Afiche intervenido de "Pelé eterno" (2004), un documental brasilero dirigido por Anibal Massaini Neto.
Afiche intervenido de "Pelé eterno" (2004), un documental brasilero dirigido por Anibal Massaini Neto.
Claudio Cordero



La escena más comentada de El secreto de sus ojos (2009) ocurre en el estadio del Club Atlético Huracán, y consiste en un largo plano secuencia que empieza en las tribunas atiborradas de gente y acaba al ras del césped. El director, Juan José Campanella (el mismo de Metegol, del 2013), no pudo escoger un mejor escenario para dotar a su drama policial de esplendor. Dicha escena se ha convertido en una de las más citadas del cine contemporáneo, no solo por su virtuosismo técnico, sino también por el formidable marco del que hace gala; su impacto se acrecienta porque no estamos habituados a ver en pantalla gigante el deporte rey. Es eso o nuestros referentes son demasiado pobres. Llama la atención que cine y fútbol, nuestros espectáculos de masas con mayor historia y tradición, apenas se hayan mezclado en la memoria audiovisual, algo que no ocurre por ejemplo con el béisbol. Pero, ya que estamos en la recta final de las eliminatorias sudamericanas rumbo al Mundial de Rusia, este artículo se concentrará en el cine de los países de la Conmebol y su relación con el fútbol.

      Si estas eliminatorias son las más reñidas del mundo, ¿dónde están las imágenes que reflejen la pasión futbolera que sentimos en esta parte del continente?

Fotograma de "Hermanos", película venezolana donde dos hermanos luchan contra todo para poder alcanzar su sueño de ser jugadores profesionales de fútbol.
Fotograma de "Hermanos", película venezolana donde dos hermanos luchan contra todo para poder alcanzar su sueño de ser jugadores profesionales de fútbol.

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     Es necesario aclarar que no todas las cintas de fútbol están condenadas a priori a ser anecdóticas y populacheras. Felizmente existen ejemplos de sobra para demostrarlo. Casi todas las cinematografías de la región han dado rienda suelta a su fascinación por este deporte, aunque los resultados artísticos sean desiguales. Como no podía ser de otra manera, Brasil y Argentina son protagonistas de esta historia. Tanto en ficción como en documental, ambos países han estado en capacidad de testimoniar su pasión desde que tuvieron una cámara a su alcance. Otros, como Uruguay y Colombia, han sabido preservar algunos de los momentos más conmovedores que han tenido como nación gracias al fútbol, cuando los triunfos deportivos se convirtieron en catalizadores colectivos: en Golpe de estadio (1999), la guerrilla y el ejército colombiano pactan una tregua para ver a su selección en un partido decisivo, mientras que el documental Maracaná (2014) es parte crónica deportiva y declaración de un orgullo nacional.

      Podemos fichar los trabajos de ficción en varios grupos, empezando por las biografías de futbolistas reales. Aquí los brasileños llevan la delantera con un par de biopics acerca de seres autodestructivos sin redención: Heleno de Freitas (Heleno, o príncipe maldito, 2011) y Garrincha (Garrincha, estrela solitária, 2003) se ganaron el derecho a ingresar al panteón, tanto por sus hazañas dentro de la cancha como por sus desgracias fuera de ella. En el Perú tenemos el caso opuesto con Guerrero (2016), que cuenta los orígenes humildes de un ganador, Paolo Guerrero, cuando solo era un niño que amaba patear el balón. Luego están las películas que apelan al futbolista como personaje de ficción. Aquí los argentinos destacan con una serie de melodramas clásicos protagonizados por Armando Bó: Pelota de trapo (1948), El hijo del crack (1953), Pelota de cuero (1963). Ejemplos más recientes de esta línea son la venezolana Hermano (2010) y la uruguaya Mi mundial (2017), relatos emotivos sobre peloteros con sueños de gloria.

      Pero quizá la mayor cantidad de películas de fútbol han mirado al otro lado del campo, hacia las tribunas, refiriendo aquellas historias inspiradas en el fervor que despierta el deporte entre sus incondicionales. Eran tiempos más inocentes cuando se estrenó
El hincha (1951), la primera de muchas películas argentinas dedicadas a estos personajes incomprendidos; en nuestros días tenemos El camino de san Diego (2006), acerca de un peregrino del D10s Maradona. En este grupo no podemos omitir a la fanática más ruda que tuvo Boca Juniors: una mujer que gustaba vestirse como hombre y que respondía al nombre de María Esther Duffau, alias la Raulito, figura de antología que llegó a inspirar un largometraje de ficción (La Raulito, de 1975) y un documental póstumo, en el 2009.

     Aunque las dramatizaciones de hechos reales están presentes en cintas como El cura Lorenzo (1954) —acerca de la fundación del Club San Lorenzo de Almagro— y en la peruana F-27 (2014) —sobre la tragedia del Alianza Lima—, lo cierto es que los documentales han reclamado el derecho a contar los hechos históricos con mayor credibilidad. Los tenemos de clubes —Esos colores que llevás (2013), sobre River Plate; y Santos: 100 años de fútbol arte (2012)—, futbolistas —Pelé eterno (2004), DF 10 (2016), sobre Diego Forlán—; y técnicos —El Zurdo: la revancha del ninguneado (2016), sobre Jorge Sampaoli.

2012. Fotograma de "Heleno", película brasileña dirigida por José Henrique Fonseca y producida y protagonizada por Rodrigo Santoro.
2012. Fotograma de "Heleno", película brasileña dirigida por José Henrique Fonseca y producida y protagonizada por Rodrigo Santoro.

     Pero no todos los documentales están interesados en homenajear a una leyenda o una institución. Hay obras de este género que persiguen lo que Eduardo Galeano llamaba “la belleza que nace de la alegría de jugar porque sí”. El otro fútbol (Argentina, 2012) y Campo de jogo (Brasil, 2015) hacen hincapié en las condiciones precarias de la vida de millones de personas, una realidad totalmente distinta a la que vemos en los televisores, pero también ratifica el fútbol como expresión vital de nuestros pueblos.

      Y llegamos al cortometraje peruano Vía satéliteEn vivo y en directo (1973), de Armando Robles Godoy, uno de los abordajes más poéticos de fútbol en el cine, aunque no aparezca ni una sola jugada o multitud… solo Lima vacía y su ilusión por un triunfo.

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