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Lima: problema y posibilidad
Jorge Paredes Laos

Tener semáforos con contadores de segundos no es indicador de una ‘ciudad inteligente’. Tener cámaras por calles, parques y avenidas, pero sin un sistema integrado de datos, no hace que una urbe sea segura. Tener algunos espacios públicos con internet libre no hace de la capital una smart city. Estos tres aspectos, que en las campañas electorales se suelen asociar con la modernidad y el progreso, no bastan por sí solos para decir que Lima está lista para enfrentar el futuro. Un mañana que resulta abrumador si tomamos en cuenta las cifras de las Naciones Unidas, que afirman que para el 2050 el 90 % de los latinoamericanos vivirá en ciudades.

Aunque no existe un consenso entre los especialistas para definir qué es realmente una ciudad inteligente, se entiende que es una que incorpora las tecnologías de la información y comunicación (TIC) en sus servicios e infraestructuras básicas para mejorar la calidad de vida de sus habitantes en transporte, salud, seguridad, educación. Es decir, se trata de una metrópoli que prioriza el uso de energías renovables, que apuesta por las áreas verdes en vez del cemento, que consigue gestionar eficientemente sus recursos, y donde las viviendas y edificios se construyen a partir de criterios de geolocalización.

¿Qué lejos está Lima de este ideal? ¿Es posible pensar que pueda convertirse en inteligente en el corto o mediano plazo? Un estudio desarrollado por los ingenieros Manuel Castillo-Cara y Alonso Tenorio Trigoso, del Centro de Tecnologías de la Información y Comunicaciones de la UNI, arroja un panorama que puede ser previsible a la luz de lo que padecemos todos los días los limeños: Lima muestra un ‘índice Smart’ que va de “malo a crítico”.

Esta investigación midió estándares internacionales que califican una urbe como inteligente (Global City Indicators) referidos a medio ambiente, ciudadanía, infraestructura sostenible, economía, gestión, organización y gobierno; y comparó nuestra ciudad con otras similares en tamaño, demografía y organización territorial, como Londres, Buenos Aires y Guadalajara. La gris Lima salió con las cifras en rojo.

Los índices más problemáticos fueron el aspecto económico, por las altas tasas de desempleo o subempleo existentes; la educación, por la creciente deserción escolar; el medio ambiente, por la contaminación ambiental y acústica; y la seguridad, por el escaso número de policías. En Lima hay 94 efectivos por cada 100 mil habitantes, mientras que en Londres hay 371 y en Buenos Aires 671. En el caso del manejo de residuos sólidos, la situación también es grave. Aquí solo se recicla el 4 % de la basura que se produce. Y en términos de transporte nuestra red es más que deficiente. Solo contamos con el sistema del Metro y del Metropolitano para una ciudad de casi 10 millones de personas.

El único aspecto en el que Lima iguala e incluso supera a las otras ciudades es en telecomunicaciones e innovación. Esto debido a que las conexiones de telefonía móvil, fija e Internet son óptimas. ¿Será este un buen punto de inicio?

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“Más que una moda, el concepto smart city es una necesidad de cara al futuro”, dice el ingeniero José Oliden, experto en temas referidos al internet de las cosas. En su opinión una ciudad inteligente no tiene que ver tanto con esa urbe futurista de carros voladores o de pantallas que lo vigilan todo —como un Big Brother—, sino con “la capacidad de procesar la información brindada por la tecnología para tomar decisiones adecuadas”.

“Si nos referimos al tráfico —explica—, cómo voy a dar una solución a este problema si no tengo los datos precisos de por qué se originan los atascos, en qué lugares y a qué hora hay más congestión, etc. La idea de tener una ciudad con sensores que miden diversas variables es, finalmente, para tomar las acciones pertinentes. Aunque tenemos información proporcionada por Google Maps o Waze, no la estamos utilizando, y hasta donde sé la red de semáforos todavía no está interconectada. En el futuro estos aparatos deben ser mucho más que señales de tránsito y convertirse en paneles que brinden información a los ciudadanos y alertas en caso de incendios, terremotos o tsunamis”.

