La ciencia afirma, una vez más, la relación entre tener mascotas y ser feliz.
La ciencia afirma, una vez más, la relación entre tener mascotas y ser feliz.
Juan Luis Nugent

A estas alturas ya es verdad científica que la compañía de estos cuadrúpedos en casa refuerza nuestro sistema inmunológico, nos vuelve más activos, alivia el estrés, nos vuelve más sociables y nos hace más felices. Pero dos artículos publicados recientemente añaden también la longevidad a la lista de beneficios. Ambas publicaciones figuran en la más reciente edición del journal especializado Circulation: Cardiovascular Quality and Outcomes y difundidas por la American Heart Association.

De acuerdo con lo hallado, tener un perro en casa está asociado a la reducción de factores que contribuyen al riesgo cardiaco y la mortalidad. Asimismo, quienes viven con uno de estos peludos tienen también más altas probabilidades de recuperarse después de un infarto o ataque cardiaco.

Uno de los estudios fue un análisis de los datos de 150.000 pacientes que maneja el gobierno en Suecia. Se analizó la información disponible de quienes tuvieron infartos de cualquier tipo. Ahí se descubrió que aquellos que viven solos y con un perro son 33 % menos propensos a morir tras el incidente. En el caso de pacientes casados o con familia, se halló que tienen un 15 % menos de probabilidad de volver a tener un infarto.

El otro estudio fue una revisión sistemática realizada por investigadores del hospital Mount Sinai en Toronto. Esta clase de investigación consiste revisar todos los estudios publicados sobre un tema específico hasta el momento en un período determinado, como explica un artículo de Forbes. Así, se halló un total de 10 artículos académicos publicados entre 1950 y 2019 en el que se comparan las tasas de supervivencia de personas que han tenido un infarto separándolas entre aquellas que tienen perros y las que no. Combinando los hallazgos de los estudios se encontró que los propietarios de perros tenía 24% menos de probabilidades de morir en general y alrededor de 65% menos después de un infarto.

Dicho todo esto, un perro en casa no es garantía de dicha y alegría interminable. Como toda convivencia, requiere que ambas partes pongan de su parte. Si no hay amor ni tiempo para darle al perro, tampoco se debería gozar de los beneficios que trae. Es lo justo.

Contenido sugerido

Contenido GEC