Argento, a los 78 años, sigue buscando extender su leyenda en el cine con The sandman.
Argento, a los 78 años, sigue buscando extender su leyenda en el cine con The sandman.

Un joven escritor contempla un apuñalamiento tras la vitrina de una tienda; un ciego ayuda a resolver un crimen que involucra un misterio genético; un rockero mata accidentalmente a un extraño perseguidor y la fatalidad empieza a rondarlo; un pianista es testigo del asesinato de una médium; una academia de danza se convierte en el reino del mal y la locura; un teatro de ópera es convertido en matadero; una policía, confundida por una extraña enfermedad, es perseguida por un psicópata. Muchas de estas premisas podrían ser parte de testimonios siquiátricos más que de los registros policiales. Podrían también ser parte de una pesadilla o una alucinación. Dario Argento (Roma, 1940) las convierte en cine. Como estilista del horror y sommelier sediento de sangre fresca, transforma muertes atroces en obras de arte capaces de sumergir a los espectadores en sus propias fantasías.

El pájaro de las plumas de cristal (1970), El gato de las nueve colas (1971), Cuatro moscas de terciopelo gris (1971) —su llamada “trilogía animal”—, Profondo rosso (1975), Suspiria (1977), Ópera (1985) o El síndrome de Stendhal (1996) son algunos ejemplos de su cine. “El mal está presente en nosotros. Es una mitad de nuestra vida. Yo no conocería el bien si no conociera el mal”, ha dicho Argento, un director que no solo hace películas: crea atmósferas. Y lo hace a pesar de desafiar la lógica de la narrativa convencional, lo que genera más preguntas que respuestas a su paso. Es meticuloso con los colores, la fotografía, las perspectivas. La extraña seducción que
produce su cine nos coloca como a la protagonista de Ópera: con cuchillas en los párpados, obligados a ver a la muerte firmemente a los ojos o sangrar nosotros.

—El horror del horror—
Argento comenzó como crítico y escribiendo algunos guiones. Su padre Salvatore, productor, le había inculcado su pasión. En 1968 vive un momento fabuloso, cuando concibe la historia de Érase una vez en el Oeste, junto a Bernardo Bertolucci y Sergio Leone. Dos años después, su propio padre produjo El pájaro de las plumas de cristal, escrita y dirigida por Dario. El éxito fue inmediato. Por ese tiempo se enamoró de la actriz Daria Nicolodi, quien sería decisiva en la creación de Suspiria e Inferno (1980) y le daría una hija, la también actriz Asia Argento. Ambos filmes son parte de la trilogía de “Las tres madres”, que cerró en 2007 con The mother of tears. Los tres trabajaron juntos.

En casi 50 años de carrera, Argento ha tenido a sus órdenes a actores como Karl Malden, David Hemmings, Bud Spencer, Alida Valli, Jennifer Connelly, Donald Pleasence, Adrien Brody, Rutger Hauer, Piper Laurie, Harvey Keitel y hasta a Miguel Bosé. La música, factor fundamental para el inquietante clima de sus filmes, estuvo a cargo de Ennio Morricone o Keith Emerson, aunque destaca su colaboración con Claudio Simonetti y la banda progresiva Goblin, con temas que tenían tanto de música como gritos, susurros o quejidos, que completaban la sensación onírica de sus películas.

El perfecto regocijo argentiano está en la violencia explícita que no solo incluye los típicos guillotinados, acuchillados o mutilados, sino personas devoradas por ratas, ojos salidos por aplastamiento de cráneo con puerta, vidrios atravesando rostros, personas empaladas con lanzas, enredadas en filosos cables, degolladas por ventanas, mordidas en la yugular por un perro o atacadas por gatos. Encuentra belleza en insectos, moscas, gusanos o murciélagos y crea situaciones tensas y angustiantes: los personajes experimentan permanente miedo y confusión y uno con ellos. Sentimos al asesino respirarnos en la nuca, observándonos siempre, acechando en la oscuridad. Como morir en la propia pesadilla y vivir en la de otro.

—En carne viva—
Hace unos días, el director anunció el lanzamiento de The sandman, el proyecto que, tras unos años de crowdfunding, consiguió ser financiado. La película se basa en una historia de E. T. A. Hoffmann y lo único que se sabe de ella es que será protagonizada por Iggy Pop, quien encarnará a un asesino en serie ávido de venganza. La cinta, que se estrenaría este año, será el regreso a la dirección de Argento tras los decepcionantes resultados de su Drácula 3D (2012). Tampoco tuvo suerte su anterior trabajo: Giallo (2009), el thriller que le siguió a The mother of tears. De todos modos, saber que vuelve a trabajar consuela a aquellos cinéfilos hartos del terror “a lo Hollywood”, pletórico en CGI, fórmulas repetitivas o predecibles imitaciones de algunos clásicos.

A propósito del remake de Suspiria de Luca Guadagnino —de la que Argento dijo que “traicionó el espíritu de la original”—, muchos conocieron o recordaron su obra. “Mis historias proceden de un lugar recóndito dentro de mi alma, y, por tanto, su valor no depende de culturas ni nacionalidades: es universal”, ha dicho él. A sus 78 años, a diferencia de muchos personajes de sus películas, está en la plenitud de sus facultades. Después de todo, como dice su amigo John Carpenter —recientemente homenajeado en Cannes—: “El horror es bueno para la salud”.

TRES TERRORES DE ARGENTO
El pájaro de las plumas de cristal (1970). Su primer filme fue también el primero considerado giallo, subgénero del terror. Involuntario testigo de un crimen, un músico intenta descubrir el verdadero rostro de un asesino serial. La música fue de Ennio Morricone.
Suspiria (1977). Considerada como una obra maestra gracias a su cuidada fotografía y ambientación, es la angustiante historia de una bailarina que intenta entender los crímenes ocurridos en su academia de danza. Música de Goblin.
Profondo Rosso (1975). Evidencia a un director ya dueño de su propio lenguaje visual. Otro músico, otro testigo involuntario y otro crimen, pero con una historia aterradoramente distinta a su primer filme. Aquí un pianista de jazz sigue la pista al crimen de una misteriosa médium.

Contenido sugerido

Contenido GEC