(Foto: El Comercio)
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Redacción EC

Entiendo que para nadie es un secreto la necesidad de revisar integralmente la legislación laboral peruana y la actuación de las instituciones que –directa o indirectamente– tienen que ver con las relaciones de trabajo. Basta con repasar las estadísticas de un mercado laboral fragmentado e informal para darse cuenta de que no podemos mantener el mismo statu quo y que todos los involucrados en el tenemos que hacer algo para cambiarlo.

Situaciones como la poca generación de empleo en general –sin mencionar la casi inexistente generación de empleo formal–, el estancado índice de la informalidad laboral, el incremento de desempleo juvenil, la nula productividad de la actividad que desarrolla la mayoría de los peruanos, entre otros factores, nos llevan a pedir a gritos un cambio.

En esta línea de ideas, algunos piensan que dotar de mayor rigidez a las relaciones laborales u otorgar mayores beneficios a los trabajadores es el camino correcto.

Considero que si el objetivo es la generación de empleo formal y, por lo tanto, que un mayor número de peruanos tengan derechos laborales y la protección de la seguridad social (salud y pensiones), el camino es la revisión de la legislación laboral para el establecimiento de condiciones que incentiven al empleador a hacerlo. Debemos ponerle fin a la postura de generar mayor protección y beneficios únicamente para un número reducido de peruanos que no supera el 30% de la PEA. Debe quedar claro entonces que el problema no solamente se presenta en los dispositivos legales sino también en la actuación de la autoridad administrativa de trabajo, Sunafil, y los pronunciamientos del Poder Judicial que generan costos indirectos que muchas veces no tomamos en cuenta y que hacen muy rígidas las relaciones laborales, evitando la generación de nuevos puestos de trabajo formales.

El presidente de la Cámara Argentina de la Construcción, Gustavo Weiss, en una entrevista realizada en julio del presente año sobre la posibilidad de una reforma laboral en su país, señalaba que las claves serían avanzar con una rebaja de las cargas sociales y trabajar sobre esquemas de remuneración por productividad. Frente a ello, debemos reconocer que la rebaja de costos laborales tampoco ha solucionado el problema de la generación de empleo formal, pues en el Perú existe un régimen laboral cuyo “sobrecosto” no supera el 6% y es donde se presenta la mayor informalidad. En cuanto a los esquemas de remuneración por productividad consideramos que es un planteamiento que debemos comenzar a observar sobre todo en las negociaciones colectivas.

La determinación de la remuneración mínima vital y los incrementos de sueldos deben tener en consideración la productividad del trabajo realizado.Todos los peruanos debemos asumir el gran compromiso de generar mayores puestos de trabajo formales y que, desde donde nos encontremos, podamos trabajar, legislar, sentenciar o resolver pensando en dicho objetivo.

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