Bitácora jupiteriana
Bitácora jupiteriana
Jaime Bedoya

Año I, julio 2011
“Héroe” es una palabra que siempre queda grande. A mí y a cualquiera. Debería reservarse para un médico que salva vidas como rutina diaria o para el general que evita una batalla masiva, que sería lo mismo pero con galones, acero y plomo.
    Héroe no soy. Si algo pudiera considerarme con justicia y sin incomodidad es que soy una persona curiosa. Astrofísico e ingeniero, pero antes que nada curioso. Mi curiosidad a bordo de la Juno en estos días, meses, segundos —ya no lo sé— está concentrada en cuatro tópicos: 
    • ¿Entenderá mi hijo por nacer lo que estoy haciendo?
    • ¿Seguiré teniendo un tema de conversación razonable con mis compañeros dentro de los más de 60 meses que nos quedan juntos?
    • ¿Seremos destruidos por el campo gravitacional de Saturno en julio del 2016?
    • ¿Pensarán en nosotros en una radio peruana ese día [2]?
Estas son las inmensas preguntas celestes que se repiten en esta pequeña nave mágica. Por lo demás, el pollo con puré de papa AF50 es la peor tragedia que ha producido la NASA en muchos años.

Año III, octubre 2013
Esto es algo difícil de entender para los que dejamos atrás, pero nuestros años no son como los suyos. Lo que agobia mucho más que la extensión del viaje es la claustrofobia. Somos seis personas hacinadas en una caja de titanio del tamaño de uno de los patrulleros Ssang Yong. Aunque acá me siento más seguro que en uno de esos. 
    Tenemos que hacer algo respecto a nuestros temas de conversación. No podemos seguir hablando monotemáticamente del pollo con puré mientras viajamos a 250 mil kilómetros por hora, rotando a cinco revoluciones por minuto y sin ventanas. Mi único y gran consuelo, aparte de este diario, es escuchar radio peruana. Me arrulla.

Año IV, abril 2014
El tema del baño. Lo he obviado durante cuatro años, pero es el gran elefante en el cuarto. Al menos así huele. Temo que las náuseas y el hacinamiento puedan hacernos perder el poco juicio que nos queda. 
    Me preocupa el destino de este diario. La gente añora el papel como recurso higiénico. Llevo 32 días sin dormir protegiendo estos escritos como si fueran mi vida.
    He dejado de escuchar radio peruana. Empecé a imaginar que lo único sobre lo que hablaban era del pollo con puré. Me siento solo y mareado.

Año V, julio 2016
Aún no lo puedo creer. La emoción ha sido abrumadora. Cuesta digerir lo sucedido, y no estoy seguro de que lo merezcamos: nos han mencionado en la radio. Confieso que se anegaron mis ojos cuando ella mencionó a nuestras familias. Lágrimas de varón es poco precio por cinco años de estar encerrados acá, girando sin sentido en nombre de la ciencia y comiendo solo pollo con puré, ambos artificiales.
    Aparte de eso, la llegada a la órbita de Júpiter fue sin contratiempos.

Año V, agosto 2016
[Ininteligible…]
Empiezo a contar los días que faltan para finalmente estrellarnos contra este planeta gaseoso y hostil y acabar de una buena vez con la pesadilla del pollo con puré, los vómitos del comandante, y cancelar violentamente la curiosidad absurda que me llevó a este cuestionable sacrificio radioactivo. Perdóname, hijo mío. Este diario y la radio peruana son mi último alivio, mi última conexión con lo que alguna vez fui antes de embarcar.
[Ininteligible…]
    …ya se lo había advertido antes! De lo único de lo que estoy seguro es que el día del impacto pondré a todo volumen la radio peruana, sintonía que acompañará nuestra liberación final a manos de la gravedad cósmica. El comandante ha muerto. Tuvo un ‘accidente’ cuando intentó arrancarme el cuader… [Ininteligible]

Órbita final, # 27
A la mierda la NASA y su pollo con puré. 
    ¡Viva la radio peruana del Perú!

[1] https://verne.elpais.com/verne/2016/07/06/articulo/1467817782_144365.html            

[2] 

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