En "The Disaster Artist", James Franco (director y protagonista) rinde homenaje a una mala película cuyo culto para algunos es inexplicable.
En "The Disaster Artist", James Franco (director y protagonista) rinde homenaje a una mala película cuyo culto para algunos es inexplicable.


Por Katherine Subirana


Si hablamos de malas películas, es recurrente referirse a The Room, la película que el 2003 rodó el estadounidense Tommy Wiseau, como la peor película de todos los tiempos. Se trata de un drama fallido, pésimamente dirigido y actuado, cuyo director insiste aún en presentar como una comedia negra.

Sin embargo, sin dejar de reconocer lo mala que es, se fundó alrededor de The Room una suerte de culto, un club de fans que rescata que la película, de tan mala, termina siendo buena. ¿Es eso posible? Tal vez. Y tal vez para demostrarlo, James Franco rodó The Disaster Artist (Obra maestra, en español), una película que, aunque ignorada por los Óscar, resultó ganadora de la Concha de Oro en San Sebastián el año pasado, y que podemos encontrar en la cartelera peruana. La trama gira alrededor de las vicisitudes y los desquicios de Wiseau al momento de filmar su primer y célebre filme.

La película de Franco, bastante buena en términos cinematográficos, rinde homenaje a un producto tan lamentable que cuesta creer que existe. Y es que para algunas personas, como el crítico Ricardo Bedoya, “The Room no es tan mala que termina siendo buena. Es mala y punto”. Para él, el culto alrededor de esta o de otros productos fallidos no responde más que a una pose o un sentirse cool al identificar los defectos de un producto y reírse de ellos.

Juan Carlos Ubilluz, docente del Departamento de Humanidades de la PUCP, sostiene que el enganche del público con las películas malas tiene que ver con que estas responden a los mitos de la época. “Por ejemplo, Saw (la saga “El juego del miedo”) se trata de una serie de cintas muy malas; sin embargo, empatan de cierta manera con algún deseo del público de ver impuesto algún tipo de orden en un mundo donde el sistema capitalista propicia un individualismo desenfrenado”, explica Ubilluz.

                         —Lo bueno de lo malo—
Pero James Franco no es el único que ha entregado un buen producto elaborando un elogio a un desastre cinematográfico. Ya lo había hecho Tim Burton con su magnífica Ed Wood (1994), cinta en la que se repasa la carrera de quien es considerado el peor director de Hollywood de todos los tiempos. O Michael Paul Stephenson, con Best Worst Movie, un documental que pretende explicar el éxito de Troll 2 (1990), una película tan mala como olvidable.

Ricardo Bedoya considera que el filme de Burton supone un caso distinto. “No podemos comparar la carrera de un director como Ed Wood, cuyo cine fue fundamentalmente serie B, con cosas como The Room, que tampoco es serie B”. El cine serie B, ciertamente, responde a determinadas características, pues se trata de películas comerciales de bajo presupuesto que en sus inicios se presentaban en funciones dobles. Sin embargo, como destaca el crítico, este tipo de cine abrió las puertas a muchos creadores para que experimenten nuevas perspectivas. “Hay muchos buenos cineastas de cine serie B. Porque, siendo honestos, Wood le ha entregado a la historia del cine algo más que malas películas”.

Y coincide con él Ubilluz, para quien el trabajo de Ed Wood sí resiste un análisis, pues “los grandes errores de sus películas permiten ver ciertas operaciones ideológicas de las que se empapa la historia que se cuenta. Además, lo que hacen este tipo de películas malas es permitir a los críticos de cine ver de manera desnuda y tal vez grotesca las estrategias narrativas que otras películas usan de forma sutil”.

                              —El lado amable del desastre—
The Disaster Artist es una película bien hecha que, cuando se concentra en la filmación de The Room, entrega logrados momentos. Esto, además de la complicidad entre los protagonistas (James Franco como Tommy Wiseau y Dave Franco como Greg Sestero, uno de los protagonistas de The Room), constituye el lado fuerte de la película.

Sin embargo, también es cierto que quien haya visto la película de Wiseau puede entrever que The Disaster Artist humaniza el esfuerzo volcado en la realización de The Room. Tal vez después de ver la cinta de Franco se pueda sentir un poco de cargo de conciencia al burlarse del desastre absoluto que supone el trabajo de Wiseau, alguien que claramente no tenía la menor idea de lo que estaba haciendo y que, sin embargo, siguió adelante. Tal vez esa sea la función de una buena película sobre una mala. ¿O acaso no quieren un poquito más al vilipendiado Ed Wood después de ver la película de Burton?

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