Santiváñez es el vicepresidente del Centro de Estudiantes de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la PUCP. [Foto: Rolly Reyna]
Santiváñez es el vicepresidente del Centro de Estudiantes de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la PUCP. [Foto: Rolly Reyna]
Katherine Morales

Las próximas elecciones municipales y regionales y la agitada coyuntura nacional animan a los estudiantes a dialogar sobre cómo, desde su carrera, pueden fomentar estrategias para llevar el bienestar a los ciudadanos en su vivienda, barrio o ciudad, y así mejorar su calidad de vida. Miguel Ángel Santiváñez —impulsador de que el debate no se quede en las aulas— es el coordinador del I Coloquio Nacional de Estudiantes de Arquitectura, el 26 de octubre, en la PUCP.

¿Cuáles serán los ejes del coloquio?
Escogimos tres temas como los más presentes en nuestra vida cotidiana: políticas públicas, participación y género. Políticas públicas es la tangibilización de todos los esfuerzos de arquitectos y urbanistas para que puedan llevarse a cabo las medidas para el bien común de la región. De alguna manera el preámbulo de ellos es la participación. No solamente la del arquitecto, sino la del ciudadano. Creemos que si un ciudadano no es capaz de identificar la ciudad como suya no va a preocuparse por ella. Y género, porque creemos que Lima ha sido muy discriminadora. Muros ciegos o rejas propician la inseguridad que, enfocada a partir del género, es mucho más crítica.

¿Y el transporte?
El coloquio abordará cómo la arquitectura y el urbanismo se vinculan con la política a través de la gestión para dar preferencia al peatón. Mostrar de manera lógica que hay prioridades por las cuales deberían estar dispuestas las obras, sean de infraestructura, viales o de cultura. Lima tiene que apostar por un método de movilización que sea no solo sostenible, sino masivo. Muchas autoridades no escuchan ello porque exige un nivel de planificación que va más allá de una sola gestión.

¿El transporte es uno de los puntos débiles de esta gestión?
Hay varias maneras de abordarlo. Ha habido, en general, una priorización exhaustiva por el automóvil, pero la vida en los espacios públicos —que no son solo las plazas, sino también las calles, donde construimos nuestro imaginario de la ciudad— se han convertido en aquello que más tememos. El hecho de tomar una aplicación con una compañía de taxis ahora es un tema al que temer. Vivimos en una sociedad de miedo que nace porque no existe una cultura de planificación. Si las autoridades que elegimos no la tienen, hay mucho que conversar.

¿Cuáles serían las soluciones para reducir el miedo social?
Hay una serie de planes que se han realizado en Bogotá y Medellín, lugares que tenían índices de delincuencia altísima, pero a través de una gestión eficiente, donde se ha priorizado no solamente al peatón sino la identificación del imaginario de ciudad, logrando construir una ciudad modelo. Consideramos que es un paradigma que funciona y por el cual estamos apostando poco a poco. Sin embargo, cuando vemos las encuestas municipales o escuchamos los planes, vemos que son realmente pocos quienes se preocupan por esto.

Si esta gestión prioriza los automóviles, ¿la solución serían las grandes obras de infraestructura como los trenes eléctricos?
El tren eléctrico fue una apuesta de hace varios años, existen seis líneas, pero ahora solo tenemos una. Esta serie de propuestas resultan totalmente banales y hasta anecdóticas. Es tratar de solucionar temas muy específicos dentro de la ciudad como: “acá no funciona esto, hay que poner un teleférico; acá no funciona lo otro, hay que poner un tranvía”. Cuando en verdad la ciudad es un ente vivo, que respira, y nosotros lo recorremos. Al final la idea es poder hacerla nuestra, sin tener que sufrir el martirio del transporte público o privado, porque nadie se salva de que Lima sea una ciudad donde el caos impera.

¿El coloquio también hablará sobre la apropiación de espacios en la ciudad?
La idea es que sí. Hace unas semanas tuvimos una mesa preliminar en el eje de participación con Lucía Nogales, coordinadora de ‘Ocupa tu calle’. Se habló de cómo el espacio público no solo es el que recorres, sino también en el cual vives. Un espacio vacío puede ser reconocido por la ciudad como un lugar muy malo físicamente, que evoca al miedo. Pero a partir del uso que se le dé, mediante juegos o la habilitación del sitio, pueden cambiar las dinámicas del lugar siendo exactamente el mismo espacio físico. Se empieza a reconocerlo, ya no como un punto de miedo, sino como un lugar en el cual estoy, vivo y tengo experiencias. Eso es a lo que al final apostamos con estas discusiones, o sea, dar importancia al peso del espacio físico público en nuestras vidas.

¿La recuperación de estos espacios debería ser un esfuerzo compartido?
Tiene que ser un trabajo colaborativo en el que profesionales y habitantes recuperen ese lugar no solo desde el aspecto de colocar nuevos usos y cambiar las dinámicas, sino que estas dinámicas cambien a partir de la gente que las habita. Porque al final el profesional se va y son las personas quienes usarán el espacio por el resto de la vida. Podrías poner todas las facilidades en un lugar, pero si es que las personas no lo reconocen (“puedo ir ahí” o “puedo disfrutar de ese espacio”), puede llegar a fracasar. Debería ser preocupación de los vecinos recuperar ese lugar y no que simplemente “aparezca”: eso es asistencialismo.

¿También está en manos de los ciudadanos impulsar la construcción articulada de ciclovías?
Se busca concienciar que hay maneras de viajar mucho más sostenibles y que generan menos contaminación de todo tipo: visual, sonora y hasta política. Pero somos nosotros al final los que proponemos que se use. Si siempre tenemos miedo a que nos pase algo y por eso dejamos de usar la bicicleta, entonces no va a existir una demanda por la cual construirse. La conquista de la ciudad es poco a poco. Manejar en el barrio o hacerlo a pequeña escala me parece un paso importante para ser una voz que demande tipos de soluciones más eficientes y sostenibles.

¿Qué opinas de las ciclovías que se han construido en la Costa Verde?
Hace algunos años, muy pocos en verdad, nuestro grupo hizo un mapeo de la Costa Verde a través de bicicletas, desde San Miguel hasta Chorrillos. Realmente hay una enorme cantidad de fracturas en el trayecto. Recuerdo que muchos compañeros decían que era una locura pasear con una bicicleta que pesa menos de 100 kilos entre carros que están a 80km/h. Fue un riesgo, pero se tenía que visibilizar que existen estos problemas. Habría que cuestionarse si realmente la Costa Verde necesita otro carril más o si debería existir un malecón mucho mejor pensado y más para las personas.

CONVOCATORIA

Los interesados en presentar ponencias en el Coloquio Nacional de Estudiantes de Arquitectura podrán enviar sus trabajos —basados en investigaciones realizadas por los autores en los últimos tres años— alrededor de tres ejes temáticos: políticas públicas, participación y género hasta el 6 de octubre al correo cfarquitectura@pucp.pe

Más información: 

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