Mónica Delgado estudió comunicación social en la UNMSM y, años después, se graduó como magister en Estudios Culturales en la misma universidad con una tesis que hoy, convertida en libro, nos lleva a rastrear la ruta que ha seguido la crítica de cine en nuestro país. María Wiesse en Amauta: los orígenes de la crítica del cine en el Perú ayuda a reconstruir la historia de un oficio ejercido desde sus inicios y hasta ahora desde el espacio autodidacta. “La figura de María Wiesse es poco estudiada, no solo desde la crítica sino como narradora o como periodista. Ella escribía mucho en Mundial y no se la valora como periodista. A mí me interesa esa visión que ella trae de interesarse por la mujer como espectadora, como lectora, y de cómo el cine contribuía a la educación”, dice la autora.
La también fundadora del espacio de crítica de cine Desistfilm cuenta que el proceso de publicación fue bastante largo, pues muchos de sus intentos por publicar su trabajo con anterioridad se vieron truncados por asuntos de marketing editorial. “Me mostró, por un lado, el desinterés de ahondar en la historia del cine o de la crítica de cine. No lo ven atractivo, pues prima una visión un poco más actual, más coyuntural. Eso hizo que me pregunte por qué no lo hacía yo más atractivo para un lector o lectora joven, por ejemplo, pero finalmente creo que el libro está saliendo en el tiempo correcto, pues siento que sacarlo ahora sí empata con esa necesidad que tenemos de buscar qué hicieron las mujeres, no solo las del siglo XIX, sino también las de inicios del siglo XX en el ámbito del derecho, de los activismos, de los feminismos”, dice.
Publicado por la editorial Gafas Moradas, el libro se presentó en la última FIL Lima y está a la venta en librerías a S/.45.
¿María Wiesse inició la crítica de cine en el Perú?
El trabajo de María Wiesse es precursor. Si hacemos un rastreo en esos años en otras ciudades de Latinoamérica, ella definitivamente es precursora y tiene un lugar en el contexto latinoamericano, un contexto de hombres, donde el cine no era valorado como un objeto de análisis, a diferencia del teatro, la literatura u otras artes. Wiesse sí identificó en el cine elementos de análisis que cuentan, a lo largo de sus textos, cómo veía las obras. Ella reconoce la importancia del rol de los actores, por ejemplo. Luego habla de la fotogenia, que es otra categoría que está muy presente en los cineastas que trabajaban en aquellos años, los cineastas rusos, las vanguardias artísticas...entonces ella estaba agregando términos modernos y no era solo un comentario impresionista —de esos que existen hasta ahora— de “me gustó esto, no me gustó lo otro”. Si miramos el contexto de periodismo cinematográfico de aquellos años, pues era casi igual a lo que sucede hoy: una dependencia de las distribuidoras, las exhibidoras, y las majors. Las notas que enviaban desde Hollywood las replicaban acá. Se escribía mucho sobre cine, pues el cine era parte de la cotidianidad debido a la proliferación de salas de cine y teatros. La crítica ahí cumplió un rol especial, no solo con María Wiesse. Hay otra persona que escribe bajo el seudónimo de P —aún no se sabe quién es— y que a mí me parece que al lado de María Wiesse hacen crítica de cine que escapa al molde de aquellos años.
María Wiesse comienza a escribir crítica en un tiempo en el que las personas se descubrían aún como espectadores de cine. Ella misma, entonces, se descubría como ambas en ese momento.
María Wiesse fue deslegitimada en su época, fue llamada opinóloga o comentarista, pero es una calificación totalmente injusta. Ella era una gran lectora y establecía relaciones de la cinematografía con lo literario, con su visión del arte, de la música, y eso hace que sus textos tengan un enfoque que va más allá de la trama de la película. Ella relaciona a Chaplin con Moliere, por más decimonónico o caduco que suene, pero establecía esas relaciones no solo a un nivel estético. Ella veía como menos interesantes las películas más cercanas a las masas, cosa que también se puede ver hoy, cuando las películas de Hollywood, los blockbusteres, son deslegitimados por muchos críticos que podemos asumir que no ofrecen nada nuevo.
¿Tal vez desde entonces el público y la crítica estuvieron en desacuerdo? ¿Cuál es la importancia real de la crítica para el público?
