Daniel Horna, profesor de la universidad que dirige el proyecto, acompañado de Jhonatan Macazana (izquierda) y Víctor Cavero (derecha)
Daniel Horna, profesor de la universidad que dirige el proyecto, acompañado de Jhonatan Macazana (izquierda) y Víctor Cavero (derecha)
Diana Gonzales Obando

“El amor está en el aire”, canta John Paul Young, pero ¿cuánto ‘amor’ hay en el aire de Lima? Sus altos índices de contaminación la hacen la segunda ciudad de América Latina con peor calidad de aire después de Santa Gertrudes en Brasil, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Por momentos irrespirable y sofocante, y por otros húmedo y caliente, nuestro aire limeño se está enfermando cada día más. Qué escenarios impresionantes debieron ser los que dominó Taulichusco, quien respiró la verdadera pureza de aquel valle que conversa con el Rímac. ¿A qué olería nuestra Lima? ¿A lúcumas o flor de amancaes? Alguna idea de su flora y fauna nos la dan los antiguos cronistas y poetas, como Pedro de Peralta Barnuevo (1663-1743), quien en el canto número 8 de su Lima fundada escribió: “Son cada aliento un hálito de Flora,/ Cada arroyo una Musa lisongera;/ Y los vergeles, que el confín le debe,/ Nubes fragantes con que al Cielo llueve”. Mucho antes, en los Libros de cabildos de Lima, se registró la prohibición de cortar árboles en la Lima de 1535, a tan solo dos semanas de su fundación, dado que perjudicaría a la ciudad: “Para fazer sus casas algunas personas cortan árboles de fruta para su casa o los mandan cortar a sus negros e yndios o yanaconas lo qual es un perjuzio de la cibdad e de los yndios comarcanos a ella/ por tanto... hordenaron e mandaron que ninguna persona vezino ny moradores estante ny avitante en esta dicha cibdad pueda cortar ningun arbol... en todo este valle”. Incluso, avisan que serán castigados quienes desobedezcan la ordenanza: “... que sy algun indio o negro los cortare syn licencia de su amo que al indio le den çinquenta açotes e al negro çiento açotes atados a un árbol”.

–Sombra por cemento–
En el siglo XVI era imposible vaticinar la falta que nos harían los árboles cinco siglos después. Ahora en Lima son talados impunemente para construir más pistas y veredas, intercambiando sombra y oxígeno por cemento y monóxido de carbono. “Lima tiene una mala calidad de aire y eso se debe a sus zonas industriales, la edad de los carros y, entre otros factores, a que no contamos con la presencia del Estado para vigilar a las industrias”, nos comenta Daniel Horna, profesor del Departamento de Ingeniería Ambiental de la Universidad de Ingeniería y Tecnología (UTEC). Preocupados por los altos niveles de contaminación del aire de Lima, Horna y un grupo de estudiantes y profesores de las carreras de Ingeniería Electrónica e Ingeniería Ambiental se unieron para desarrollar el proyecto El Aire Que Respiras. Este consistió en el diseño de un medidor ligero y compacto en el que se visualizan las cifras que indican la calidad del aire. Cuenta con dispositivo Bluetooth que almacena todos los datos en una base. La intención es implementarlo pronto de manera masiva para contribuir con el mejoramiento del entorno. ¿De qué manera?

Según Horna, con el apoyo del medidor se podrían monitorear los resultados en distintos puntos e implementar mapas interactivos o aplicaciones de los lugares más contaminados de la ciudad. En resumen, ayudan a obtener data en tiempo real y en zonas específicas a costos mucho menores que las estaciones certificadas.

–En SJL, Barranco y el centro de Lima–
Un momento clave y crítico en el que se utilizó el medidor fue durante el aniego de San Juan de Lurigancho en enero pasado. Los alumnos realizaron mediciones para verificar si el problema del agua residual tuvo impacto en la calidad del aire: “Se notó una diferencia drástica ––comenta Horna––. Estaba tan contaminado como una avenida a pesar de que el medidor estaba en una zona residencial. Para esta nota, acompañamos al equipo del proyecto El Aire Que Respiras al cruce de la avenida Abancay con jirón Cusco. Ahí se detectó que el monóxido de carbono se incrementó de 18 a 30 ppm, cuando no debería pasar de 10. Dichas cifras se elevaron por la combustión de los autos. También han realizado 39 mediciones importantes en diversos puntos de Barranco. “Ahora estamos planeando ir a las arterias principales de todo Lima, como La Marina, Javier Prado y Vía Expresa. Queremos saber si realmente los ciclistas y peatones no deben estar parados en un lugar por mucho tiempo y así recomendarles que tomen sus precauciones”, comenta Horna.

Dispositivo. La medición en la av. Abancay arrojó de 18 a 30 ppm de monóxido de carbono. El uso masivo de motores daña la calidad del aire.
Dispositivo. La medición en la av. Abancay arrojó de 18 a 30 ppm de monóxido de carbono. El uso masivo de motores daña la calidad del aire.

–Daños respiratorios–
Los problemas de salud que ocasiona una mala calidad de aire no son broma. El material particulado (índices de contaminación, además del monóxido y dióxido de carbono) es tan pequeño que puede ingresar a los pulmones provocando problemas respiratorios como el asma. El daño se incrementa si unimos a la contaminación el efecto de la humedad de Lima. Dependiendo de las personas, puede desencadenar crisis asmáticas y afectar también al corazón. En espacios cerrados y cercanos a avenidas puede provocar cansancio y mareos.

Si bien se han tomado medidas para mejorar la calidad del aire, estas no son suficientes. ¿Qué podemos hacer los ciudadanos? El uso de transporte saludable, por ejemplo, contribuiría a reducir la emisión de gases tóxicos. Usar bicicleta o transporte público. ¿Plantar árboles? “Cuidando que pertenezca a su hábitat natural”, advierte Horna. “Sería ideal que este dispositivo llegue a todo el Perú, para reconocer la calidad del aire y para que el Estado considere la colaboración de universidades”, agrega. Iniciativas como El Aire Que Respiras nos recuerdan que los jóvenes, con creatividad y apoyo, también hacen historia.

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