"NN", una película sobre las víctimas de la violencia política
"NN", una película sobre las víctimas de la violencia política
Jorge Paredes Laos

El plano abierto. La cámara encuadra a un grupo de personas que excavan en un terreno árido y desolado. Solo se oye el soplido del viento, cuando alguien grita que ha encontrado algo. Restos humanos ubicados diez centímetros debajo de otro cadáver, en lo que parece ser una fosa compartida. “¿Dos cuerpos en la fosa ocho?”  —se extraña una mujer cubierta por un guardapolvo blanco—. “Nadie nos dijo que había un noveno cuerpo”. Aparte de un amasijo de costillas rotas, un cráneo con un agujero de bala, una chompa y un pantalón, hay algo más entre las ropas del cadáver que intriga a los forenses: la fotografía en blanco y negro de una mujer joven, casi una niña de mirada triste y ojos negros. Esta imagen es ahora una pista, una pieza para intentar armar el rompecabezas y saber quién es este hombre que hoy es solo una víctima anónima, un desaparecido más de los tantos que hubo en el Perú durante los años de la violencia armada.  

     En otra escena, la cámara enfoca a una mujer mayor. La piel oscura y la mirada severa. Busca a su marido desaparecido desde 1988, cuando viajaba a Huancayo. No está bien. Sufre dolores de cabeza y pesadillas, como si solo la mantuviera con vida el deseo de encontrarlo, de saber qué le sucedió. Ahora está sentada frente a Fidel, el jefe del equipo de antropólogos forenses, y le pide ver los restos de ese noveno cuerpo encontrado, que ella cree pertenecen a su esposo. Le cuenta que lleva años buscándolo, que a veces se le presenta en sueños y le dice lo que quiere. Ahora le ha dicho que tiene frío. Pero más allá del parecido de la chompa no hay más evidencias para la identificación. Entonces, le enseñan la fotografía de la muchacha. La mujer la mira por varios segundos sin ninguna expresión. No la conoce. 

     Este es el inicio de "NN", una película escrita y dirigida por Héctor Gálvez, quien ya antes nos había sorprendido con su ópera prima "Paraíso", y con la codirección, con Carlos Cárdenas, de "Lucanamarca", un documental sobre la matanza senderista de 1983. Esta vez nos muestra un drama contado en un tono seco, lúgubre, de registro, que ahonda en la vida de un grupo de antropólogos forenses que tienen que lidiar con la identificación de restos y cuerpos de desaparecidos ante la indiferencia del Estado y la presión de los familiares para quienes ellos son su última, si no su única esperanza.   

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La cita es en un café de Miraflores. En la mesa están Héctor Gálvez, el guionista y director de "NN", y José Pablo Baraybar, destacado antropólogo forense que ha seguido de cerca la elaboración del guion de "NN" y es autor de "La muerte a diario", un libro donde relata sus atribuladas experiencias en lugares como Kosovo, Ruanda, Haití, el Congo o Somalia.

"Llegué al tema de los derechos humanos de manera casual", dice Gálvez. "Yo trabajaba en una ONG que atendría a los desplazados de la violencia política y luego ingresé a trabajar a una productora que fue contratada por la CVR para hacer documentales. Es como si el tema me hubiera buscado a mí", relata. Asegura que la idea del filme surgió también por azar. "Un día, con una amiga que es fotógrafa forense, nos fuimos a tomar un café. Me contó que habían hecho una exhumación y que habían encontrado un cuerpo, un varón, pero no había más información, salvo que en el bolsillo de su camisa estaba la foto de una chica. Yo me quedé con esa imagen. Recuerdo que esa noche, en mi casa, comencé a escribir lo que fue el embrión de "NN". ¿Quién era ese cuerpo? ¿Quién era esa chica?". 

     La película tiene un ritmo sostenido y claroscuro. “He tratado de mantener ese tono sobrio para no exacerbar más algo que ya de por sí es doloroso”, reflexiona Gálvez. “Esa mujer que busca por años a su esposo, estos forenses que están viviendo, como dice el libro de José Pablo, con la muerte a diario. Claro que en una ficción uno puede dramatizar más algunas cosas, pero he tratado de mantener un tono de respeto. A mí me parece importante hablar no de lo que pasó sino del presente. De esas secuelas que muchos no quieren ver en la actualidad. Algo que discutíamos siempre con José Pablo era el tema de quién cometió los excesos, en la película no se menciona si fueron terroristas o militares, ni siquiera aparece la palabra violencia política. En realidad queríamos centrarnos más en lo humano”. 

