¿Ceques en los Barrios Altos?
¿Ceques en los Barrios Altos?
Reinhard Augustin B.

Mucho tiempo antes de que los Barrios Altos fueran ese espacio populoso y criollo que la mayoría conoce, se levantó en esa zona una reducción indígena creada por los españoles durante el proceso de población, evangelización y extirpación de idolatrías del siglo XVI. Su nombre era Santiago Apóstol del Cercado y estaba rodeada por altos tapiales de barro. Su entrada principal se hallaba donde hoy se ubica Cinco Esquinas. Allí, hacia 1570, fueron llevados desde distintos puntos de Lima alrededor de mil pobladores nativos. La reducción se trazó de acuerdo a los cánones hispánicos del damero. Lo sorprendente es que, sobre este mismo diseño, los antiguos pobladores limeños habrían integrado un sistema de organización conceptual y espacial que dirigió los ejes de sus calles hacia una de las huacas más altas del valle: la desaparecida Concha o de la Cruz, ubicada donde hoy encontramos el estadio de San Marcos. Esta es la historia.

— El pueblo —
Fue habitual para los españoles habilitar en la periferia de las ciudades que fundaban reducciones para la población local sometida. Así no solo se organizaba al hombre autóctono, maximizando su trabajo y haciendo más eficiente el cobro de sus tributos, sino también se facilitaba su evangelización y el control de posibles rebeliones. La primera reducción de Lima fue creada en 1557 por el virrey Hurtado de Mendoza, llamada Santa María Magdalena de la Chacalea, hoy Magdalena Vieja, ahí fueron llevados los caciques del valle y los habitantes de los antiguos cacicazgos de Lima, Malanca y Guatca. 
    Sin embargo, no fue la única. Una década después quedaban todavía muchos indígenas afincados libremente en y alrededor del núcleo de la ciudad, por lo que el capitán García de Castro, encargado del virreinato entre 1564 y 1569, decidió crear una reducción al este de la ciudad, en tierras del licenciado don Rodrigo Niño. Para el nuevo poblado se adquirieron, además, otras fincas vecinas, como las de Antonio López, Baltazar de los Reyes y Beatriz de Salcedo, la Morisca. La obra se le encargó al corregidor de Lima, Alonso Manuel Anaya; y a don Diego de Porres Sagrado, un acaudalado vecino con experiencia en el manejo de haciendas y la adquisición de propiedades. Según el padre Bernabé Cobo, a este último se le encargó que “hiciese el edificio del pueblo”, desembolsándose para ello 15.320 pesos. 
    Para 1570 estaban terminadas la iglesia, la casa de cabildo y las primeras viviendas para los indígenas ahí reunidos. La reducción quedó rodeada por una tapia de barro de aproximadamente 4,2 metros de altura, con una acceso y portada principal sobre las Cinco Esquinas actuales; y tenía, además, una ‘puerta falsa’ y, por lo menos, un par de ‘puertas de campo’. Su fundación oficial como la reducción de Santiago Apóstol del Cercado se dio el mismo día que la consagración de su iglesia, el miércoles 25 de julio de 1571.

— Los habitantes —
Las viviendas comunes eran de una sola planta y tenían un pequeño patio para huerto. Sus habitantes gozaban de una relativa libertad al interior del poblado, aunque estaban siempre sometidos al trabajo y al tributo de sus encomenderos. Durante los primeros años, la población fue exclusivamente indígena, pero a fines del siglo XVI se incorporaron españoles de recursos escasos o casados con pobladoras locales. Posteriormente, fueron incorporados los indígenas de San Lázaro y los de Pachacámac, agrupados hasta entonces en Pachacamilla, cerca de la iglesia de San Sebastián. 
    A diferencia de otras reducciones, la autoridad en Santiago del Cercado no recayó en un cacique local, sino en un corregidor. Entre sus construcciones principales estuvieron la casa e iglesia de Santiago Apóstol; el colegio El Príncipe, para hijos de caciques; y la cárcel de hechiceros o Casa de la Santa Cruz, para dogmatizadores, brujos y ministros de idolatrías. Tanto el colegio como la cárcel estuvieron terminados en 1619. Para mediados del siglo XVII, la reducción tenía alrededor de 200 casas y unos 800 ocupantes. El poblado original fue mutilado hacia 1687 con la construcción de las murallas que rodearon Lima: una parte quedó integrada a la ciudad, y desapareció el sector de extramuros.

— El trazado —
A pesar del celo de los extirpadores de idolatrías, algo parece haber escapado de su control: el trazado de las calles del poblado, que debió recaer en manos indígenas. Debido al carácter militar y evangelizador de las fundaciones españolas en América, estas adoptaron el modelo de damero o campamento romano, lo que favorecía la defensa y una clara jerarquización de clases sociales.
    En el virreinato del Perú, este esquema fue tan común que difícilmente concebimos hoy un pueblo, por pequeño o remoto que sea, sin su respectiva plaza, cabildo o municipio, e iglesia central. El modelo se replicó también en las reducciones. En este caso, se buscó, además, la transformación de la idiosincrasia del hombre indígena, lo que propició una ‘españolización’ de sus costumbres y creencias a partir de un ordenamiento urbano que facilitara la aculturación.
    Algo que, al parecer, no sucedió completamente en la reducción de Santiago Apóstol del Cercado. Un estudio de su evolución urbana, a través de planos antiguos y modernos, nos permite identificar elementos inéditos que llevan a pensar que ahí, en esos ejes virreinales, se esconde una señal de resistencia ideológica y religiosa del poblador oriundo de Lima. 
    Hoy se sabe que la cultura andina organizó el territorio de acuerdo a su cosmovisión, trazando en ocasiones ejes imaginarios que unían cosmos y territorio, alineando huacas y adoratorios con asentamientos u otros hitos del paisaje, a manera de un gigantesco quipu territorial. Este sistema se conoce con el nombre de ceques, y parece haber sido introducido discretamente en la reducción del Cercado por medio de una ligera modificación de los ejes de sus calles, pues observamos que las vías con orientación este-oeste no guardan la relación paralela y perpendicular que dictaba el damero hispánico, sino, por el contrario, tienen entre sí una diferencia de ángulos que dirigen todos sus ejes hacia un solo punto [ver imagen] ubicado a ocho kilómetros de distancia en la desaparecida huaca Concha o de la Cruz, que fue la cabecera del conjunto arqueológico de Maranga, además de uno de los montículos artificiales más altos del valle de Lima, hasta su demolición en 1941. 
    Podemos conjeturar que, si bien los ceques introducidos en la reducción no alteraron de manera considerable el trazado y las proporciones del modelo de damero español, habrían introducido, sin embargo, un elemento que perpetuó, de manera ingeniosa y transgresora, un concepto urbano/religioso propio de la cosmovisión andina. De esta manera, se integraron dos órdenes urbanos aparentemente irreconciliables.
    Resulta irónico que, aunque los españoles hayan construido y financiado las reducciones para adoctrinar a los indígenas en la fe católica, estos hayan podido usar, presumiblemente, las mismas calles del poblado como elementos de una idolatría mayor, que les permitía continuar el culto a una huaca importante, mediante un trazado clandestino y de marcado carácter reivindicatorio. 

Contenido sugerido

Contenido GEC