“Autor de nuevas incursiones, de la aventura poética y del éxtasis sensual", dijo la Academia sueca en el año 2008.
“Autor de nuevas incursiones, de la aventura poética y del éxtasis sensual", dijo la Academia sueca en el año 2008.

Jean-Marie Gustave Le Clzio nunca pens que ganara el Nobel y mucho menos que un galardn de ese calibre iba a acarrearle la muerte, aunque fuera de manera transitoria. El asunto es que cuando se anunci que haba obtenido el codiciado premio en octubre del 2008, un desaprensivo internauta revel, a travs de la versin en espaol de Wikipedia, que el escritor, al conocer la noticia, debido a la sorpresa, sufri un infarto de miocardio y fue ingresado en estado crtico en el hospital Charles de Gaulle de Pars, donde falleci a las 13:05. Desde luego, esta informacin fue corregida poco despus, pero lo cierto es que durante algunos minutos estuvo clnicamente muerto para los usuarios que consultaban su biografa en esa pgina web. Aunque haca 23 aos que la Academia sueca no se dignaba honrar a un novelista francs, podemos imaginar la gran sorpresa que se llev Le Clzio aquel jueves en que recibi la llamada de Estocolmo que le anunciaba la distincin. Por entonces viva en Albuquerque, Nuevo Mxico, ajeno a los fastos literarios, y su nombre no figuraba entre los favoritos. Su ltimo coterrneo premiado era nada menos que Claude Simon, uno de los ms conocidos innovadores del nouveau roman, movimiento que influy en sus inicios como narrador. Por tanto, nada haca presagiar que el Nobel recaera en alguien que se haba nutrido de esa corriente, as como del existencialismo. Sin embargo, los acadmicos escandinavos destacaron que Le Clzio era un autor de nuevas incursiones, de la aventura potica y del xtasis sensual, explorador de la humanidad, dentro y fuera de la civilizacin actual. Por supuesto, Le Clzio no era ningn advenedizo. Escritor prolfico, a la sazn ya contaba con ms de medio centenar de libros, entre novelas, colecciones de cuentos, ensayos, relatos de viajes, memorias, biografas, poesa, traducciones y obras de literatura infantil y juvenil. Ms aun, en una encuesta realizada por la revista Lire en 1994, los lectores lo haban elegido como el escritor francfono vivo ms importante, pese a que todava estaban vigentes figuras de la talla de Julien Green, Nathalie Sarraute, Maurice Blanchot, el mismo Claude Simon, Alain Robbe-Grillet y Michel Tournier. Sin duda, gozaba del favor del pblico, aunque cabe precisar que la crtica tambin haba celebrado sus mritos, los mismos que haban sido corroborados por galardones tan prestigiosos como el Renaudot o el Paul Morand, que concede la Academia francesa. Le Clzio irrumpi muy joven en las letras francesas. Nacido en 1940, en Niza, su familia provena de la isla Mauricio, en el sudoeste del ocano ndico, a unos 900 kilmetros de la costa oriental de Madagascar. Mauricio pertenece al archipilago de las Mascareas, que, luego de ser descubierto por navegantes portugueses a comienzos del siglo XVI, pas a manos de franceses e ingleses. Los padres de Le Clzio eran primos hermanos y descendan de bretones que se haban establecido en Mauricio en el siglo XVIII. El escritor siempre ha sentido una filiacin especial por esta isla, con la que se identifica fuertemente, aun cuando solo ha residido all unas temporadas y recin en su adultez. Segn ha revelado, el estallido de la guerra impidi que naciera en el continente africano. Su padre, mdico de profesin, haba ejercido su labor en Camern y, ms tarde, en Nigeria. Cuando su esposa qued embarazada, decidi enviarla a Niza, donde sus suegros, para que diera a luz. Por desgracia, poco despus del nacimiento de Jean-Marie Gustave, la ofensiva alemana puso en jaque a Francia y se cortaron las comunicaciones. La familia Le Clzio qued escindida y el nio permanecera junto con su madre y su nico hermano en Niza hasta el fin de la contienda. El inicio de la vocacin literaria de Le Clzio se remonta a su temprana infancia. Segn ha contado, comenz a escribir a los siete aos, en el barco que lo llevara a Nigeria en 1948 para reencontrarse con su padre. As, de repente, haba descubierto dos placeres que ya no lo abandonaran ms: la escritura y el viaje. Por lo dems, su precocidad explica que consiguiera pergear una novela con apenas 23 aos, como es el caso de El atestado (1963), brillante incursin en el gnero que le vali el premio Renaudot. Despus public un libro de cuentos titulado La fiebre (1965) y otra novela, El diluvio (1966). Estas primeras entregas muestran a un escritor que an acusa la influencia del existencialismo de Sartre y Camus, y, sobre todo, de los preceptos del nouveau roman, que estaba muy en boga y haba insuflado un aliento distinto al arte de novelar. Quin sabe, tal vez Le Clzio se dej arrastrar por una ola que haba zarandeado al medio intelectual o, acaso, quiso buscar nuevos rumbos y forzar los lmites del lenguaje.

