Jacques Fontanille: La moda del cuerpo
Jacques Fontanille: La moda del cuerpo
Jorge Paredes Laos

Llegó a la semiótica  tratando de descubrir qué había más allá de los discursos y de eso que conocemos como lenguaje. Estamos a inicios de los años setenta y en París todavía se respiran los ecos de Mayo del 68. Movimientos sociales, contracultura, libertad individual y rebeldía. En ese ambiente contestatario, Jacques Fontanille descubrió que podía usar las ciencias del lenguaje como un camino para analizar los fenómenos culturales de su tiempo. “Ponerlos en cuestión y mostrar que no son cosas dadas sino construcciones que pueden ser reemplazadas por otras. El espíritu de la semiótica está ahí”, dice. Y en esto ha basado sus estudios: sugestivos acercamientos a la semiótica de las pasiones, del cuerpo y las formas de vida.  
     Horas antes de su participación en el Coloquio Internacional de Semiótica, organizado por la Universidad de Lima, Fontanille está sentado en una oficina, bebe un café, y se esfuerza por explicar en términos sencillos teorías que pueden resultar complicadas para un público no iniciado. “La semiótica no usa un lenguaje común pero es cuestión de hábito. Yo puedo hablar de semiótica sin utilizar terminología especializada; depende del momento y de la oportunidad”, comenta. 

En su libro "Soma y sema" analiza el cuerpo, un tema que ha sido objeto de reflexiones desde distintas disciplinas. ¿Cómo acercarnos a él desde la semiótica? 
Primero debemos observar lo que dicen las otras disciplinas sobre el cuerpo. Comprender cómo modelan y organizan la descripción del cuerpo y ver cuáles son sus categorías comunes. Uno encuentra dos o tres nociones presentes en todos los acercamientos: el cuerpo es una estructura material con una energía, superficie y conexiones que permiten su interacción. Una vez detectadas estas relaciones comunes, la semiótica afina sus herramientas para hacer descripciones cada vez más precisas. 

Usted afirma que “el cuerpo es operador de semiosis”. ¿Cómo explica esta idea que es central en su trabajo?
Eso cuestiona lo que la semiótica venía trabajando hasta hace algunos años. Tradicionalmente, la semiótica proponía la idea de que hay un significante y un significado relacionados entre sí. Pero la frase que usted menciona pone en el corazón del ejercicio de la semiótica la idea de que entre el significante y el significado existe algo más: un cuerpo que no había sido tomado en cuenta. 

¿Un cuerpo que expresa algo? 
Es la mediación que existe entre el mundo interno del sujeto, sus estados mentales y afectivos, y el mundo externo. En esta correlación existe un cuerpo que nunca es neutral, siempre es subjetivo. Por eso la creación de sentido supone necesariamente de un cuerpo y de una experiencia.

Podría darnos un ejemplo…
Le puedo dar un ejemplo literario. En la novela de Céline "Viaje al fin de la noche", el personaje principal está en medio de la Primera Guerra Mundial, rodeado de violencia y bombas que explotan por todos lados. Lo que la novela describe es la tentativa del personaje de poner en relación estas percepciones exteriores críticas con su mundo interior. Como la agresividad es tan fuerte, el cuerpo se pone en el camino entre el mundo interno y externo, y el individuo termina vomitando todo lo que come. Otro ejemplo que encuentro para explicar estas cosas un poco complicadas es que existen manifestaciones corporales que expresan algo que no podemos decir. Gestos, carraspeos, movimientos, que tratan de expulsar al exterior un contenido interno. Son recursos que no están verbalizados pero que acompañan el lenguaje verbal. 

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La conferencia que Fontanille presentó en la Universidad de Lima llevó por título “Las formas de vida: moda francesa contemporánea”. ¿La moda como objeto de estudio de un semiólogo? Otra vez Fontanille busca explicaciones en terrenos lejanos al lenguaje: “Existe la tendencia de la moda a presentar sus colecciones por temporadas, y de hecho eso responde a cuestiones mercantiles, pero dejemos de lado ese aspecto y centrémonos en los modos y las estrategias de los diseñadores para sostener una identidad más allá del cambio de sus diseños”, dice. 
     Fontanille se refiere al trabajo específico de Julien Fournié, un joven diseñador francés que ha pasado por casas tan importantes como Nina Ricci, Christian Dior y Givenchy. Su estilo, opinan los críticos, pone en evidencia “la feminidad exacerbada”. 
     “Lo que me llama la atención de este diseñador —explica Fontanille— es que pone en juego una paradoja de la moda actual: ¿Quién manda a quién? ¿La moda comanda a quien la usa, imponiéndole sus restricciones o pasiones, o son los consumidores los que la utilizan para sus fines particulares? Fournié construye un relato de una temporada a otra y en cierta medida podemos observar cómo en el invierno la ropa constriñe, cubre y regula el cuerpo, mientras que en la primavera es el cuerpo el que toma el control”. 
     Esa contradicción le parece interesante. La moda, como el cuerpo, también expresa significados y nos permite interactuar en un mundo de apariencias, mientras cubrimos y descubrimos lo que somos.

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