Cámara Lúcida, exposición del MATE que reúne a 22 fotógrafos peruanos.
Cámara Lúcida, exposición del MATE que reúne a 22 fotógrafos peruanos.
/ Edi Hirose
Carlos Oré Arroyo

Cada vez que hablamos de una muestra fotográfica estamos acostumbrados a pensar en imágenes ordenadas en una sala de exhibiciones; sin embargo, el Museo Mario Testino (MATE) ha decidido romper este formato. “Cámara lúcida: Nueva fotografía peruana” es una muestra que reúne el trabajo de 22 jóvenes fotógrafos nacionales que han optado por experimentar el uso de otras plataformas para proyectar las imágenes captadas por sus lentes. La muestra estará habilitada hasta el 24 de noviembre en las salas temporales del museo.

A inicios de este año el museo lanzó, a través de sus redes sociales, una convocatoria. Se recibieron más de quinientos portafolios. Gerardo Chávez-Mata, curador de la muestra, tuvo la difícil tarea de seleccionar a quienes finalmente serían parte de la exhibición. “No quería que se repita una temática, sino que escogí aquellos trabajos que mostraran un claro proceso de investigación, uso de diversos procesos y recursos fotográficos. Quien visite las salas podrá notar que los fotógrafos seleccionados entienden la foto como un elemento de discurso a través del arte contemporáneo” señala Chávez-Mata.

EN ROJO Y BLANCO

La muestra cuenta con dos espacios. Uno de ellos es una sala oscura en la que una tenue luz roja alumbra los trabajos; el otro está bañado por la luz natural que permite disfrutar las imágenes ahí expuestas. “El uso del rojo y blanco responde como homenaje a los espacios fotográficos tradicionales —dice el curador— la luz roja transporta al visitante a los cuartos oscuros donde se revelaban antiguamente las imágenes y la luz natural a los estudios fotográficos”, añade. Guiado por esa idea, el visitante entenderá que existe una especie de juego entre aquellos conceptos y las propuestas fotográficas.

Primera sala de la exposición que busca retratar los antiguos cuartos oscuros donde se revelaban las fotografías.
Primera sala de la exposición que busca retratar los antiguos cuartos oscuros donde se revelaban las fotografías.
/ Edi Hirose

Uno de los trabajos más interesantes de la primera sala pertenece a la fotógrafa Sheila de la Cruz. Su obra “Deshistorizar” hace uso de dos de los momentos más violentos que registra nuestra historia: la conquista española y el conflicto contra el terrorismo. De la Cruz hace uso de imágenes de ambas épocas y a través de un hilo rojo une recortes de las pinturas de la escuela cusqueña que hicieron uso de los mecanismos de colonización cultural junto con las imágenes de archivo de los ataques subversivos que revelaban las fracturas sociales del Perú de finales del siglo XX.

En la misma sala encontramos el trabajo de César Augusto Ramírez titulado “Adiós a las armas”, un foto-libro que intercala dos realidades opuestas. Mientras que en una página podemos vemos de figuras militares, en la siguiente nos topamos con personas LGTB+ en contextos urbanos. Aunque ambos mundos son presentados en sus espacios más familiares. Ramírez asegura que “no busca una reconciliación entre estos dos mundos, sino una confrontación visual entre ambos espectros de su propia vida”.


ARTE Y TÉCNICA

En la primera sala uno queda sorprendido al ver una flor seca que cuelga de una de las paredes del otro ambiente. A medida que nos acercamos, nos damos cuenta de que hay fotografías impresas en las hojas. Manuel Limay, creador de este trabajo titulado “Injertos”, ha utilizado la técnica de la clorotipia. “Injertos busca reafirmar la memoria como base existencial, a la vez que se evidencia su fragilidad”, señala el curador Chávez-Mata.

A la drecha el trabajo de Manuel Limay titulado Injertos
A la drecha el trabajo de Manuel Limay titulado Injertos
/ Edi Hirose

Samuel Chambi, otro seleccionado para la muestra, presenta una propuesta fotográfica intervenida con acrílico y tinta china. Haciendo uso de una cancha de fútbol de una localidad de Lanca en la sierra de Lima, el fotógrafo converge la ficción y la realidad posicionando repetidas veces a un mismo personaje a lo largo de la cancha. “La intención de Chambi es desvincular la fotografía del registro documental. La suya es una fotografía que trasciende la observación y que permite que el artista interprete y tergiverse los hechos a través de una visión y versión propia” señala el curador.

La imagen en movimiento también tiene una participación en la muestra a través del trabajo de Erik Llamos. “200 millas de paraíso” hace uso de videos presentados a través de televisores muy antiguos que se encuentran sobre estantes de fierro que alertan el peligro de muerte por descarga eléctrica. A través de las pantallas, el visitante puede observar imágenes publicitarias de los nuevos proyectos inmobiliarios en el distrito de San Miguel que chocan con la imagen peligrosa de los estantes y los precarios televisores. “Estos condominios prometen una experiencia de vida frente al mar, en una realidad que aún resulta inhóspita. Entre playas inaccesibles y construcciones no realizadas o incompletas se compone un paisaje de guerra que es a la vez habitable”, señala la descripción del trabajo.

200 millas de paraíso
200 millas de paraíso
/ Edi Hirose

Esta muestra no solo reúne imágenes sino también voces, en cada una de las propuestas existen un mensaje que tendrá una interpretación distinta en cada espectador. Las interpretaciones están abiertas a la experiencia de cada visitante.

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