El evangelio según san John
El evangelio según san John

Por Ricardo Hinojosa Lizárraga

A 35 años de su muerte, resulta difícil (si no inútil) intentar probar si, finalmente y como alguna vez él mismo aseguró, fue más famoso que Jesucristo, aunque millones hayan convertido “Imagine” en su propio Padre Nuestro. Si John Winston Lennon viviera aún, cumpliría 75 años el próximo 9 de octubre. No fue —de ninguna manera— un santo, pero sí un apóstol contracultural que marcó un antes y un después en la música contemporánea. Tratemos de entender por qué.

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Andy Peebles: ¿Sientes que ahora, en diciembre de 1980, el tema y la facilidad de escribir han vuelto a ti?
John Lennon: Sí.
Andy Peebles: ¿Y que vas a ser extremadamente prolífico en los meses y años 
venideros?
John Lennon: Sí, creo que va a ser uno de esos períodos en que dicen: esos dos harán cualquier cosa para tener publicidad, por Dios, quítenlos de las portadas, que se vayan […]. No dejamos de hablar y hablar y tenemos la cabeza llena de ideas y planes […]. Tenemos ya la mitad del próximo álbum y, probablemente, después de Navidad iremos y lo haremos.

Lennon habla así, ilusionado con su futuro como artista y junto a Yoko Ono, en una entrevista que sería casi una despedida… pero él aún no lo sabe. La conversación se realizó en el estudio Hit Factory, cerca de Times Square, Nueva York, el lugar donde nada deja de suceder nunca. Hacía tres semanas que la pareja había publicado su más reciente álbum, "Double fantasy", grabado en dicho estudio, y decidieron dar su primera entrevista a una radio británica tras cinco años de silencio. Cinco años en los que John se dedicó a Yoko y a Sean, su segundo hijo. Andy Peebles, de la BBC Radio One de Londres, fue su interlocutor, y tampoco tenía cómo saber que, probablemente en ese mismo momento, Mark David Chapman volaba desde Honolulú hacia Nueva York con el único objetivo de matar a ese hombre flaco de 40 años que, aparte de su soberbio talento musical, era un ser humano como todos. 
     Esa charla sucedió el sábado 6 de diciembre de 1980. John estremecería al mundo apenas dos días después y, esta vez, sin necesidad de cantar. Cuando él cerró los ojos para siempre, la ilusión romántica de los años sesenta moriría por última vez. 