* * * Ahora, con motivo de su prxima visita al Per, el novelista ha tenido a bien responder algunas cuestiones sobre su trabajo. As, a propsito de sus comienzos, hemos querido saber por qu el estilo de aquellos libros iniciales es tan distinto del que caracteriza a sus obras posteriores. Pretenda seguir el comps que marcaba el nouveau roman en aquellos tiempos? Estaba ms interesado en explorar las posibilidades del lenguaje y las innovaciones tcnicas? No s dice, pienso que mi escritura sigui una evolucin normal, desde los experimentos de una poca agresiva, cuando prevaleca un cierto terrorismo intelectual en Francia: los ucases del nouveau roman, la pretensin de los estructuralistas, la politizacin intolerante de los maostas (la fantasa de creer que una revolucin iba a solucionar todo) y, ms que nada, las referencias a un medio literario francs completamente cerrado, ignorante de la realidad exterior. Despus de una crisis, yo tena que escoger la libertad. Le Clzio es un escritor atpico que ha preferido vivir lejos del mundillo literario de la metrpoli, en consonancia con su espritu libre y su inters por conocer sociedades con una cosmovisin distinta a la europea occidental. Su errancia natural lo ha animado a vivir largos aos fuera de Francia, ya sea en Tailandia, Mxico, Panam, Estados Unidos, Inglaterra, el Sahara o Corea, pases que ha recorrido con la obstinacin de un trashumante. En consecuencia, le preguntamos si se considera un escritor extraterritorial dentro de las letras francesas y cules son los vnculos que lo unen a esa tradicin. Yo escribo en lengua francesa afirma. Esta lengua y el conjunto extraordinario y diverso de su literatura me dan el sentimiento de vivir en un ocano de ideas y de formas, no en un territorio cerrado. Mis referencias en francs son Rabelais, Madame de Duras, Hugo, Rimbaud, Segalen, Colette, Csaire, Malcolm de Chazal, y ahora los jvenes escritores de frica o de Canad, como Rjean Ducharme, Alain Mabanckou, Wilfried NSond, Dany Laferrire. No creo que el microcosmos de Pars (o de Nueva York, o de Madrid) tenga ms importancia y merezca ms deferencia. Pero no es por provocacin, sino por instinto: para m es un asunto de ms respiracin. Me gusta leer novelas de otras culturas, como las de Bi Feiyu, en China; o de Han Kang, en Corea del Sur, y, naturalmente, las de Kenzaburo O y Mishima en Japn. Cuando insinuamos que advertimos en l una sensacin profunda de desarraigo, lo que motivara su urgencia de recorrer el mundo, se apresura a atajarnos: Perdn, yo no recorro el mundo, sino cambio de reas, a veces por necesidad econmica (ense varios aos en Mxico, despus en Estados Unidos, a menudo por curiosidad, para escuchar idiomas ajenos y descifrar otras miradas). En algn momento de su juventud, Le Clzio sinti la tentacin de escribir en ingls quiz para continuar la misma senda de sus admirados Conrad y Stevenson, pero se desanim a raz de las turbias maniobras del colonialismo britnico en relacin con la isla Mauricio. Si bien hoy ostenta una doble nacionalidad como francs y mauriciano, ha asegurado que su patria verdadera es la lengua. Y eso cobra sentido si reparamos en los vaivenes de su biografa. Su primera infancia est ms ligada a Francia y a la ciudad de Niza, al hogar que su madre comparta con sus abuelos. Ms tarde, a los ocho aos, debi viajar a Nigeria para reunirse con su padre, quien s era oriundo de Mauricio, aunque se haba marchado pronto de la isla para estudiar medicina en Londres. En su condicin de britnico, haba optado por trabajar en pases lejanos como Guyana, antes de trasladarse a frica para ejercer su profesin en una apartada zona rural, donde era el nico habitante blanco. Este continente signific un deslumbramiento para el nio Jean-Marie Gustave, una inmersin en la naturaleza salvaje e hipntica que contrastaba abismalmente con la realidad europea a la que estaba acostumbrado. El contacto con una cultura tan diferente de la suya ampli su concepcin del mundo y fue el detonante de un ansia de conocimiento que lo impulsara a adentrarse en territorios marginales, en busca de aquellos pueblos que an atesoran un saber ancestral. No obstante, su estada africana tambin llegara a su fin. Regres a Francia y, al final de su adolescencia, viaj a Inglaterra para ingresar en la Universidad de Bristol. Luego, prosigui su formacin en Niza. Y, en medio de tantos desplazamientos, fue germinando su devocin por Mauricio, la tierra de sus intrpidos antecesores y cuyas historias escuch por boca de sus abuelos. Por ello, intuimos que su