Albert Camus ( 1913-1960 ). El  novelista, ensayista, dramaturgo, filósofo y periodista formó parte de la resistencia francesa durante la Segunda Guerra Mundial.
Albert Camus ( 1913-1960 ). El novelista, ensayista, dramaturgo, filósofo y periodista formó parte de la resistencia francesa durante la Segunda Guerra Mundial.

Hace sesenta años, cuando murió el filósofo francés Albert Camus, el mundo era muy distinto. El hombre no había llegado a la Luna, la Guerra Fría estaba en uno de sus momentos más álgidos y, sobre todo, la revolución digital era solo un sueño de los novelistas de ciencia ficción. Por ello, en estos tiempos resulta pertinente preguntarnos si las reflexiones de Camus, tan importantes en su momento, tienen vigencia.

—El eterno ascenso—

En ningún otro libro quedó tan clara la postura filosófica y hasta política de Camus como en El mito de Sísifo, publicado en 1942. La primera oración ya casi lo dice todo: “No hay más que un problema filosófico verdaderamente serio: el suicidio”. La existencia —explica Camus— no tiene un sentido ulterior, no hay un Dios que a todo le dé una razón. La vida es absurda y cada individuo debe decidir si vale la pena o no vivirla.

En ese contexto, la imagen del personaje de la mitología griega Sísifo es una ilustración perfecta. Sísifo fue condenado por los dioses a subir una roca hasta la cima de una montaña desde donde esta volvía a caer por su propio peso. He ahí al héroe absurdo: aquel que debe subir la roca de la existencia a una cima, luego ver cómo cae y volverla a subir una y otra vez. No hay recompensa, no hay alivio.

Para Camus, el momento más importante de Sísifo es cuando, luego de subir la roca, ve cómo vuelve a caer. Esa mirada es clave porque es el gesto de la conciencia. En ese instante se da cuenta de lo absurdo de su tarea, pero la sigue llevando a cabo. Ese es el heroísmo que le interesa a Camus. Sería fácil realizar el trabajo con la esperanza de que en algún momento va a terminar. Es el saber que esto es imposible lo que hace a Sísifo poderoso, dueño de su destino, capaz de darle sentido a su castigo, de encontrar alegría en el calvario.



“La sola lucha hacia las cimas es suficiente para llenar un corazón de hombre. Hay que imaginarse a Sísifo feliz”. —Albert Camus


—La falta de conciencia del sujeto contemporáneo —

Es precisamente el aspecto de la conciencia el que resulta importante revisar en el contexto en el que vivimos. En su novela futurista 1984 (publicada pocos años después del libro de Camus), George Orwell imaginó un mundo completamente vigilado, en el que nadie es libre.

El personaje principal Winston Smith trabaja reescribiendo la historia de su país para favorecer al Partido Único. Cuando se da cuenta de esto, Smith intenta escapar a toda costa de la vigilancia del Gran Hermano.

Actualmente, vivimos una realidad bastante parecida a la orwelliana. Internet une a todas las personas del mundo y las mantiene conectadas, vigiladas. No obstante —como explica el filósofo coreano Byung-Chul Han— hay una diferencia muy importante entre nuestra sociedad y la de la novela: la conciencia.

El héroe de Camus es un héroe porque reconoce lo absurdo de su existencia, como Winston Smith. Esto, sin embargo, no es aplicable, según Byung-Chul Han, al sujeto contemporáneo. Él no es consciente de que lo dominan. Vive en la sociedad como si fuera libre. Busca escalar dentro del sistema económico y, al hacerlo, se autoexplota y piensa que se está realizando. Esto explica la proliferación de trastornos mentales como la depresión.


—Por un Sísifo contemporáneo—

La imagen de Sísifo ya no es la misma. Si bien Sísifo estaba condenado a levantar la roca, la conciencia de esa condena lo hacía libre. Hoy es la roca la que domina a Sísifo. Sísifo es empujado por la roca. El hombre solo es en tanto que trabaja, en tanto que produce para el sistema.

Byung-Chul Han también afirma que vivimos en una era “dataísta”. El mundo está gobernado por los macrodatos. Todo es numerable, todo es igual y el hombre no domina esos datos, son los datos los que lo dominan a él. Las empresas contratan a trabajadores basándose en estadísticas, una persona entra a YouTube y le aparecen recomendaciones de videos que se dispone a ver, como si él los hubiera escogido. Hoy el sujeto es, entonces, el resultado de una operación algorítmica.

Esto nos lleva a la primera idea del libro de Camus: el suicidio. El decidir si la vida vale la pena o no vivirse. Pareciera que el individuo contemporáneo no tiene la oportunidad de hacerse esa pregunta y que solo vive y actúa sin reflexionar al respecto, creyendo que es verdaderamente libre.

Camus retoma el mito griego de Sísifo para elaborar un ensayo sobre la inutilidad de la vida.
Camus retoma el mito griego de Sísifo para elaborar un ensayo sobre la inutilidad de la vida.
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—Ha vuelto Dios—

Camus escribió El mito de Sísifo como una respuesta al pensamiento religioso. Él, como los otros filósofos llamados existencialistas, creía que la eternidad no existía, que no había un Dios detrás del mundo. Hoy podríamos decir que aquel pensamiento ha vuelto en cierta manera. Ya no es Dios el que justifica la existencia, sino el sistema económico capitalista, que se presenta como el único posible. Es él el que domina todo, el que hace que nadie sea consciente de lo absurdo de la vida. Es él el que empuja a la roca de datos y algoritmos en la que se ha convertido el ser humano, que sube y cae por la montaña sin darse cuenta.

De este modo, leer a Camus hoy, sesenta años después de su muerte, puede ser una manera de recordar la importancia de la conciencia, pues solo a través de ella es posible ser libres. Solo a través de la conciencia podemos encontrarnos a nosotros mismos en la absurda experiencia de existir.


Los datos

  • 1957: nobel de literatura “por saber iluminar los problemas de la conciencia humana”.
  • Paradojas: Albert Camus dijo una vez: “No conozco nada más idiota que morir en un accidente de automóvil”. Como bien sabemos, murió de esta forma el lunes 4 de enero de 1960.

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