John in the Sky with Diamonds
“Es un hombre cuya filosofía sigue vigente porque es atemporal”, nos dice Tavo Castillo, integrante de Frágil y partícipe de numerosos tributos a Lennon y The Beatles. “Fue un visionario, un hombre que, como se dice, veía ‘más allá de lo evidente’ en lo espiritual, y en lo terrenal también. Con aparente sencillez pop decía verdades humanas y sublimes”, acota para recordarnos una de las claves de su magia. Para “Papi” Castrillón, de Los Saicos, Lennon fue “un tremendo pensador que puso el rock en el nivel más alto entre los géneros musicales, por lo que fue reconocido por sus mismos colegas […]. Su creatividad parecía no tener límites”, asegura al recordarlo, considerando que el auge local de Los Saicos se dio mientras Lennon conquistaba el mundo. 
     En los últimos días, los medios se han dedicado a mostrarnos nuestra realidad: los jóvenes no son capaces de reconocer ni a sus héroes ni a los terroristas. Somos un pueblo sin memoria, pero con nostalgia. Quizá si se hablara del contexto en el que se compusieron determinadas canciones, la gente tararearía recordando la historia. “Sympathy for the Devil” y el gobierno militar. “Evil Ways” y un golpe de Estado. “Revolution” y un toque de queda. 
     Pero no sucede. 
     A pesar de eso, usted y yo y muchos somos capaces de reconocer la imagen de John Lennon a metros de distancia. A kilómetros, tal vez. Sin embargo, ¿qué sabe sobre él aparte de que era un Beatle flaco, barbado, pelucón y que cantaba “Imagine” o “Instant Karma”, o que fumaba marihuana? ¿Qué sabe aparte de que su chica se llamaba Yoko, que dentro de poco se cumplen 35 años de su muerte o que su primera canción conocida fue “Love me Do”? ¿Sabe usted que nació en Liverpool durante un bombardeo nazi en la Segunda Guerra Mundial? ¿Sabe que tiene una estatua en Cuba develada por el mismísimo Fidel Castro o que pensaba que los B-52’s fueron influidos musicalmente por su mujer? ¿O que mientras él tocaba con Eric Clapton, Elton John o Frank Zappa, la CIA y el FBI seguían sus pasos? ¿No lo sabe? You must to read the news today oh!, boy…
     Irónicamente, la vida de Lennon, aunque plagada de rebeldía, se definió en décadas exactas. Nació en 1940, formó The Beatles oficialmente en 1960, los abandonó en 1970 y murió en 1980. Ahora, en octubre del 2015, tendría 75 años. Por eso, más que escribir las típicas crónicas conmemorativas, sería mejor preguntarnos qué sería de él.
     De no haber sido asesinado por Chapman, a muchos los decepcionaría que no fuera un vigente patriarca del rocanrol con pinta de Gandalf, o que le robara cámaras a Bono hablando sobre ecología y paz mundial. Cualquier fanático prefiere pensar que, a sus 75 años, seguiría innovando y enfrentándose al establishment como lo hizo en los setenta. ¿Se hubieran vuelto a juntar los Beatles? ¿Renovaría su amistad con McCartney? ¿Haría giras mundiales como los Rolling Stones? ¿Vendría a Lima? ¿Seguiría junto a Yoko? ¿Hubiera cantado en los funerales de George Harrison? ¿Haría dúos con Shakira? Eso mejor ni pensarlo, aunque la bella colombiana haya cantado hace poco “Imagine” frente al papa Francisco y a los representantes de la ONU. Después de todo, ¿qué canción de rock o pop es más universal que esa? Pronto Lennon tendrá más tiempo muerto del que tuvo vivo, pero su música seguirá en pie, capaz de ser cantada en lenguas que él quizá ni imaginaba que existieran.

Love me do
“Algunas de sus canciones parecían ser simples, pero terminaron teniendo un gran poder, fuerte, rotundo, en la gente. En esa época muchas cosas no andaban bien y él tuvo los cojones de decirlo. Todo esto lo plasmaba en sus pensamientos y en sus letras, como cuando decía eso de que ‘la vida es lo que te pasa mientras estás ocupado haciendo otras cosas’”, reflexiona Tavo Castillo. Y agrega: “Las ideas de Lennon siguen vigentes mientras el sistema que domina el mundo no cambie”. 
     Para nosotros, en Lima, Perú, bastaría saber que, si hay alguien como Eduardo “El Mono” Chaparro, que funda un local nocturno llamado Sargento Pimienta —que funciona casi ininterrumpidamente durante 40 años—, significa que, de una u otra manera, Lennon sigue ahí. Quizá con cabello blanco y con los lentes más gruesos que antes.

