Dionisio el exiguo
Dionisio el exiguo
Jorge Paredes Laos

El 25 de diciembre, ya sabemos, es una fecha simbólica en la que el mundo cristiano celebra el nacimiento de Jesús. Pero ¿cómo se llegó a establecer el momento en que ocurrió este suceso para dividir el tiempo en un antes y un después? La historia se remonta varios siglos atrás y tiene que ver con la perspicacia de un monje escita llamado Dionisio el Exiguo, nombre que le pusieron sus contemporáneos, no se sabe si por su baja estatura o por su vida extremadamente humilde.

Nacido alrededor del año 460 en las costas del mar Negro, en la ciudad de Tomis, lo que hoy sería el límite entre Rumanía y Bulgaria. Según refiere la “Enciclopedia católica online”, Dionisio fue un erudito y matemático, versado en griego y en latín, y por ello fue consultado en tiempos del papa Hormisdas para fijar la fecha de la Pascua (el día de la resurrección de Jesús) que el incipiente cristianismo de la época celebraba en distintas fechas en Roma y Alejandría.

Luego de estudiar los ciclos lunares, Dionisio creó una tabla pascual para los siguientes 95 años, pero fue más allá. Antes debemos decir que, entre los siglos V y VI, para contar los años se tomaban como puntos de referencias las fechas de las Olimpiadas, la fundación de Roma, el famoso ab urbe condita (a.u.c.), o el inicio del reinado de un emperador. Esto disgustaba a Dionisio, quien no entendía por qué los creyentes debían seguir contando los años tomando como punto de partida el reinado de Diocleciano, un encarnizado perseguidor del cristianismo.

Entonces, como refiere Antonio Piñero, filólogo español y especialista en el cristianismo primitivo, a Dionisio se le ocurrió la feliz idea de contar los años a partir del momento en que Jesús inició su vida terrenal. ¿Y cómo averiguar esta fecha? El monje echó mano a las fuentes históricas de su época y determinó que Jesús había nacido a fines del año 753 a.u.c., o en el año tercero de la Olimpiada 194. Por consiguiente, marcó el 1 de enero del 754 a.u.c. como el primero de la era cristiana: el anno Domini o año del Señor. Así, todo lo sucedido con anterioridad a esa fecha habría sucedido “antes de Cristo” y lo ocurrido luego “después de Cristo”.

Pero su idea no prosperó de inmediato. Tuvieron que pasar algo más de dos siglos para que otro monje, el benedictino Beda el Venerable reconociera la datación de Dionisio en su “Historia eclesiástica del pueblo inglés”. Finalmente, esta forma de contar el tiempo terminó consolidándose cuando Carlomagno la instauró el día de su coronación. Era el 25 de diciembre del año 1554 a.u.c., pero desde ese momento, por orden del nuevo emperador, pasó a ser el año 800 d.C.

Con el tiempo, se ha extendido la idea de que Dionisio el Exiguo erró por cuatro o siete años la fecha del nacimiento de Jesús. El hecho más citado para sostener esto es que el reinado de Herodes el Grande en Judea terminó en el año 750 a.u.c., es decir, en el año 4 a.C. Si tomamos la referencia del Nuevo Testamento y asumimos que Herodes reinaba cuando nació Jesús, entonces el Salvador debió haber llegado al mundo antes de lo calculado por Dionisio. Otro punto en debate es que Dionisio empezó su datación en el año 1 y no en el 0, es decir, pasó inmediatamente del 1 a.C. al 1 d.C., algo que resulta comprensible pues en el siglo VI no se conocía este número, que fue introducido en Occidente por los árabes y registrado por el matemático Fibonacci en el siglo XIII.

Dionisio el Exiguo murió alrededor del año 550 d.C., como miembro de la curia romana, y su idea de crear una nueva era basada en la cristiandad excedió el mundo católico y fue aceptada por historiadores, académicos, gobiernos, organismos internacionales, al punto de que hoy resulta una verdad inobjetable.

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