[Foto: Británico]
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Por Katherine Subirana

Will Becher es un reconocido director de animación en stop motion escocés. Llegó a Lima la semana pasada, como invitado especial del IV Festival Internacional de Cine Infantil (CINI 2018), organizado por el Británico Cultural, y su visita coincidió con el estreno en la capital de su última película: El cavernícola.

Becher inició su carrera, literalmente, jugando, pues tenía diez años cuando empezó a hacer animaciones. Hoy es director de animación en el reconocido estudio británico Aardman, que desde 1972 trabaja en la creación de películas como Wallace y Gromit o Shaun el cordero. Conversamos con él sobre algunas curiosidades de la industria del stop motion.

Son pocas las películas en stop motion que llegan a las salas comerciales. ¿Por qué el cine comercial parece haberlas dejado de lado?
Te puedo hablar del caso de Aardman, donde ha llevado mucho tiempo poner en marcha los proyectos: con un estudio relativamente pequeño, la lista de próximos estrenos se limita a lo que los equipos creativos pueden trabajar, por lo que son frecuentes las grandes brechas entre películas. Sin embargo, el año pasado hubo un resurgimiento después de la paralización, con cuatro proyectos diferentes que se filmaron alrededor del mundo en 2017. Por primera vez en la historia, comenzó la producción de un largometraje de Aardman (Shaun el cordero 2), mientras que otro (El cavernícola), llegaba a la posproducción.

¿Cuál es el proceso que se sigue al momento de elaborar una película en stop motion?
Siempre comenzamos trabajando el concepto y luego pasamos de uno a cuatro años trabajando en la historia. Con los guiones redactados, el storyboard y las ilustraciones crean un sentimiento por el mundo en el que habitarán los personajes. Luego está el proceso de diseño. Lo bello de la animación es que hace que todo sea posible: es un mundo de fantasía y, como tal, cada elemento debe diseñarse y construirse. El director trabaja con un escultor para traducir los dibujos de personajes en modelos de tres dimensiones. Al mismo tiempo, el director de arte y el de fotografía conmienzan a configurar el aspecto de la película con conjuntos de miniaturas y diseños arquitectónicos para las numerosas ubicaciones. Me uní al director general de El cavernícola cuando llevaba ya dos años de desarrollo. Mi papel era seguirlo y aprender de él para poder asumir un rol principal en la dirección una vez que comenzara la filmación. Los registros de voz se crean con los actores principales, luego el equipo de animación comienza a realizar las pruebas de caracteres iniciales. La filmación en sí tarda unos 16 meses y termina con un equipo de 35 animadores, todos trabajando de forma simultánea.

Se solía relacionar el uso del stop motion con el cine para niños; sin embargo, ante la invasión de la animación digital y el 3D, ¿cómo responde la industria del stop motion para no perder al público infantil?
Nuestro objetivo es crear historias entretenidas y divertidas, y personajes con los que uno pueda identificarse e inspirarse. Si una idea nos hace sonreír, o resuena con nosotros, la ponemos en la película y esperamos que el público (de todas las edades) encuentre algo allí que les atraiga. Filmes como Anomalisa, y más recientemente Loving Vincent, están dirigidos a una audiencia más antigua; pero, en Aardman, el núcleo de las historias de películas está dirigido a un público familiar, porque ese es el tipo de historias que atraen a los cineastas que las crean.

¿Cuánto han ayudado los adelantos tecnológicos al desarrollo de la industria?
Antes, el mundo del stop motion era un tanto restringido, pues dependía de lo que se pudiera construir o pintar para crear la atmósfera y el ambiente; pero, con el desarrollo de la tecnología, esta técnica puede ser mucho más amplia. Me encanta que estudios como Aardman y Laika estén adoptando nuevas tecnologías para expandirse. Las habilidades tradicionales todavía están en uso hoy como hace 100 años, pero el advenimiento de las cámaras digitales y CGI (imágenes generadas por computadora) nos ha permitido tener un mejor control de nuestros personajes y técnicas. La impresión 3D, los efectos digitales, la remoción de equipos, los avances en el control de movimiento (equipos de cámara) y el uso de la realidad virtual han sido empleados por la industria para mejorar la filmación. Ya no tenemos que esperar que la película se desarrolle de la noche a la mañana en un laboratorio de cine de Londres: podemos animar una toma y verla proyectada en nuestro cine de estudio en cuestión de minutos. ¡Eso sí que es rápido para el cine en stop motion!

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