"A pesar de que la tasa de interrupción total se redujo en el semestre 2020-2, aún se encuentran por encima de los niveles previos a la pandemia", precisan Molina y Álvarez. (Foto: GEC)
"A pesar de que la tasa de interrupción total se redujo en el semestre 2020-2, aún se encuentran por encima de los niveles previos a la pandemia", precisan Molina y Álvarez. (Foto: GEC)

Se viene discutiendo sobre la imperiosa necesidad de reabrir las escuelas a escala nacional, pero poca atención en cambio ha recibido el cierre de los centros de educación superior y el impacto que la pandemia ha tenido sobre el abandono de los estudios de muchos .

Si bien la y el vienen trabajando en conjunto en diversos criterios para el retorno de las clases semipresenciales en las , aún no se ha confirmado la fecha en la que se regresará a las aulas. Es bajo estas circunstancias que el problema de la deserción universitaria se ha agudizado. Según información de la Dirección General de Educación Superior Universitaria (Digesu) del Minedu, el número de estudiantes que interrumpieron sus estudios presentó un considerable incremento tras el inicio de la pandemia.

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En concreto, la tasa de interrupción universitaria se incrementó en 5,7 puntos porcentuales entre los semestres 2019-2 y 2020-1 (pasando de 12,6% a 18,3%), lo que representa que aproximadamente 50 mil adicionales interrumpieron sus estudios en dicho semestre. Los números llegan incluso a ser más alarmantes entre los estudiantes de universidades privadas, ya que en el primer semestre del 2020 aproximadamente uno de cada cinco estudiantes abandonó sus estudios (22,3%). A pesar de que la tasa de interrupción total se redujo en el semestre 2020-2 (de 18,3% a 16,2%), aún se encuentran por encima de los niveles previos a la pandemia.

¿Qué razones se encuentran detrás de la interrupción universitaria

Los factores que explican la decisión del estudiante de interrumpir sus estudios durante la pandemia pueden agruparse en tres categorías. En primer lugar, encontramos los factores externos, los cuales se refieren a ‘shocks’ negativos como la pandemia y factores estructurales que, si bien no se originan en el , sí lo afectan. Aquí encontramos que el principal factor ha sido la brecha de conectividad y cobertura de Internet, ya que el 34% de los estudiantes de universidades públicas que se vieron obligados a interrumpir sus estudios reportó que esto se debió a una insuficiente conectividad a Internet.

En segundo lugar, encontramos a los factores internos. Estos incluyen las características del sistema educativo y su relación con los estudiantes, así como la cultura organizacional de las instituciones educativas. Algunos factores identificados en esta categoría serían la capacidad de adaptación de la universidad a la enseñanza virtual, el tipo de carrera estudiada, el vínculo entre docentes y estudiantes, entre otros. Y es que, por ejemplo, no todas las carreras pueden enseñarse con facilidad en un formato virtual. Al respecto, llama la atención que la calidad de la universidad (de acuerdo con un ránking elaborado por Pronabec) sea un factor determinante en la interrupción. Según la Digesu, la tasa de interrupción entre universidades fuera del top 30 es de 21%, casi 10 puntos porcentuales mayor que la tasa reportada para universidades pertenecientes al top 10 (12%) en el semestre 2020-1.

Finalmente, se consideran los factores personales, los cuales engloban las características propias de cada estudiante y sus condiciones de vida. Entre estos, los más relevantes son la edad del estudiante, la economía del hogar, así como su salud física y mental. Es importante mencionar que el 49% de interruptores en universidades públicas habría reconocido que el factor económico (problemas para el pago de la pensión, necesidad de trabajar, etc.) influyó directamente en su decisión de interrupción.

¿Qué se puede hacer al respecto?

Si se quiere diseñar políticas orientadas a promover la continuidad de los estudios universitarios, es primordial identificar cuáles han sido las poblaciones más afectadas por el fenómeno de la interrupción universitaria. Así, se tiene que la mayoría de los que abandonaron sus estudios fueron estudiantes mayores de 24 años y de condición socioeconómica pobre extrema. Se puede concluir que la mayoría de interruptores pertenecían a poblaciones vulnerables, que han sido las más afectadas por la crisis económica y social causada por la pandemia. Es en este contexto de adversidad que los estudiantes más desfavorecidos han optado por abandonar sus estudios e ingresar al mercado laboral de manera anticipada para apoyar en la economía del hogar.

Es importante mencionar los esfuerzos que han realizado el Minedu y las universidades para promover la continuidad en la educación universitaria. Por parte del ministerio, se ha invertido alrededor de S/500 millones para promover distintas iniciativas, entre las que se encuentran: inversión en asesorías para implementar la educación virtual, contratación de Internet para estudiantes y docentes de escasos recursos, y la adjudicación de más de 36 mil becas por parte de Pronabec. Por el lado de las universidades, además de inversiones para capacitar docentes y fortalecer sus sistemas, se brindó apoyo y, en el caso de algunas universidades privadas, facilidades de pago.

Si bien se espera que las medidas descritas ayuden a disminuir las tasas de interrupción, será un reto enorme para el próximo gobierno impulsar políticas que promuevan el retorno a las aulas de aquellos que ya abandonaron sus estudios durante esta pandemia.

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