Justamente, desde julio pasado, la Municipalidad de Lima ha iniciado un proyecto para dotar de nuevos ‘semáforos inteligentes’ a 291 intersecciones de la capital. El vocero de Protránsito, el ingeniero Enrique Cisneros Solís, explica que estos equipos cuentan con sensores, cámaras de video y sistemas de Bluetooth que miden el flujo vehicular, la velocidad, entre otros factores, y envían toda esta información a un centro de control. Ahí, a través de un software, se crean los algoritmos adecuados para fijar los tiempos de los semáforos de acuerdo a la demanda vehicular. En octubre empezarán a funcionar 44 de estos dispositivos en intersecciones de Santa Beatriz, La Victoria, Breña y Jesús María, y cada mes se irán sumando otros más.

El objetivo a corto plazo de la Municipalidad es tener monitoreado e interconectado el 50 % de los 1.368 semáforos de la capital, además de crear ‘olas verdes’ —zonas sincronizadas— en avenidas como Brasil, Bolívar, Del Ejército, Argentina, Colonial, Túpac Amaru, Carlos Izaguirre, que se sumaría a las existentes en Arequipa, Arenales, Petit Thouars, entre otras.

Pero una smart city es mucho más que un sistema de semaforización. En realidad, hacer buen uso de los datos no demanda ni siquiera grandes inversiones. A veces solo hace falta decisión y ponerse a tono con la modernidad. “Pronto todos tendremos un DNI electrónico —dice Oliden—, y este puede ser muy útil para crear una base de datos que permita a los ciudadanos acceder no solo a trámites en línea, sino también a citas por internet en hospitales y clínicas. ¿Por qué no tener registrada en el chip del DNI la historia clínica de cada persona? Así uno podría ser atendido en cualquier centro hospitalario sin ningún problema. Esto sería muy útil en caso de emergencias o accidentes”.

En setiembre pasado se realizó el foro Lima Smart City, organizado por Goberna Perú y Perú D. Ahí se dieron a conocer los resultados del sondeo Peruanos Digitales 2018, en el que el 85 % de los encuestados afirmaba que el uso de las TIC era importante o muy importante para el manejo de la ciudad. Es más, un 24 % dijo haber hecho ya un trámite en alguna plataforma virtual del Estado, y de esta cantidad el 75 % aseguró haber quedado muy satisfecho.

Aunque débiles, estas son algunas señales de que el cambio es posible. Lo que falta, obviamente, es decisión, visión de largo plazo y evitar la fragmentación de la ciudad (ver nota siguiente) que se traduce en demasiadas autoridades que toman múltiples decisiones. Como dicen organismos como ONU Hábitat, la única forma de que las ciudades sobrevivan en el futuro es que se vuelvan sostenibles. Para esto lo tecnológico puede ser un aliado, no un fin en sí mismo.

URBES

En América Latina
En el ranking mundial de smart cities sostenibles realizado por el organismo Ciudades en Movimiento, ninguna ciudad latinoamericana figura en los primeros 50 lugares. Buenos Aires aparece en el puesto 76; Santiago de Chile, en el 86; Ciudad de Panamá, en el 94; Montevideo, en el 100; Ciudad de México, en el 107. Lima descendió del puesto 116 (en el 2017 ) al 131 (en el 2018 )..

Inseguridad, tráfico y corrupción
De acuerdo al sondeo Peruanos
Digitales 2018, el 51 % de los limeños cree que el principal problema de la ciudad es la delincuencia; el 33 % cree que es el tráfico; y el 32 %, la corrupción dentro del Municipio. En Arequipa el mayor problema es la contaminación ambiental (47 %); en Cusco, la corrupción en el Municipio (34 %); y en Trujillo, la falta de seguridad (58 %).

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