     Fidel, el protagonista de "NN" interpretado por Paul Vega, es un forense de mediana edad que se mueve entre la angustia y la frustración por no poder descubrir la identidad de ese noveno cuerpo. ¿El personaje está inspirado en José Pablo Baraybar? Se lo preguntamos y él suelta una carcajada. “Menos deprimido, seguro”, dice el director del Equipo Peruano de Antropología Forense (EPAF). Luego apunta: “Tú sabes que la frustración mayor es que la respuesta final que le damos a un familiar sea solamente eso que queda. Es decir, de esa persona que comía, tenía hijos, mujer, etcétera, tú entregas solo una caja de leche con unos pocos restos adentro, y como experto crees que estás haciendo un acto de bien, que ya cerraste tu deuda con la sociedad, pero eso es una estupidez. Es una mentira absoluta”, enfatiza. Seguidamente se pregunta: “¿Después de hacer eso puedes irte a dormir tranquilo?”.

     Les pregunto por lo inquietante que debe ser convivir con el horror. “Yo estaba ciego por una mala práctica médica cuando Héctor empezó a hacer el guion”, se apura en responder Baraybar. “No lo veía pero lo escuchaba y hablábamos en la casa. Fue para mí un momento catártico hablar de cosas reales que figuran como pinceladas en la película. Yo creo que la oscuridad es propia del tema. No puedes convertir esto (el filme) en una cosa tipo Indiana Jones o hacer un thriller. No es posible. La convivencia es sumamente compleja, por decir lo menos, y se basa fundamentalmente en el escape, en el abuso incluso del alcohol o el sexo, a alguien se le dio por no bañarse. Es terrible”.

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En uno de los momentos tensos de la película, los personajes discuten sobre cómo decirles a los familiares de una niña desaparecida que de ella solo queda un pedazo de rodilla. “Eso está basado en un hecho real —comenta Gálvez—, aunque nosotros le bajamos el dramatismo para hacerlo creíble”. “En realidad era solo polvo”, agrega Baraybar. “Eran los restos de una niña de Parcco Pomatambo, en Ayacucho, de quien solo quedaban tres gramos de hueso en polvo. Eso es lo que se tuvo que entregar a los familiares”. 

     Estas decisiones extremas no son excepcionales. Baraybar recuerda el caso de La Cantuta donde, como si fuera una escena sacada de una novela negra, dos cuerpos tuvieron que ser sepultados juntos. “De la estudiante Dora Oyague solo quedaron las dos piernas —cuenta— y de Bertila Lozano, la pelvis y algunos huesos más. Lo problemático era que solo había un cráneo y después de los análisis de ADN no se pudo establecer a cuál de las dos pertenecía. Hablamos con las mamás y les dijimos lo que pasaba. Logramos convencerlas de que ambas fueran enterradas en un cajón, compartiendo el mismo cráneo”. 

     “Es lo que nos toca”, dice Fidel en la película, mientras mira fijamente el vacío. A través de ese trabajo incesante y traumático de los antropólogos forenses, "NN" —que ha recorrido varios festivales antes de su próximo estreno local y que le ha merecido a Gálvez el premio a mejor director en el Festival Internacional de Cine de Cartagena de Indias— visibiliza un problema que muchos prefieren obviar: los miles de desaparecidos que existen en el Perú (13.721 casos para el EPAF y más de 15 mil para el Ministerio Público). Como dice Héctor Gálvez, citando a Rulfo: “Los problemas sociales se pueden plantear también de manera artística”. Y esta cinta trata de hacer eso. Recuperar, desde la ficción, una memoria, una historia perdida.  

La campaña #Reúne
El estreno de NN coincide con la campaña #Reúne, impulsada por la Coordinadora Nacional de Víctimas de la Violencia Política (Conavip) —que agrupa por primera vez a familiares de civiles, militares y policías desaparecidos durante los años 1980 al 2000—, para lograr la aprobación de una ley que facilite y promueva la búsqueda de los cuerpos. Durante años la legislación peruana solo ha perseguido la judicialización de los casos, pero no ha apuntado al hallazgo de las víctimas, a pesar de que se conoce la ubicación de más de seis mil lugares de entierros y fosas comunes. Como dicen los promotores de esta iniciativa —que tiene el respaldo de la Conferencia Episcopal Peruana, el Concilio Nacional Evangélico, la Defensoría del Pueblo y el Comité Internacional de la Cruz Roja— lo que se busca es comprometer al Estado con un marco legal que incida en la búsqueda, la identificación forense, los rituales fúnebres y el apoyo psicológico a los familiares. Es decir, priorizar lo humanitario a lo judicial. Hoy, cuando se conmemora el Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzadas, es una buena ocasión para reflexionar sobre este tema. La palabra la tienen el Congreso y también las nuevas autoridades políticas que ingresen el 2016. 

Mira el trailer oficial de la película:

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