debilidad por esa isla mtica es el producto de una memoria heredada a travs de sus familiares, quienes azuzaron la imaginacin del infante con gestas aventureras y otros prodigios, los mismos que ms adelante alimentaran sus novelas. No habr sido Mauricio una especie de sueo, un ideal que lo indujo a fabular, como si de ese modo pudiera recuperar aquel territorio anhelado que la guerra le arrebat? Tiene usted razn responde. La isla Mauricio que conozco no existe realmente, es ms bien una fantasa que recib a travs de mi familia y de mis lecturas, pero esto no significa que carezca de realidad, puesto que uno vive sus obsesiones y deseos sin necesidad de pruebas. Lo que es verdad es que me siento desterrado, sin races reales. Creo que debo este sentimiento, ms que a mi niez durante la guerra y los aos siguientes, al hecho de que toda mi familia estaba fuera, a mi evidente extraedad (me acuerdo que en mi infancia trat de reunir una coleccin de estampillas y que no consegu intercambiarlas con los nios de Niza, pues todas provenan de territorios que ellos no conocan, como Mauricio, Trinidad, la Guayana Britnica, Sudfrica o Nigeria. Qu podan hacer con ellas?). Por otra parte agrega, me nutra de la literatura francesa, que para m tena algo misterioso y extico (Maupassant, Gide, Proust). De ah viene mi conviccin de que la literatura no habla de lo real, sino que es una invencin interior, una especie de pasta donde se mezclan la memoria, la imaginacin y la cultura. Siempre me sorprenden las referencias a la modernidad de Marcel Proust, quien, en su tiempo, era completamente ajeno a la cultura francesa, por ser judo, homosexual y rentista. En esa poca, una sola de estas etiquetas poda resultar criminal. Esto demuestra el valor del arte como expresin independiente, que a veces se opone a la cultura general de su tiempo. En buena cuenta, Le Clzio es un grafmano que requiere trasladar sus experiencias a la escritura para poder asimilarlas con plenitud. Sus novelas son hitos que corresponden a los derroteros de su itinerario vital, como sucede con Tierra amada (1967) y El libro de las huidas (1969), que reflejan su preocupacin ecologista; o con La guerra (1970) y Los gigantes (1973), las cuales inciden en las contradicciones de la civilizacin moderna y la alienacin del hombre contemporneo. Despus, a medida que se multiplicaban sus viajes, se esforz en poner al descubierto las limitaciones que encierra la mirada occidental y se lanz a explorar otros mbitos. En esa perspectiva, uno de sus logros mayores es Desierto (1980), novela sobre los hombres azules del norte de frica y la inmigracin forzosa a Europa, escrita con una prosa que sobresale por su precisin e intensidad, y en la que sus descripciones del paisaje fsico se amalgaman maravillosamente con sus incursiones en el paisaje interior. Asimismo, a la par que se compenetraba con nuevas culturas, el novelista volva sobre su pasado y escarbaba en los confines de la memoria, como lo prueban El buscador de oro (1985) y La cuarentena (1995), que evocan las peripecias de su abuelo en las islas Mascareas. En cierta ocasin, Le Clzio se refiri a sus influencias literarias y coment que le haba interesado Salinger por la sencillez y la sutileza con que expone los conflictos entre el individuo y la sociedad. Igualmente, haba apreciado el lirismo descarnado de Faulkner y sus innovaciones formales, as como el temperamento aventurero de Hemingway y su afn por absorber el ambiente natural. En cuanto a la literatura francesa, destacaba el espritu marginal de Michaux y el carcter visionario de Artaud. Le comentamos estas declaraciones y le pedimos que abundara en ellas, adems de darnos una opinin sobre sus coetneos. S, me interesan los escritores que usted menciona nos confirm, y tambin autores de los mrgenes como Lautramont, Oscar Wilde, y los grandes clsicos de la literatura castellana como el Lazarillo de Tormes o Cervantes, y, ms recientemente, un novelista nato como Juan Rulfo y los poetas mexicanos del grupo Contemporneos, etc. Del Per conozco principalmente a Jos Mara Arguedas, por el que tengo fascinacin, y empec a leer la obra de Vargas Llosa y disfruto mucho su energa y sentido del humor. Como dije antes, la literatura francesa de hoy no me atrae tanto, con su mezcla de orgullo intelectual y conformismo, con excepcin de los autores del poscolonialismo (Csaire, Larbi, Aminata Sow Fall, Achebe, Ken Saro-Wiwa), que me interesan porque considero la era colonialista de Francia e Inglaterra como el peor momento de la civilizacin.

