Leoncio Bueno: el poeta proletario
Leoncio Bueno: el poeta proletario
Jaime Cabrera Junco

Cosas del destino. Quiso ser cantautor como Atahualpa Yupanqui; sin embargo, la poesía lo sedujo más. ¿No es acaso el poeta un compositor y viceversa? Quién sabe si la música le hubiera dado fama, pues siendo un patriarca de nuestras letras no aparece en la foto oficial. Quizá esa condición haya hecho de Leoncio Bueno Barrantes el escritor que es hoy: un joven poeta de 96 años que escribe de manera espontánea, sin afanes de figuración y solo para autopublicarse en ediciones artesanales. Por eso los reconocimientos los recibe como algo inesperado. 
    “Ha valido la pena vivir tantos años entonces”, dice burlonamente en su casa de Tablada de Lurín, en Villa María del Triunfo. Este 22 de abril recibirá el Premio Casa de la Literatura Peruana en reconocimiento a su trayectoria y a su poesía. Pero ¿qué distingue a su obra? En ella destaca la crítica social. Da voz al campesino, al obrero y al migrante. Contra lo que podría suponerse, sus poemas no se quedan en lo declarativo. Los distingue, por ejemplo, trazos de humor y de ironía, especialmente a partir de su cuarto poemario, "Rebuzno propio" (1976), punto de quiebre en su obra. Impregna sus versos de un lenguaje popular, lejos de un afectado afán esteticista. Dice en su poema “Autorreportaje”: escribo lo que me hierve en los porongos,/ escribo lo que me grita desde el combo,/ escribo mi corazón piafando en una línea,/ escribo, escribo como un desconocido;/ escribo, escribo mis bramidos!

— Hijo de un golondrino — 
Nació el 2 de enero de 1920 en la provincia de Ascope, La Libertad. Su madre era una joven mulata que lo alumbró en una hacienda llamada –providencialmente– La Constancia. Su padre era un peón cajamarquino que se desplazaba a la costa en época de cosecha y cultivo de la caña de azúcar. “Era un golondrino. Venía solo por temporadas”, recuerda el poeta, quien a los 19 años llegó a Lima y trabajó como obrero de construcción. Fue operario textil y, como dirigente sindical, se adhirió al comunismo, y luego se hizo trotskista. Junto a los poetas Emilio Adolfo Westphalen y Rafael Méndez Dorich, fundó en 1944 el Grupo Obrero Marxista y su órgano de difusión fue la revista Cara y sello. Ejerció el periodismo y a la par abrió un taller de mecánica en Breña al que bautizó El Túngar. Allí se reunía con los poetas Carlos Germán Belli, Arturo Corcuera y Pablo Guevara, además de otros más jóvenes, como los de Estación Reunida y Hora Zero. 
    “Leoncio Bueno era un ícono para nosotros”, recuerda la poeta Rosina Valcárcel, la única mujer que asistía a esas tertulias. “A través de lo que se llamaba ‘poesía de la clase obrera’,  nos dio una ruta a los poetas que comenzamos en los setenta”, señala Tulio Mora, vate horazeriano. “Leoncio Bueno es una voz importante de la generación del 50, aunque no se le suele tener en cuenta porque se movió inicialmente en círculos proletarios”, afirma el crítico Ricardo González Vigil. “La crítica académica ha sido esquiva para él, al tiempo que sus obras no han sido reeditadas como se merece”, precisa Milagros Carazas, la primera crítica en estudiar en profundidad la obra de Bueno. “La entrega del Premio Casa de la Literatura Peruana es una apuesta por agitar el canon y cuestionarlo”, indica Milagros Saldarriaga, directora de dicha institución. “El medio intelectual limeño, tan complicado y celoso, lo ha ninguneado”, sostiene el investigador francés Roland Forgues, quien le dedicó un libro titulado "Cantar de un golondrino". 
    
— Casi un inédito —
Con más de 15 obras, Bueno es prácticamente el autor inédito más viejo de la literatura peruana. Si bien la primera parte de su obra completa, "Memorias de mi desnudez", se presentó en 2014, muy pocos lo han leído y valorado al margen de consideraciones políticas. 
     “No hago poemas perfectos como Eielson, como Eguren o como los surrealistas. ¿En qué reside lo que hago? En el punch. Más que en el ego, mi fuerza está en el eros. No soy exquisito, ni soy un cazador de figuras, tampoco busco una tonada. Soy un hombre que trata de exponer su cólera, su inconformidad con el mundo”, afirma el poeta. Tres millones habitarán Comas en el dos mil/ y tal vez tres millones de frutales./ En el futuro Comas será linda/ Y Lima no tendrá más cerros para invadir/ Darán Limas los cerros, escribe en su poema “Wayno de los dinamiteros” incluido en "La guerra de los runas" (1980).   
    El anuncio del premio lo ha revitalizado. Le escriben por Facebook (sí, tiene una cuenta muy activa), lo llaman por teléfono, incluso del extranjero. Su esposa y sus diez hijos, ocho nietos y tres bisnietos celebran el renacer de este poeta que se considera un peón de pico y lampa. 

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