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Desde Julia, dándolo a luz, desapareciendo, volviendo a su vida cuando él tenía 14 años, enseñándole sus primeros acordes de guitarra y volviéndose a perder al poco tiempo tras ser atropellada por un policía ebrio, pocas fueron las mujeres que se convirtieron en instituciones sentimentales de su vida, las que le dieron amor. La tía Mimi, hermana de Julia, sería quien lo criaría, la que lo vería convertirse en una estrella de rock y también, lamentablemente, quien sufriría  su muerte. Ella viviría hasta 1991. En la juventud de Lennon, Cynthia Powell, su primera esposa, aunque postergada ante las celosas fans, le daría algo de seguridad y su primer hijo, Julian, también postergado por el trabajo de su padre. Todos eran accesorios del Beatle sarcástico que cantaba “Help!” y “Can’t Buy me Love”, aunque él mismo no pudiera ni ayudarse ni comprarse amor. Hasta que llegó Yoko Ono. La artista japonesa de vanguardia era siete años mayor que Lennon y, sin duda, también tenía algo que él anhelaba, atrapado entre tanto contrato y obligación Beatle: libertad. A Lennon, casi un símbolo de la paz andante, se le ha asociado a muchos episodios de violencia y bravuconería. Pues todos sucedieron antes de Yoko.
    Si bien muchos la señalan como el motivo de separación de la banda, lo cierto es que basta ver el filme "Let it be" para saber que los vínculos afectivos entre los ‘Fab Four’ estaban en decadencia y no era solo por la presencia de Yoko, sino que hasta George Harrison perdía su permanente actitud zen ante Paul: “Tocaré lo que tú quieras que toque, Paul. Incluso si no quieres que toque, no lo haré”, le dice en un tenso momento a McCartney. Sobre aquellos días, Lennon le contaría a Andy Peebles, en la ya mencionada entrevista: “¿Sabes? Ella [Yoko] sencillamente aparecía por allí y hacíamos… bueno, si los Beatles hubieran estado menos tensos con ella, probablemente hubiera habido algo”. 
    
Hay que comprender a John, porque ¿cómo te sentirías si tus amigos, esos a los que admiras y con los que creas arte, trataran con desprecio a la musa que consideras el amor de tu vida? Los años posteriores, sobre todo el período de silencio discográfico entre 1975 y 1980, antes de la publicación del "Double Fantasy", dejan evidente que todo lo que quería Lennon era estar con Yoko y con su hijo Sean. En la entrevista de Peebles cuenta pormenores, como las largas caminatas con Yoko, llenas de ideas y sonrisas, los planes artísticos siempre de a dos, la distancia que había tomado de sus amigos, y la etapa de John como “ama de casa”, en la que se llama a sí mismo “maestro del arte del arroz”. El Club de Corazones Solitarios del Sargento Pimienta había perdido a uno de sus miembros fundadores.

Here, there and everywhere
Si había algo que Lennon desconocía era el seguimiento del que era víctima por parte de la CIA o el FBI. Si bien sabía que Nixon no lo recibiría con los brazos abiertos en Estados Unidos (ya le habían rechazado la visa cuando pensaba ir a Nueva York junto a Yoko para realizar su segundo Bed-in, es decir, la protesta pacifista desde la cama que había hecho antes en Ámsterdam), para Lennon, aparte de los cargos de posesión de marihuana que le habían colgado alguna vez, su único delito era decir, en voz alta, “Give peace a chance” en plena guerra de Vietnam. Quizá por todo eso e, indudablemente, por lo que sucedería 48 horas después, la pregunta final de Peebles es estremecedora.

Andy Peebles: Una última pregunta: ¿qué tal tu vida privada y tu propia sensación de seguridad? […] Bowie dice que aquí nadie se alborota tanto y que, si lo ven, apenas le dicen “Hola, David, ¿cómo estás?”. 
¿Es así para ti?
John Lennon: Sí, es lo que finalmente me hizo quedarme aquí […]. La gente no podía darse cuenta de lo que era cuando salí de Inglaterra, aún no podía ir por la calle. Yoko me dijo que sí, puedes andar por la calle. Pero yo andaba tenso, esperando que alguien me dijera algo, o me saltara encima, y me llevó dos años relajarme. 