* * * Al ser un escritor tan frtil, es necesario que indaguemos acerca de sus mtodos de trabajo. Se impone una rutina, una disciplina para escribir? Hace un plan o esquema donde figuran la historia y los personajes que va a desarrollar? O prefiere lanzarse sin saber muy bien adnde va a llegar, de tal suerte que el proceso creativo se convierte en una aventura interior, en una experiencia que equivale a la aventura fsica que con frecuencia viven sus protagonistas? Pero Le Clzio prefiere no entrar en detalles y se limita a respondernos de esta guisa: Es un surtido de esos mtodos, pero lo que para m simboliza la creacin literaria sera un espritu a la vez vigilante y distrado, una especie de conciencia alterna, cuando todo lo real resuena por dentro a la manera de esas sensaciones multiplicadas que uno experimenta en una crisis de fiebre (recuerdo de mis das de malaria en la selva del Tapn de Darin, en Panam). La fascinacin del escritor por Amrica Latina viene de muchos aos atrs. En 1967 viaj a Tailandia para realizar su servicio militar en calidad de cooperante. Sin embargo, fue expulsado del pas por haberse atrevido a denunciar el turismo sexual. Debido a ello, se le destin a Mxico, donde labor en la biblioteca del Instituto Francs de Amrica Latina. Al mismo tiempo, se matricul en la universidad para aprender las lenguas maya y nhuatl, estudios que lo hicieron enrumbar a Yucatn. Despus, entre 1970 y 1974, se instal en Panam y convivi con los indios ember-wounaan. Fue una etapa crucial en la que, entre otros aspectos, profundiz en los comportamientos rituales de la tribu, a tal extremo que se arriesg a acompaar a un brujo que quera obtener hierbas con propiedades curativas en Colombia, lo que supona atravesar la selva inexpugnable. Algunos crticos han resaltado su voluntad de conocer las culturas de los pueblos originarios de Amrica Latina, mientras que otros han sugerido que su visin puede estar lastrada por el mito del buen salvaje. Cuando aludimos a esta discusin, le recordamos que las civilizaciones precolombinas no fueron idlicas, pues tambin cometieron excesos al sojuzgar a otros aborgenes. Usted menciona los excesos con razn, pero no creo que existiera jams una sociedad ideal. Lo que me fascina en las culturas iberoamericanas (que son tan distintas unas de otras) es la parte misteriosa que recibieron del mundo que precedi al contacto europeo, que es lo mgico de aquello que se denomina realismo mgico, las costumbres que se perdieron con el costumbrismo Es difcil analizarlo. Yo no he conocido Amrica Latina por haber vivido en Mxico o Panam, sino por haber ledo, durante mi servicio militar en Ciudad de Mxico, toda la biblioteca de los cronistas e historiadores (incluyendo a Guamn Poma de Ayala y el Inca Garcilaso de la Vega). Estas lecturas me dieron una especie de visin virtual del mundo moderno en Amrica, como si gracias a ese instrumento yo pudiera contar con una mquina para visualizar a los fantasmas. Me imagino que esto tiene que ver con las circunstancias, pues, en otro tiempo, me hubiera podido ocurrir en Mesopotamia o en Grecia. Le Clzio ama los viajes, pero no es un escritor viajero corriente. No suele conformarse con visitar un lugar, sino que aspira a integrarse en el ambiente y a confrontar la idiosincrasia de sus habitantes. De ah la impresin de que su inclinacin por los viajes obedezca ms a una necesidad espiritual antes que a la compulsin de vivir los azares de la aventura. Qu piensa sobre esto? Su contestacin es directa, va al grano: No dir, como Lvi-Strauss, que odio los viajes y a los viajeros, pero vivimos hoy en un mundo donde una parte reducida de la