El economista Waldo Mendoza Bellido es presidente del Consejo Fiscal desde enero del 2016. (Foto: El Comercio)
El economista Waldo Mendoza Bellido es presidente del Consejo Fiscal desde enero del 2016. (Foto: El Comercio)
Luis Fernando Alegría

En el 2017, el gobierno incumplió su regla macrofiscal de déficit fiscal, el cual viene al alza este año, al igual que la deuda pública. Para analizar la sostenibilidad del panorama de las cuentas fiscales, El Comercio conversó con el presidente del Consejo Fiscal (CF), .

—La regla fiscal del déficit para el 2018 es de 3,5% del PBI, justificado en la necesidad de impulsar la inversión pública. Esto en un contexto en que el panorama para el sector construcción es sombrío. ¿Cuánto impacto puede tener esto?
Estamos en una coyuntura donde lo que se quiere no es necesariamente lo que se puede hacer. Me refiero, en general, a infraestructura. Muy probablemente las estimaciones de gasto que se estén haciendo para este año y el siguiente, por los motivos que todos conocemos, van a estar por debajo de lo que se desea. ¿De dónde van a venir las firmas constructoras para que reemplacen a las que están en problemas?

—¿Esto podría jugar a favor del Estado en el cumplimiento de la regla?
Todo este tema de las APP va a estar un poco parado; incluso la reconstrucción por falta de empresas constructoras de envergadura. Posiblemente, el gasto público para estos conceptos de inversión pública o por APP va a ser menor de lo que se espera, así que problemas fiscales no se ven por ese lado. Posiblemente, el déficit este año termine por debajo de lo que tiene como límite el MEF, de 3,5%.

—Aun si no se cumpliera, el 2018 sería el sexto año consecutivo de política fiscal expansiva. ¿Qué tan sostenible es eso?
Evidentemente, es imposible tener diez años de política fiscal expansiva. Nosotros, en general, somos muy exigentes con la política fiscal y esa exigencia nos ha llevado a la situación que tenemos ahora. El stock de la deuda pública le pone un límite, no específico, pero sí conceptual al hecho de seguir haciendo políticas fiscales expansivas.

—El techo legal de la deuda es 30% del PBI. En el 2008, cuando el Perú recibió grado de inversión, fue la primera vez que la deuda se ubicó debajo del 30%. ¿Fue causa o coincidencia?
Yo creo que es causa. Las calificadoras miran un montón de indicadores, pero la calificación depende más de la deuda como porcentaje del PBI. Por eso la mirada de largo plazo es tender a un déficit fiscal de 1%, porque se estabiliza la deuda en un nivel razonable para un país como el Perú; y para que conserve el grado de inversión. Ahora, si la deuda es 30,1%, los mercados no se van a molestar, pero es eso.

—¿Entonces, las reglas macrofiscales de deuda y de déficit son adecuadas?
En el CF estimamos que alrededor de 30% la deuda está bien, puntos más, puntos menos. No estamos en una situación de decir al gobierno que en este momento tiene que hacer el ajuste, pero la perspectiva que debe mostrar es tendiendo al déficit de 1% del PBI, que al parecer es la cifra que estabiliza la deuda alrededor de 30%.

—Pensando en converger hacia ese déficit de 1% del PBI, ¿cuál considera que debe ser el ‘mix’ entre elevar ingresos y ajustar el gasto para lograr la consolidación?
Lo ideal, porque con eso consigues apoyar a la economía y también consigues la consolidación fiscal, es a través de la presión tributaria. Esta te permite no poner mucha tensión en la contracción del gasto, porque es poco flexible. Ahí entiendo que la ministra tiene un paquete de medidas que van al tema de ampliar la base tributaria a través de la Sunat, entonces sería apropiado que el ajuste fiscal sea esencialmente por ese lado.

—¿Qué tan clave es el buen entorno internacional para este objetivo?
Si la situación internacional siguiera tan buena como la actual, y continuara la elevación de los precios internacionales, posiblemente la consolidación sería más viable. En el escenario más probable, la mejora se va a dar, pero va a ser modesta; entonces no habría un empuje tan importante sobre la presión tributaria como el observado entre el 2002 y el 2012, en que los precios de nuestras exportaciones se cuadruplicaron.

—¿Entonces, no sería suficiente para lograr el escenario del MEF?
En esa situación, muy posiblemente no se alcanzaría la aspiración gubernamental de elevar la presión tributaria en el nivel deseado y, de esa manera, alcanzar el déficit fiscal esperado para los próximos años. El 1% de déficit al 2021 se ve factible, pero sujeto a un conjunto muy importante de restricciones. Algunas del escenario mundial, algunas de políticas que todavía no dan los frutos esperados.

—¿Cómo ve el panorama en el lado del gasto corriente?
El gasto corriente del gobierno general está en 15% del PBI. Se pensaba que al 2021 podía bajar a 14%, que era una explicación de la consolidación fiscal. Ahora se ve mucho más difícil conseguir esto.

—¿Cuánto impacto tienen todas las iniciativas de exoneraciones que se han lanzado desde el Congreso?
Tanto las iniciativas del Ejecutivo como del Legislativo (sobre todo del Legislativo) tienen que tomar en cuenta el peligro de que ese bienestar fiscal que tenemos ahora disminuya. Hay cierto consenso y una literatura inmensa de que las exoneraciones tributarias no sirven para los propósitos. Hemos estado observando iniciativas que buscan exoneraciones que deterioran la tributación.

—¿Y aquellas de gasto?
Hemos visto otras iniciativas de gasto, algunas grandes como la reforma de pensiones [de militares y policías], que cuesta como S/1.100 millones al año, que es un monto importante. También van a dificultar la idea de reducir el gasto corriente.

—¿Cómo impedir que esto juegue en contra de la sostenibilidad fiscal en el futuro?
De repente, esto va para el MEF y Legislativo: es hora de que tengamos una ley de análisis costo-beneficio serio. Las leyes no tienen análisis costo-beneficio. Los estadounidenses tienen el CBO (Oficina de Presupuesto Congresal), donde todas las iniciativas legislativas que tengan cierto volumen de costo fiscal necesitan el visto bueno de esta oficina. Es un tema un poco lejano para el Perú, pero ahí hace falta tomar un poco más en serio este tema.

—Un detalle clave del año pasado es que, para financiar el déficit, se optó por usar más ahorro público que elevar la deuda. ¿Eso es ventajoso?
Ahí hay un tema de ingeniería financiera, pero por lo que el sentido común recomienda es que [en] un país como el Perú, pequeño, abierto y volátil, así como el banco central tiene que tener suficientes reservas, el gobierno tiene que tener suficientes fondos de estabilización. Ese 3% del PBI ya es pequeño, entonces hay que juzgar las ventajas y desventajas de usar uno u otro modo de financiamiento.

—El CF también hace un análisis de las proyecciones macroeconómicas del MEF. ¿Estas deberían ser optimistas para contagiar confianza a los agentes privados?
Cuando las proyecciones oficiales están muy distantes de las proyecciones promedio, algo raro está pasando. Eso pasó en el primer marco macroeconómico de este gobierno. Nadie decía que la economía peruana podía crecer 5% en el 2017, excepto el MEF. Hay que ser optimista, pero no tanto. Si eso pasa, te dejan de creer.

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