Microrrelato del  el guatemalteco de origen hondureño Augusto Monterroso.
Microrrelato del el guatemalteco de origen hondureño Augusto Monterroso.

Es muy probable que nuestra noción de brevedad en la literatura esté ligada a Augusto Monterroso (Tegucigalpa, 21 de diciembre de 1921 - Ciudad de México, 7 de febrero de 2003). No es extraño que así sea, pues su microrrelato “El dinosaurio”, incluido en el libro Obras completas (y otros cuentos) (1959), es el ejemplo por excelencia de la narrativa hiperbreve.

“Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”, reza el cuento. Siete palabras que han inspirado páginas de ensayos literarios que destripan al autor, al dinosaurio y a su propio tiempo. ¿Quién despertó? ¿Dónde es “allí”? ¿Por qué un dinosaurio?

"Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí" (Ilustración: Víctor Aguilar)
"Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí" (Ilustración: Víctor Aguilar)

Son múltiples los trabajos que han intentado entender y explicar “El dinosaurio”. Desde lo político, se dice que el dinosaurio es el PRI, partido político mexicano que ha ocupado varias veces el poder; también se habla de una mujer que despierta y ve a su lado a su monumental amante; o de un preso que al despertar se sabe aún encarcelado. Las interpretaciones alrededor del más famoso cuento de Monterroso son múltiples e inagotables. Tal vez eso explique su vigencia.

Lo breve y lo cuantioso

En palabras de la investigadora Laura Pollastri, “El dinosaurio” de Augusto Monterroso, supone una serie de rupturas respecto de códigos establecidos en la literatura. Por ejemplo, sobre la extensión. Dice Pollastri: “Un cuento no implica determinada extensión, o mejor, que no implica más extensión que la que se nos entrega”. Al respecto, el mismo Monterroso dijo en su : “”.

La investigadora mexicana Dolores Koch escribió en su trabajo El microrrelato en México (1981) que este tipo de narrativa breve se caracteriza por tres cosas. La primera, una prosa sencilla, cuidada y precisa, pero bisémica; la segunda, un humorismo escéptico, que utiliza como recursos narrativos la paradoja, la ironía y la sátira; y la tercera, el rescate de las formas literarias antiguas, como fábulas y bestiarios, y la inserción de formatos nuevos no literarios de los medios modernos de comunicación.

Precursores de este género serían el mexicano Julio Torri, el nicaragüense Rubén Darío y el argentino Leopoldo Lugones.

Augusto Monterroso.
Augusto Monterroso.

Augusto Monterroso, , es la máxima figura hispánica del género más breve de la literatura, el microrrelato, y una de las personalidades más entrañables, no sólo por su modestia y sencillez, sino también por su excepcional inteligencia y su exquisita ironía. Autodidacta por excelencia, abandonó sus estudios tempranamente, para dedicarse por completo a la lectura de los clásicos, que amó con pasión, como a Cervantes, cuyo influjo es evidente en su obra. Guatemalteco de adopción y centroamericano por vocación, dedicó una buena parte de su vida a luchar contra la dictadura de su país, antes de darse a conocer internacionalmente con el cuento El dinosaurio, que, se dice, es el más breve de la literatura en español. Maestro de fábulas, aforismos y palindromías, su papel docente fue de capital importancia en la formación de los más conocidos escritores hispanoamericanos, y de otras latitudes.

Tradición mínima

En el texto , escrito por el crítico literario argentino David Lagmanovich y publicado por la Universidad Nacional de Tucumán, se recogen 111 microrrelatos, todos ellos compuestos por textos de menos de 40 palabras.

En la selección encontramos trabajos como los de Adolfo Bioy Casares con “Post-operatorio”, que dice: “Fueran cuales fueran los resultados —declaró el enfermo, tres días después de la operación— la actual terapéutica me parece muy inferior a la de los brujos, que sanaban con encantamientos y con bailes”. O al mexicano Juan José Arreola, con “Cuento de horror”: “La mujer que amé se ha convertido en fantasma. Yo soy el lugar de las apariciones”. Y revelaciones como la argentina Alba Omil, con su trabajo “Génesis”: “El soplo dijo sí y fue la vida. Y no hizo falta la palabra”.

A pesar de la tradición de microcuentos, microrrelatos o microficción —llámelo como quiera— es imposible negar que “El dinosaurio” de Monterroso es la referencia ineludible cuando se habla del asunto. Como dijo lanzado en estos días a propósito del centenario que celebramos: “Un diciembre de hace 100 años nació Tuto Monterroso: su dinosaurio sigue todavía allí”.

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