poblacin tiene todas las facilidades, mientras que una parte considerable est encerrada en sus fronteras, tratando de escapar de la guerra o de la pobreza. El viaje no puede ser otro que uno dentro de la conciencia. A estas alturas, est claro que Le Clzio no es un aventurero, al menos en el sentido habitual del trmino. No busca emociones fuertes, sino la sintona del espritu con aquellos espacios invisibles que asoman en el dilogo mstico entre el hombre y la naturaleza. Sus libros advierten sobre los perjuicios que ocasiona el aprovechamiento desmesurado de los recursos naturales y exhortan a sostener el equilibrio del medio ambiente. Su compromiso ecolgico es genuino y surgi mucho tiempo antes de que el mundo fuera consciente de este problema. Por otra parte, debemos observar que Le Clzio, aunque intente disimularlo, cuenta con una educacin superior, ha realizado investigaciones acadmicas y ha trabajado como profesor en varias universidades del mundo. Es decir, a pesar de su vocacin marginal, no ha sido ajeno al debate intelectual. Por ello, le preguntamos si cree que un escritor debe intervenir en los acontecimientos sociopolticos y estar dispuesto a luchar por las causas justas. S, es verdad concede. Me hubiera gustado ser un hombre de accin, comprometerme con grandes causas universales. Es posible que por haber nacido durante la guerra, por haber sido adolescente en el tiempo de las guerras coloniales, me desilusionara en cuanto a mis capacidades para actuar. Los diplomas, desde luego, no son protecciones contra la injusticia general. Lo que aprend en mi niez es que una mujer educada, de buena familia, con grandes talentos artsticos, poda morirse de hambre en los aos cincuenta, sin recibir ninguna ayuda de la sociedad francesa. En lo que se refiere a la proteccin de la naturaleza prosigue, este es uno de los grandes escndalos de nuestra poca. Nunca se ha hablado tanto de las medidas que hay que tomar para salvar los mares, las selvas y las especies salvajes, y, a la vez, nunca se ha proclamado tanto el poder absoluto del ser humano sobre el mundo.

* * * Ante su inminente llegada a Lima, resulta inevitable que queramos saber cul es su visin del Per. Al menos, sospechamos que sus lecturas de los cronistas de la conquista le han permitido rastrear nuestra historia. Conozco la historia fabulosa del Per, pero muy poco su historia contempornea. Cuando estuve en Michoacn (Mxico), encontr a un antroplogo peruano, Jorge Durn, y me fascin un detalle que me cont a propsito de la greca escalonada que adorna los templos prehispnicos. l la comparaba con la estructura social y cultural de los pueblos andinos, como un rasgo de unin que vinculaba las tierras de abajo (el llano desrtico) con las sierras frtiles (de los ros profundos). Acaso no es maravilloso, aunque quiz un tanto fantstico, que un smbolo tan antiguo siga teniendo vigencia en el Per moderno? Tengo muchas ganas de conocer parte de esa verdad en mi prximo viaje, a pesar de que no se haga ahora como cuarenta aos atrs, que era por tierra y no en avioneta!. Finalmente, diremos que su trayectoria guarda una curiosa similitud con la de Mario Vargas Llosa. Ambos novelistas conocieron tardamente a su padre, lo que fue, en uno y otro caso, traumtico. Los dos sufrieron el autoritarismo y severidad paternas, una experiencia que los atemoriz y de la que solo se libraran recurriendo a la invencin literaria. J. M. G. Le Clzio ha escrito un hermossimo testimonio sobre ello, El africano (2004), donde las palabras fluyen como una cascada de piedras preciosas y siguen reverberando en nuestro pensamiento hasta mucho despus de haberlas ledo.