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Don Juan, el personaje seductor por excelencia - 1
Redacción EC

ALEJANDRO CASONA (1903-1965)

Dramaturgo español

En una España mística y ortodoxa, Don Juan es el sacrilegio y la blasfemia; en un país devoto de la virginidad y el honor conyugal, Don Juan es el burlador de doncellas y casadas [...]

EL MALÉFICO SEDUCTOR
Una idea tan terminante y rotunda solo podía nacer en la cabeza de un fraile católico y español. Imposible penetrar a fondo en su integridad simbólica si se olvida que su fabulación arranca de una concepción moral y teológica de la vida, lo mismo que el otro gran antagonista en la historia del alma: Satán. No recuerdo que se haya intentando establecer este paralelo; y sin embargo, pocas figuras son tan entrañablemente hermanas como Don Juan y el diablo.
Al ser derribado del cielo , Luzbel conservó uno solo de los dones angélicos: la sabiduría, pero una sabiduría negra, hecha de astucia y de magia exterior. Para realizar el mal no encontró mejor expediente que engañar al hombre con la experiencia del bien; por eso sus tentaciones son siempre una oferta de aparentes bienes, debajo de los cuales se esconde el mal [...]
Dios hace milagros y el diablo quiso fingir ese poder, pero no lo tiene, ya que lo único que le es permitido hacer son caricaturas de milagros, trucos de magia y prestidigitación. El milagro supone una alteración de las leyes de la naturaleza y el diablo no puede alterar sus leyes sino sus apariencias [...] 

ENCANTO SIN AMOR
Todos estos aspectos diabólicos se repiten en Don Juan con sorprendente equivalencia. Frente al verdadero amor, Don Juan es la falsedad emboscada; frente al amor-luz es la aventura turbia de la noche y frente al amor único es la floración barroca del amorío irresponsable. Su gran recurso para el engaño es imitar en todo la apariencia del amor verdadero.
Siempre tendrá el gesto y las palabras oportunos, y si es preciso hasta la lágrima falsificada. Pero su corazón está ausente o le bosteza dentro del pecho [...] Su goce supremo no es siquiera el placer físico, sino el placer satánico del engaño. 
Finalmente, la gran tragedia del diablo no consiste en hacer el mal, sino que no puede hacer un solo bien así lo quisiera; de la misma manera que la tragedia íntima de Don Juan no consiste en que no ame, sino en su incapacidad de enamorarse aunque quisiera.
El hecho de que Zorrilla nos lo presente enamorado de una novicia no significa nada. Zorrilla era un romántico y tenía que inventar forzosamente una Doña Inés de amor redentor para salvar a su héroe y satisfacer a su público. Un truco sentimental [...] que constituye la más descarada falsificación literaria. También los ingenuos moralistas de la Edad Media intentaron hacer lo mismo con el diablo y acabaron metiéndolo a predicador.
No hay más Satán verdadero que el de Milton ni más auténtico Don Juan que el de Tirso. Y esos dos, ni se arrepienten ni se enamoran ni se salvan. Ahí reside precisamente su dramática grandeza de antagonistas, así en la Tierra como en el cielo. 

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