Este jueves, Víctor Shiguiyama renunció a la jefatura de la Sunat mediante a una carta dirigida al Ministerio de Economía y Finanzas (MEF).
Este jueves, Víctor Shiguiyama renunció a la jefatura de la Sunat mediante a una carta dirigida al Ministerio de Economía y Finanzas (MEF).
Redacción Economía

(Por Luis Alegría y Nicolás Castillo)

Cuando tomó las riendas de la , en setiembre del 2016, recibía un desafío complicado. Los ingresos tributarios del Gobierno Peruano, hasta ese entonces, sumaban tres años consecutivos de caída y el reto era revertir esa trayectoria. Hoy, casi dos años después, la Sunat ha perdido peso y, según indicó en su momento el ex ministro de Economía y Finanzas, David Tuesta, la entidad que solía ser un perro bravo, ahora es un chihuahua.

Los primeros 15 meses de gestión de Shiguiyama en la Sunat terminaron con un saldo desfavorable. Al cierre del 2017, los ingresos tributarios del gobierno nacional retrocedieron hasta un equivalente a 12,9% del PBI; su segundo nivel más bajo en lo que va del milenio y sumando su quinto año consecutivo en rojo.

Hubo varios culpables detrás de este retroceso y la Sunat figura como el segundo responsable de esta trayectoria, de acuerdo con un análisis cuantitativo del en su Reporte de Inflación de diciembre del año pasado.

Entre el 2012 y el 2017, los ingresos del fisco cayeron en un monto equivalente a 4,7% del PBI. Casi la mitad (2,2 puntos del producto) se explica por el deterioro de los precios internacionales de las materias primas que exportamos, según el BCR.

En tanto, se perdieron 0,9 puntos porcentuales del PBI solamente por el incremento en la evasión del pago de Impuesto General a las Ventas (IGV); un fenómeno que cae completamente en la cancha de la Sunat.

Incluso, el propio Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) presentó cálculos actualizados sobre las causas de la caída en la entre el 2014 y el 2017. En sus estimados, encuentra que la evasión explica 1,1 puntos porcentuales del producto; un dato superior a lo estimado por la autoridad monetaria.

De hecho, el MEF le atribuye más culpa de los menores ingresos al rol de la Sunat que a la caída de los precios de las exportaciones (que restaron 0,8% del PBI a las cuentas públicas).

2,6 % del PBI podría sumarse a la recaudación si el Perú tuviera los niveles de incumplimiento de IR e IGV de Chile.
2,6 % del PBI podría sumarse a la recaudación si el Perú tuviera los niveles de incumplimiento de IR e IGV de Chile.

EL COSTO DE LA DESIDIA

El incumplimiento tributario ha generado un forado importante en las arcas del Estado. De acuerdo con cifras de la misma Sunat, en el caso del Impuesto a la Renta (IR) empresarial, la recaudación potencial asciende a unos S/63.760 millones.

De ese total, el 51,6% se pierde en incumplimiento. Así, el impago de IR de parte de las empresas le cuesta al fisco, cada año, unos S/32.900 millones (4,7% del PBI). Y solo volver a la eficiencia del año 2008 mejoraría la recaudación en S/3.980 millones (0,56% del PBI).

El concepto de incumplimiento engloba a la elusión –uso de la normativa vigente para reducir el pago de impuestos– y la evasión tributaria, que implica dejar de pagar tributos.

Además de lo que sucede con el IR, en el IGV el incumplimiento alcanza un 36,3% de los ingresos que potencialmente generaría. En términos monetarios, esto implica unos S/23.300 millones que se pierden al año, que representan 3,3% del PBI. Nuevamente, con la eficiencia del 2008, la recaudación podría haber sido S/2.040 millones mayor (0,29% del PBI).

Un punto en contra de la gestión de Shiguiyama es que, mientras su eje de acción era la lucha contra la evasión y la elusión, estos problemas están creciendo hace tres años y hoy cuestan el equivalente a 8% del PBI.

Atacar este problema podría generar una cantidad de recursos más importante que la eliminación completa de las exoneraciones tributarias. En el 2007 el MEF estimaba que estos gastos tributarios costaban 2,03% del PBI; cifra que hoy es 2,16% del producto.

Si el Perú tuviera el incumplimiento de Chile (39,2% para IR y 19,9% para IGV), hoy tendríamos una presión tributaria 2,6% del PBI superior.

REVERSIÓN DE TENDENCIA

Pese a los cinco años de caída de la recaudación, en el segundo trimestre de este año la foto comenzó a mejorar y los ingresos tributarios aceleraron a ritmos de doble dígito. 

Sin embargo, en los últimos tres meses la tasa de crecimiento es cada vez menor; algo que es consistente con que dicho rebote sería temporal y, en la medida que se normalice la baja base de comparación, se podría tener una medida más sincera de cómo va la recaudación.

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