Lo que Lennon no sabía es que era seguido de cerca, antes que por Mark David Chapman, por quienes ya mencionamos. El documental "US vs John Lennon "(2006) trata, justamente, de lo inconveniente que era para el gobierno de Nixon tener a un tipo famoso “con ideas izquierdistas” al que se le ocurría pedir power to the people e invocar al mundo give peace a chance. “Lennon ha mostrado interés en ‘actividades de extrema izquierda en Reino Unido’ y es conocido por simpatizar con comunidades trotskistas en Inglaterra”, le escribió el mismísimo J. Edgar Hoover, director del FBI, a Nixon por aquel tiempo, evidenciando las prácticas políticas que Julian Assange y Wikileaks demostraron hace casi cinco años y que se mantienen hasta nuestros días. Incluso existen versiones que hablan de una conspiración en el asesinato del cantante. Una teoría sórdida y nunca comprobada.
     Con el único con quien Lennon nunca tuvo un problema fue con Ringo Starr. Grababa discos con él y se iban de farra junto a Keith Moon, baterista de The Who, y Harry Nilsson (el de “Everybody´s talkin”, la canción de "Midnight Cowboy"). Con 
George Harrison la molestia fue solo temporal, tras la publicación de su autobiografía, "I me mine". “Ha publicado nuestros secretos… Y ¡yo no salgo! Habla de los jodidos saxofonistas que han tocado con él… y pasa de mí…”, le diría Lennon a Playboy. 
     Con Paul McCartney la amistad siempre fue irregular, aunque con más distancias que acercamientos tras la disolución del cuarteto. Lennon, incluso, le dedicó el tema “How do You Sleep?”, en que le da con todo (con frases del tipo: “The only thing you done was ‘Yesterday”). Otros amigos y compañeros con los que Lennon mantuvo cierta cercanía fueron Elton John, Billy Preston, David Bowie, Keith Richards, Frank Zappa o Klaus Voorman —diseñador de la portada del álbum Revolver—, pero nadie mantuvo con él tanta comunión artística, profunda y humana, como sir Paul. “Para mí lo más triste era saber que no le iba a volver a ver más, que no íbamos a pasar ya ratos juntos”, dijo McCartney, hace poco tiempo, sobre su reacción al enterarse de la muerte de su eterno partner. 
     “John Lennon fue muchas cosas para mucha gente: poeta, rockero, líder, buscador de problemas, padre, esposo, hombre. Mientras yo crecía, para mí fue un ídolo. El trabajo de John Lennon tuvo la marca de su exquisita belleza y honestidad brutal”, confesó el actor Kevin Spacey en el 2001, en un concierto realizado poco después de los atentados del 11 de setiembre y antes de interpretar, con una maestría sorprendente, su propia versión de “Mind Games”. “Estoy indignado porque este apasionado profeta de la paz y tantos otros no están con nosotros aquí porque vivimos en un mundo demasiado violento”, acotó. Será por eso, tal vez, que aquella canción, originalmente, se titulaba “Make Love, Not War”. 
     Lennon fue (y es) un músico; fue (y es) un profeta de su tiempo, del nuestro, del que viene. Aunque en su momento final también pensara que todo iba a pasarle en el futuro, menos no estar ahí. Por eso es estremecedor este instante de la entrevista con la revista Playboy, en setiembre de 1980, poco antes de su trágico fin.

Playboy: ¿Qué esperas de los ochenta?
John Lennon: Podemos hacer realidad nuestros sueños. Todo es posible… Pero no esperen que ni Ronald Reagan, ni Bob Dylan, ni John Lennon, ni Yoko, ni Jesucristo vayan a hacerlo por ustedes… Tienen que hacerlo ustedes mismos, son sus propios sueños.

A 35 años de su partida y con un número de aficionados muchas veces mayor al que tuvo en vida, a John no solo lo extrañamos quienes hemos convertido su música en soundtrack de nuestras existencias, sino, sobre todo, las dos viudas que, en verdad, dejó desconsoladas: Yoko Ono y Paul McCartney.

Lea más sobre la vida del ex-beatle en el artículo “lennon, más allá del mito” de
David Francisco Sobrevilla aquí.

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