios estatales de calidad requiere, además de un empleado público bien remunerado, de tecnologías de información y comunicaciones e infraestructura física adecuada. Qué va a ocurrir cuando la reforma del servicio civil culmine, ¿se buscará crear un para tecnología y otro de infraestructura?

Un segundo problema con la reforma del servicio civil es que busca homogeneizar lo que por naturaleza es heterogéneo. El trabajo, y no me refiero solamente al servicio civil, es de distinta calidad y productividad, y en consecuencia, la remuneración no puede encuadrarse entre un rango máximo y mínimo.

En el sector privado, esto equivaldría a regular el rango máximo y mínimo del salario de una misma función, por ejemplo, la que cumplen los gerentes generales. Sin embargo, el trabajo no es homogeneizable. El propio Servir ha tenido que dar un tratamiento especial a entidades de menor escala y, finalmente, entidades del propio Estado, como la , el y el Congreso abandonaron la “reforma” antes de que esta empiece, precisamente porque se consideraban “diferentes”.

El tercer problema con la reforma es que crea un nuevo régimen laboral para el servicio público, distinto del régimen laboral aplicable al sector privado. Sin embargo, esto desconoce que en los últimos 20 años, las entidades públicas con un mejor desempeño han sido precisamente aquellas que se crearon en el régimen de empleo privado, como los organismos reguladores. Por qué insistir entonces con un régimen exclusivo para el sector público. 

Considero que la reforma no debería estar centrada solamente en mejorar el empleo estatal en sí mismo, sino en garantizar que a través de su perfeccionamiento, se mejorará también el servicio que prestan las entidades públicas al ciudadano. En otras palabras, propongo que se pase de un enfoque “basado en el insumo” a un enfoque “basado en el producto final”. 

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