Los retos de la próxima década
Los retos de la próxima década
Gastón Acurio

El año 2026 está a la vuelta de la esquina. Diez años se pasan volando. ¿O acaso no sentimos que fue ayer cuando el hoy presidente era el premier y el nuevo premier era el ministro de Economía? En la última década, el Perú avanzó y allí están las estadísticas para refrendarlo. Hoy, sin embargo, lo importante es entender cuáles son las oportunidades que el país tiene para el futuro.
    En este siglo el Perú puede crecer hacia la prosperidad, y es necesario comprender el panorama de estos tiempos para diseñar una estrategia visionaria y audaz, que nos permita conectarnos con la revolución comercial y tecnológica que viviremos en un mundo de conocimientos compartidos, en el que podremos acceder a la información más sofisticada en la medida que construyamos un entorno que promueva su acceso a ella.
    Y es que en los próximos diez años muchas cosas sucederán. Según Ray Kurzweil en su ensayo "La era de las máquinas espirituales", las computadoras estarán por todas partes: en las sillas, en nuestros lentes, en las ventanas. Las que llevemos en nuestros bolsillos serán tan poderosas que con ellas podremos acceder a todos los documentos y la información producida a lo largo de la historia.
En las escuelas el profesor dejará de ser un portador de datos para convertirse en una suerte de mentor —de hecho, la profesión de maestro será una de las más valoradas— de alumnos que recibirán una educación con la misma calidad y condiciones gracias a una enseñanza principalmente virtual, que acercará al estudiante a la excelencia sin importar dónde se encuentre.
    Todo estará tan interconectado que pasaremos del Internet de la información a uno que actuará directamente en nuestra vida. La medicina dejará de ser reactiva y genérica para convertirse en preventiva y personalizada, incorporando en nuestros relojes y ropa minidispositivos de salud que nos diagnosticarán males crónicos o agudos para recomendar tratamientos a nuestra medida.
    Las oficinas públicas contarán con máquinas inteligentes que evitarán decisiones erradas. Las impresoras 3D estarán en cada hogar y con un clic tendremos los productos que hoy recibimos en días. 
    En la alimentación, Peter H. Diamandis afirma, en "Abundancia", que la agricultura vertical dará el gran paso a una generación de alimentos no transgénicos y libres de pesticidas y fertilizantes. Estos se producirán diez veces más que con cualquier otra técnica, con ocho veces menos agua y en una superficie diez veces menor, con costos de transporte bajísimos y un mínimo desperdicio, debido a la cercanía de su producción. 
    La carne in vitro empezará a hacerle competencia a la animal, y se reducirá con ello la presión ambiental que la producción de esta ejerce sobre el planeta. Asimismo, con una acuicultura sostenible y no contaminante, además de la prohibición de la depredadora pesca de arrastre, se empezará a recuperar el ecosistema marino, hoy amenazado.
    En la producción de bienes y servicios, las tendencias de consumo materialistas se irán desmoronando ante un consumidor cada vez más consciente y conectado, que valorará sobre todo productos y experiencias que prometan un bienestar multifacético para el cuerpo, el ánimo, el ambiente y la economía. Se contribuirá con ello a combatir prácticas productivas, comerciales y empresariales que atentan contra la salud, la justicia y la sostenibilidad del planeta.
    Y es así como —gracias al uso avanzado y compartido de las nuevas tecnologías, la robótica, la inteligencia artificial, la nanotecnología, los networks and sensors, la manufactura digital, la bioinformática, la biomedicina y otras— iremos construyendo, en este mundo conectado, compartido, informado y consciente, un nuevo estilo de vida con mayor equidad, justicia y sostenibilidad para la mayoría de seres humanos.
    Es cierto, es una mirada optimista del mañana. Y es que los cocineros somos optimistas por naturaleza. Es verdad también que mucho de lo mencionado ya está sucediendo, y es probable que algo de lo dicho no nos guste (¿alguien dijo carne in vitro?), pero, al final, lo importante es entender que vivimos en una era de cambios fascinantes que generarán bienestar a millones de personas y que, por ello, el Perú debe plantearse hoy mismo la tarea de ser una nación protagónica. Si tenemos claro que nuestro país encaja en los nuevos paradigmas por venir, en las necesidades de consumo por valorar, en los grandes desafíos y problemas de la humanidad por resolver, entonces podremos ir con todo hacia el diseño de un ecosistema que haga que todas esas nuevas tecnologías encuentren en nuestro país el gran escenario para ser desarrolladas. 
    En la agricultura, la pesca, la manufactura, la medicina, la alimentación, la educación, el comercio, el turismo, la cultura, el arte y en la vida diaria de los peruanos, estas tecnologías pueden hacer mucho,y combinadas todas juntas pueden convertirnos en un país modelo. En uno que sabrá abrazar las oportunidades de su biodiversidad, de sus recursos naturales y su riqueza multicultural, con los avances de la ciencia para construir juntos una sociedad de bienestar, paz y libertad, en la que todos, sin distinción ni discriminación, podamos hacer realidad nuestros sueños.

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