Textil paracas repatriado desde Suecia en 2013. El arte precolombino fue reconocido en Europa e influyó en artistas contemporáneos.
Textil paracas repatriado desde Suecia en 2013. El arte precolombino fue reconocido en Europa e influyó en artistas contemporáneos.
Óscar  Bermeo Ocaña

Históricamente, los textiles del antiguo Perú fueron piezas gráficas portadoras de sentido. En ellos se representaban rasgos identitarios de colectivos. Pero esa visión descriptiva fue superada por unos ojos avispados que advirtieron inquietantes e inesperadas conexiones.

Una confusión llevó al historiador británico James W. Reid a entrar en un mundo inexplorado. En 1972 adquirió una pieza textil a bajo precio en una casa de antigüedades del Centro de Lima. Creyó haber hecho una estupenda transacción, ya que, según su conocimiento de la técnica, se trataba de una obra de Paul Klee. Sin embargo, días después, la flamante adquisición le revelaría otra parte de la trama: sus verdaderos autores habían pertenecido a la cultura Chancay, manifestación precolombina asentada al norte de Lima.

Su equivocación no fue un error de cálculo. La disposición de las formas y el manejo de las líneas parecían corresponder a las características del modernismo occidental. Desde ese momento, Reid se dedicó a trazar paralelos, conectando tiempos remotos y actuales. En los ochenta publicó Arte textil del Perú, libro en el que resumía sus indagaciones. El inglés considera que en estos textiles precolombinos se evidencia “el uso de la geometría y el realismo intelectual y no anatómico”, los principios básicos del arte del siglo XX occidental.

Pero ¿cómo se explica este vínculo? Algunos hechos pueden ayudar a armar el rompecabezas. En 1953, la pareja alemana compuesta por Anni y Josef Albers llegó al Perú y conoció los plumarios prehispánicos. Los Albers, artistas formados en la Bauhaus, se interesaron en el manejo del color y la geometría de los textiles. Ello quedó evidenciado en su producción posterior en Estados Unidos, donde también ejercieron trabajo docente.

A mediados del siglo XX, la artista francoperuana Regina Aprijaskis estudió en Nueva York bajo las órdenes del expresionista abstracto Theodoros Stamos. En los talleres del Black Mountain College también enseñaban los Albers. Esta formación fue decisiva para su vuelco a la abstracción geométrica. Al volver al Perú, Aprijaskis expondría su serie Paracas. ¿Casualidad?

Augusto Ballardo, artista peruano que investiga la geometría prehispánica, considera que estas pistas evidencian la relación que hubo entre el arte occidental del siglo XX y la obra pictórica precolombina. “El paso de textiles plumarios a otro tipo de soportes se da por causas naturales. Al dejar de usar plumas, inicialmente trataron de representarlas por el dibujo, y luego las imágenes se fueron abstrayendo. La pluma ya no era exacta, sino que se entendió por una línea o una franja. Llegar a esa abstracción plena supuso un estado superior de pensamiento”, explica.

En ese sentido, un grupo de investigadores peruanos y mexicanos propone retornar a las raíces y demostrar que en ellas también podemos leer el presente.

                                        —Tejiendo cruces —
Daniel Yautic Quiroz aprendió a tejer rodeado de mujeres. En su comunidad Milpa Alta (México) estableció el primer contacto con la técnica ancestral. Años después llevaría ese conocimiento acumulado a las aulas de la Universidad Autónoma de México (UNAM), donde cursó Arquitectura. Primero armó talleres, y el creciente interés devino en mayores logísticas. “Nos llegaban propuestas de distintos lados”, refiere. Así surgió la idea de reunir las diversas expresiones en un encuentro. El año pasado una delegación peruana participó de la cita, y este 2018 tocaba retribuir la visita. Del 19 al 24 de marzo, el Centro Cultural de San Marcos (av. Nicolás de Piérola 1222, Cercado) y la Escuela Nacional Superior Autónoma de Bellas Artes (jr. Áncash 681, Cercado) serán las sedes del Festival Internacional de Textiles Precolombinos.

“Hubo un momento, con la llegada de los españoles, cuando la práctica de los textiles se aisló como una forma de protección de cada comunidad. No continuó el intercambio como se hacía en tiempos precolombinos. Creo que vivimos un momento histórico para retomar esas prácticas de hacer comunidad, de intercambiar, de saber qué es lo que se hace en otro lado”, anota Yautic, quien llegará a Lima con una comitiva mexicana.

El estudioso destaca la impronta artística, el carácter descriptivo, casi documental que habita en estas piezas. Va más allá de lo ornamental o lo decorativo, considera que hay una carga de sentido indesligable. “No solo es el valor estético, cada textil tiene mucho que ver con el pueblo que lo hace. Habla de la riqueza de la flora y la fauna de un lugar. Son una suerte de libros. Tienen una composición cíclica, no es lineal, contienen un mensaje de muchísimos elementos”, refiere.

Serán sus hacedores, artesanas y artesanos, los que estarán durante una semana al frente del festival que plantea un enlace entre pasado y presente.

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