Polígrafa, el taller gráfico más importante de Europa, en Lima
Polígrafa, el taller gráfico más importante de Europa, en Lima
Jorge Paredes Laos

Dicen que era muy escrupuloso a la hora de realizar un grabado. Mandaba a hacer hasta 20 pruebas antes de dar el visto bueno final, el famoso bon à tirer. Y después de la impresión, las planchas y copias que no iban a formar parte de la serie eran rayadas y destruidas para evitar posibles ediciones no autorizadas. Otro contemporáneo suyo, Antoni Tàpies también creía en el poder del grabado. Tanto su obra pictórica y gráfica —aseguraba— eran trabajadas con el mismo espíritu. La diferencia era que con el grabado podía multiplicar las imágenes.

Aparte de ser catalanes y amigos, Miró y Tàpies compartieron algo más: ambos pasaron por los talleres de Polígrafa. Obra gráfica, el centro de grabado más importante de Barcelona. La historia se inició en 1970 cuando Miró convenció a su amigo, el hoy galerista y merchante Joan de Muga, de abrir un taller de aguafuerte, litografía, grabado en madera y otras técnicas de impresión tradicionales. Miró era ya un artista consagrado y un amante de las artes gráficas. Polígrafa nació bajo su impulso e inmediatamente Tàpies se hizo cliente de la casa. Por eso el primer grabado que salió de los talleres fue una obra suya.

Eran los años setenta y Barcelona vivía una coyuntura especial. Muchos artistas latinoamericanos llegaban exiliados, escapando de las dictaduras en sus países, o atraídos por las facilidades de visado y  la efervescencia cultural que se vivía en la ciudad. Esa circunstancia hizo que Polígrafa acogiera pronto a importantes creadores de distintas latitudes. Su lista de clientes lo dice todo: latinoamericanos como Roberto Matta, Wifredo Lam, Rufino Tamayo, Francisco Toledo; y también británicos y estadounidenses como Henry Moore, Francis Bacon, Robert Motherwell, Christo, John Cage y Kenneth Noland.

Estéticas, corrientes y nacionalidades diversas que más de 40 años después han permitido al taller catalán reunir una de las colecciones de grabado más eclécticas, pero también más potentes y representativas del arte contemporáneo. Parte de esta colección ha llegado a Lima para ser exhibida en el
Icpna, y nos muestra la vitalidad y versatilidad de una técnica que hasta hace unos años, por su carácter seriado, era vista injustamente como un arte menor. 

* * *

En la galería Germán Krüger Espantoso se han dispuesto más de 120 obras, entre cuadros y alguna instalación. “Lo que hemos intentado hacer es abarcar las décadas de actividad del taller, y que estuvieran representadas todas las técnicas y los artistas con los que alguna vez hemos trabajado”, dice José Aloy, actual director artístico de Polígrafa, quien llegó a Lima para presentar la exposición.

La muestra no es, como podría creerse, un recuento cronológico, sino una especie de recorrido por estéticas y movimientos diversos, de lo figurativo a lo abstracto, desde el pop hacia lo óptico. Un viaje por corrientes que se cruzan entre sí y que abren un diálogo entre el pasado y el presente, sobre todo en un momento en que el grabado vive una especie de boom.

“El grabado es una técnica que hoy cumple una función tan importante como cualquier otro medio de expresión artística”, reflexiona Aloy. “Los artistas lo utilizan como parte de obras cada vez más complejas e interdisciplinarias, y nosotros somos solo un eslabón de esa cadena. Lo que buscamos es poner en sus manos unas instalaciones, que pretendemos sean de primer nivel, en las que puedan expresarse con la misma calidad como lo podrían hacer en un lienzo o en un mármol”, dice.

Esa expresividad salta a la vista en obras tan disímiles como las ilusiones ópticas del venezolano Carlos Cruz-Diez, las enigmáticas sombras del cubano José Bedia o los irreverentes grabados del mexicano Dr. Lakra, para citar solo tres de los más de 50 artistas que reúne la exhibición.  

* * *

Según explica José Aloy, en estos momentos existen dos mercados para las artes gráficas: uno que valora la excelencia de la técnica y otro que busca precios más asequibles. Al no ser una pieza única, un grabado resulta más económico que una pintura, algo que no le resta calidad ni originalidad. “Lo único que se podría perder es exclusividad, porque uno comparte la misma obra con diez o cincuenta personas más”, agrega Aloy, “pero eso podría tener otra lectura: nos pasa a menudo que casi toda una edición es adquirida por un museo, entonces los pocos coleccionistas privados que acceden a ella tienen el privilegio de disponer de una pieza que forma también parte de instituciones de prestigio”.

Aunque en esta muestra limeña no hay obras peruanas, por los talleres de Polígrafa han pasado Fernando de Szyszlo y José Tola, quien dos años atrás presentó en Art Lima grabados hechos en la casa catalana; y creadores de generaciones recientes como Fernando Bryce y Sandra Gamarra. 

TAGS

Contenido sugerido

Contenido GEC