El año 2002 la autora fue finalista del Premio Copé con el relato que da nombre a este libro.
El año 2002 la autora fue finalista del Premio Copé con el relato que da nombre a este libro.
José Carlos Yrigoyen

A principios del 2015 una jovial mujer de 42 años llamada Julie de Trazegnies falleció debido a una feroz leucemia. Previamente su primer hijo había muerto de cáncer cerebral. Su siguiente vástago también tuvo una breve existencia a causa de la misma enfermedad. Poco después de haber sufrido esos terribles decesos, De Trazegnies decidió divorciarse y dedicarse por completo a la literatura. Escribió con mucha paciencia y dolor contenido una serie de cuentos que publicó el 2008 bajo el título Maldita sea. El libro no gozó de una recepción demasiado notoria, pero las reseñas dedicadas celebraron el debut, y coincidieron en señalar no solo la precisión y despojamiento verbal con que estos relatos estaban construidos, sino también la mirada sombría y fatalista que los caracterizaba, la misma que condenaba a sus criaturas a resignarse a un mundo hostil donde la crueldad siempre se empareja con el absurdo.

A una década de esa primera edición, virtualmente inhallable, Maldita sea vuelve a ser editado. Releyéndolo luego de tanto tiempo, he comprobado la impresión inicial que me produjo: la de una escritora que poseía un profundo y oscuro universo personal, colmado de obsesiones y miedos que eran muy convincentemente plasmados en las historias e imágenes que elaboraba. Una lectura epidérmica podría asegurar que su principal angustia era por la muerte inminente que devora los cuerpos jóvenes. Más bien lo que uno siente al leerla con atención es que su mayor temor era la infalible capacidad de la muerte para sembrar el caos y la disolución de las relaciones humanas.

Esto se aprecia bien en sus dos cuentos más logrados, “Sin retorno” y “La espera”. En el primero una pareja viaja a una pequeña ciudad de Estados Unidos para olvidar la pérdida de su pequeña hija, víctima de un tumor cerebral. En un comienzo las apelaciones al olvido de los esposos parecen rendir frutos; sin embargo, el inevitable conflicto estalla y la narradora de pronto se encuentra en una despiadada dimensión en la que el sinsentido y la incomunicación no le permiten otra salida que aceptar la insania como nuevo refugio. El segundo relato es aun más estremecedor: una muchacha recibe la noticia de su embarazo, pero su esposo, ciego de dolor por su padre desahuciado, en vez de acompañarla la desprecia y la condena al silencio. La protagonista —que como todos los personajes de Trazegnies contempla la felicidad como un lejano coto vedado— pierde a su hija en el vientre y se somete a un parto natural que las circunstancias tornan en sereno ritual funerario.

.
.

CUENTOS

Maldita sea
Editorial:
Planeta, 2018
Páginas: 144
Precio: S/49,00

Otro cuento de interés es “Desdoblamiento”, en el que persiste en recordarnos que cualquier alternativa a la tragedia imperante termina siendo una trampa incluso peor. Sucede así cuando la muerte del padre de un par de mellizas parece solucionarse con la irrupción de un padrastro en un principio cálido y carismático, quien paulatinamente se descubre como un predador sexual que divide a sus hijastras entre la rebelión y el deseo de lo prohibido. Otra pieza del libro, “Un problema de conciencia”, incide en el terror al súbito abandono y a un desvalimiento imposible de superar.

Una vertiente de estos relatos se distingue por cierta tendencia a lo fantástico, representada en “Maldita sea” o “Un día de locos”, trabajos cumplidores que avanzan peligrosamente por la cuerda floja de lo estridente y lo forzosamente sorpresivo. No caen, pero resbalan.

La percepción general que inspira este libro es que era el alentador inicio de una carrera en la que, como suele suceder con los autores que nos dejan prematuramente, no sabemos hasta dónde pudo llegar. O tal vez sí: antes de fallecer Julie de Trazegnies dejó una novela autobiográfica de la que solo faltaba escribir el último capítulo. Sería una pena que este libro casi terminado se quede en los dominios de lo inédito. Los lectores de esta atribulada y valiente autora agradeceremos su aparición.

Contenido sugerido

Contenido GEC