friendly looking hippo
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/ Rainer von Brandis
Juan Luis Nugent

La historia es más o menos conocida. Tras la muerte de Pablo Escobar, en 1993, las autoridades ingresaron a Hacienda Nápoles, la estrafalaria propiedad que tenía en Antioquia, y encontraron un zoológico creado por órdenes expresas del narco. Los animales llegaban ahí en cargamentos desde finales de los setenta cuando se erigió el complejo. Algunos afirman que llegó a haber más de 1.900 especies.

Entre la fauna, destacaban los hipopótamos, criaturas oriundas del continente africano que no suelen migrar a otros continentes. Mientras al resto de animales fue relativamente sencillo colocarlos en zoológicos, santuarios y refugios, a estos gigantescos mamíferos, con fama de temperamento violento, nadie quiso ni pudo reubicarlos. Ahora, en 2020, entre 60 y 80 hipopótamos han llegado hasta algunos cientos de kilómetros más allá de la Hacienda Nápoles. Según reportan Los Angeles Times y National Geographic, estos podrían generar un problema salubre preocupante.

Como explica el doctor Jonathan Shurin, biólogo de la Universidad de California, citado también por Smithsonian, estos animales comen en la tierra y luego van al agua a expulsar todo. Esta concentración de materia fecal en un ecosistema distinto al de la sabana africana puede alterar la fauna y flora de la zona, así como contaminar las fuentes de agua. ¿Soluciones? Los altísimos costos de trasladarlos o esterilizarlos, sumados al riesgo tanto para el personal encargado como para los propios animales, no justifican una intervención estatal. ¿Sacrificarlos? Ya se propuso y la indignación colectiva fue contundente. Quedará en los anales de la historia como el capricho de un individuo que se convirtió en flagelo ecológico nacional. Parábolas del fin del mundo.


Onda vital

La ciencia explica por qué nos emocionamos cuando vemos un espectáculo en vivo.
La ciencia explica por qué nos emocionamos cuando vemos un espectáculo en vivo.
/ bernardbodo

Eso que algunos denominan “vibra” o “energía”, que se experimenta cuando se participa en un espectáculo masivo o procesión, tiene su origen en nuestra naturaleza eminentemente social. Un equipo de investigadores de la University College London analizó el pulso y las glándulas sudoríparas de un grupo de personas mientras presenciaban un espectáculo en vivo y los compararon con otras que vieron el mismo show, pero en una pantalla. El pulso de las primeras, explica The Guardian, se aceleró el doble que el de las segundas. El neurocientífico Joseph Devlin explica que los latidos de los corazones de quienes compartían la experiencia en vivo se sincronizaron. Aplausos, risas y emociones adquieren un carácter contagioso que se expresa en el cuerpo. Además, mientras más numeroso es el público, mayor es este efecto. En pesquisas anteriores, los investigadores hallaron que ver un musical en vivo producía el mismo estímulo cardiovascular que una sesión de ejercicios de media hora. Cuánta sensibilidad.


Bocados para recordar

La relación entre nuestros hábitos alimenticios y nuestra memoria.
La relación entre nuestros hábitos alimenticios y nuestra memoria.
/ amenic181

Eres lo que comes, pero también lo que comiste. Una investigación médica realizada en Australia, con 139.000 pacientes, revela que existen estrechas conexiones entre la ingesta de ciertos alimentos (o la ausencia de estos), y la pérdida de memoria, afecciones cardiacas y diabetes, según informa la University of Technology Sydney. Como se puede intuir, una dieta balanceada que incluya frutas, verduras y proteínas está asociada con menores riesgos cardiacos y mejor desempeño cognitivo. Asimismo, se encontró que adultos mayores de 80 años que no consumen habitualmente cereales tienen mayor riesgo de tener problemas de memoria. La prevención como política de salud pública puede asegurar mejor calidad de vida, afirman los autores del estudio.

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