Yo creo que hay lectores ávidos de una información —quién es el cineasta, de dónde viene, de qué trata la película— y hay una crítica y un periodismo que va a responder a eso; pero también están los lectores que no buscan eso, y ya depende de los críticos ubicar a ese lector. Así como el lector busca las películas, los críticos buscamos a los lectores. Y en eso María Wiesse y yo tenemos algo afín más allá de las discrepancias ideológicas, pues me interesa el cine desde su poder de interacción con las sociedades, esa capacidad de transformar sentidos comunes, de interpelar, de generar nuevos circuitos, espacios y sensibilidades. El cine no solo es ver la película y ver una escena bonita, el cine genera algo más allá y eso nos importa a otros críticos o periodistas interesados en publicar notas que vayan más allá de la función, el estreno, la trama, la foto o la edición, porque ahí también la lectura de la película responde a una compartimentación canonizada por Hollywood y por los premios que ha hecho que se crea que ese es el modo lógico de analizar una película. María Wiesse hizo sus compartimentos propios, pero creo que el cine es válido verlo como parte de un sistema que está más allá de la sala de cine.
¿Qué es lo que define a un crítico en nuestros días, donde todos tenemos espacios para difundir nuestra opinión?
Más allá de la cinefilia o del “me veo veinte pelis al día” tiene que ver con que es una profesión nacida de la convicción o del compromiso. Los críticos no viven del cine, salvo que sean docentes o trabajen en investigación, o que seas periodista y tu medio te financie la posibilidad de acercarte al cine. Tampoco creo en la sublimación de “ah, es un apostolado”. Yo creo que es una convicción, una búsqueda para ahondar en nuestra naturaleza humana que tiene que ver con ver películas, sí, pero no se queda en eso. Es necesario ver qué dicen las películas de nosotros, de los cineastas, cuál es la posición de los cineastas sobre el cine. A mí me gustan mucho las entrevistas. En Desistfilm siempre estamos pendientes de a qué cineasta entrevistar, pero no para saber cuánto gastó en la película o quién la produjo. Lo que nos interesa es saber qué moviliza a los cineastas, cuáles son los elementos que los apasionan, porque lo que también demuestro en el libro de María Wiesse es que el acercamiento al cine, para ella, es un acto pasional. Pero qué hace a un crítico en todo caso, para mí la práctica. Si me preguntas cómo me nace escribir sobre cine no fue viendo películas, veo películas desde niña como mucha gente, pero lo que a mí me motivó a escribir sobre cine fue leer, no solo las novelas favoritas de mi papá o de mi familia, a mí me interesó mucho esta cuestión de nuevo periodismo, Wolf, Capote, me interesaba mucho ese tipo de lectura donde uno tenía una experiencia vivencial y el cine es una experiencia vivencial, una experiencia sensible. Por ahí me interesó abordar la crítica, yo como espectadora, como la persona que puede compartir la crítica desde la experiencia de mis sentidos. Y claro, adquirir herramientas para generar el puente con el público, un compartir que tiene que ser necesariamente informado. Creo que más allá de quién es crítico de acuerdo a cumplir algunos parámetros, lo importante es compartir esa pasión por ver las películas. Un texto crítico no tiene que ser ultra teórico o lleno de citas, sino que debe compartir la experiencia, la elección de las películas y, en mi caso, apostar por visibilizar aquello que no está usualmente en medios.
Otra cosa que abordas en el libro es el feminismo de María Wiesse, un feminismo que tal vez por conservador no tiene hasta ahora el eco que tuvieron otras feministas
Para abordar el trabajo de María Wiesse necesitaba saber quién era ella y cómo se ubicaba en el contexto de mujeres. En 1919, mucho antes de que ella empezará a escribir en Amauta, María Wiesse saca una revista para mujeres que se llamaba Familia donde ella era la directora y editora. Era un trabajo muy personal y en esa revista que tuvo seis ejemplares y se editó mensualmente, ella mostró la convicción de que le interesaba llegar a las lectoras y promover un proyecto que llamó Nuevo Feminismo que reclamaba un rol más activo de las mujeres en la sociedad pero para contribuir a fortalecer su rol de madres, de formadoras de este núcleo indispensable para el desarrollo del país, para educar mejor, criar a los hijos de acuerdo a algunos preceptos morales y éticos que estaban muy relacionados a la vida cultural, pues para ella los seres humanos eran mejores si tenían una visión más elevada del disfrute de la cultura. Su idea de feminismo, entonces, discrepaba de la que tenían Magda Portal u otras mujeres de Amauta, o Miguelina Acosta Cárdenas o María Jesús Alvarado, pero ellas eran amigas y todas participaban en acciones concretas.
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