Issac Asimov
Issac Asimov

Por: Joan Praga

“He procurado mantener oculta esta situación para proteger mi vida privada y la de quienes me rodean, pero ha llegado el momento de que mis amigos y fans de todo el mundo conozcan la verdad, y espero que todos se unan a mí, a mis médicos y a todos cuantos luchan por combatir esta terrible enfermedad, para luchar contra ella”. Estas fueron las palabras de Freddie Mercury, vocalista de Queen, el 23 de noviembre de 1991. Con esta declaración, reconoció ser víctima del síndrome de inmunodeficiencia adquirida. Fue su última aparición pública. Murió al día siguiente.

Mercury había previsto su final y había dejado todo listo para cuando sucediera: dispuso de sus pertenencias materiales, grabó una serie de videos sobre su enfermedad para que se emitieran tras su muerte y donó su fortuna a la lucha contra el sida.

Así como él, que diversas celebridades hayan reconocido públicamente tener esta enfermedad —en los ochenta y noventa, cuando aún se sabía muy poco y se tejían mitos a su alrededor— ayudó a emprender acciones para combatirla: galas y conciertos para recaudar fondos para la investigación, manifestaciones para pedir que se trate el sida como problema de salud pública y llamados a la reflexión médica y social en torno a la enfermedad.

Y esto último no es poca cosa.

Gia Carangi
Modelo
Si alguien nació destinada a no pasar desapercibida, fue Gia Carangi. Llegó a las pasarelas a los 17 años y ha pasado a la historia como la primera supermodelo estadounidense, como uno de los rostros más bellos de la industria y el primer personaje público femenino en ser diagnosticado con sida.

Su vida estuvo marcada por el abuso de todo tipo de drogas, y se sospecha que adquirió la enfermedad al compartir jeringas con heroína. Tuvo varios intentos de rehabilitación, pero algunas circunstancias que rodearon su vida la empujaron al hoyo, como el fin de su relación con Sandy Linter o la muerte de grandes amigos.

Tras cada recaída intentó levantarse, pero las drogas hicieron estragos en su vida: se le veía cada vez más demacrada y sus brazos lucían las marcas de múltiples pinchazos. La última vez que salió en una portada fue en abril de 1982, en la revista Cosmopolitan. Para ello la producción requirió muchísimo maquillaje, recurrir a retoques fotográficos, además de esconder sus brazos. Algo similar sucedió la última vez que apareció en una revista de modas, en la edición alemana de Vogue, en diciembre de 1983.

Sin trabajo, recurrió al robo y la prostitución para financiar sus adicciones. Murió el 18 de noviembre de 1986 a causa de una neumonía fulminante, complicación derivada del sida. El diagnóstico exacto se lo dieron dos días antes de su muerte.

Rock Hudson
Actor
Rock Hudson, aclamado galán del cine hollywoodense de los años cincuenta y sesenta, fue la primera celebridad en reconocer públicamente que padecía de sida. Fue diagnosticado en mayo de 1984 y mantuvo su enfermedad en secreto durante un año, entre otras cosas porque con dicha confesión se hizo pública también su homosexualidad.

Viajó a París para recibir terapia experimental en el Instituto Pasteur, pero el virus había avanzado demasiado: sus defensas estaban muy bajas y poco se pudo hacer por él. Sin embargo, que Hudson se hubiera atrevido a hablar, ayudó a miles de otros enfermos anónimos: su amiga Liz Taylor realizó una velada para conseguir fondos para las primeras investigaciones sobre el sida, que entonces se creía solo afectaba a los homosexuales. Recaudó un millón de dólares. En dicho evento Burt Lancaster leyó un sensible manifiesto dictado por Hudson que decía: “No estoy feliz por tener sida, pero, si esto puede ayudar a otros, al menos puedo saber que mi desgracia tiene un valor positivo”. Tras su muerte, el 2 de octubre de 1985, diversos grupos denunciaron la pasividad del Gobierno estadounidense frente a la enfermedad.

Isaac Asimov
Escritor
​Con la muerte de Isaac Asimov la ciencia ficción y la literatura en general perdieron a uno de sus más prolíficos y trascendentales representantes.

El escritor falleció el 6 de abril de 1992. Aunque entonces se dijo que la causa fue un problema coronario y renal, diez años después se supo que el miedo al rechazo social y el desconocimiento hicieron que se escondiera la verdadera razón: Asimov contrajo sida a raíz de una transfusión de sangre.

Su viuda y segunda esposa, Janet Asimov, lo reveló al publicar Ha sido una buena vida, biografía del escritor. En una entrevista con la revista Locus, la viuda contó las circunstancias de la enfermedad. Según ella, aunque el propio Asimov quería revelar su estado, nunca lo hizo. “Nos dijeron que si lo hacíamos público, la gente sentiría prejuicios contra nosotros. En aquellos días se oía decir, incluso a la gente muy culta, que sentían temor de tan solo tocar a un enfermo de sida”, explicó. “Discutí con los médicos en privado sobre este secreto, pero nunca cedieron, incluso después de que Isaac muriera. Los médicos ahora también están muertos, y cuando me pidieron que escriba Ha sido una buena vida, la hija de Isaac y yo acordamos hacer público lo del VIH”, añadió Janet.

Asimov contrajo el virus en 1983 mediante una transfusión y ha trascendido que su diagnóstico estableció un precedente para que, en 1985, se empezaran a hacer análisis para buscar el VIH en los donantes y en la sangre donada para asegurar su calidad.

Michel Foucault
Filósofo
​Cuentan que cuando el filósofo e historiador Michel Foucault se enteró de que tenía sida lo primero que hizo fue comprarse un boleto de avión para ir a San Francisco hacia los salones sadomasoquistas, uno de sus lugares favoritos. Sus biógrafos se preguntan ¿a cuántas personas habrá contagiado ese día?

Se le diagnosticó la enfermedad a fines de 1983 en una época en la que el mal avanzaba rápidamente, pues no tenía tratamiento. El filósofo murió el 25 de junio de 1984, a los 57 años, en el hospital parisino de la Pitié-Salpêtrière.

Fernando Savater ha dicho sobre la muerte de Foucault: “Acorde con su modo de pensar, creyó que el sida como castigo divino a los homosexuales era una construcción histórica. Lo del castigo divino es una construcción histórica, pero la enfermedad en sí, no”.

Las biografías de Foucault señalan que Daniel Defert, su amante, se enfureció al saber de la enfermedad del filósofo, pues concluyó que este, a causa de su afición al sadomasoquismo, lo había engañado y contagiado.

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