"Peppa Pig". Foto: Difusión.
"Peppa Pig". Foto: Difusión.
Jaime Bedoya

En medio de la incertidumbre política, una luz —así sea de fluorescente, de esos que parpadean mientras zumban— enciende la esperanza: según el Congreso las competencias profesionales son una cuestión de fe.

Una iniciativa legislativa plantea que los padres decidan qué educación deben de recibir sus hijos según sus convicciones morales y religiosas. Tratándose de un país laico, la misión suena a cruzada.

La tarea podría resolverse en el momento en que cada padre elige en qué colegio matricula a su hijo (pero entonces no habría gesta, solo sentido común). Ahí es cuando una ley mágicamente inculca competencias pedagógicas especializadas a los padres.

Esos papás, que piden ayuda para enterarse cómo funciona una app o qué ponerse para un matrimonio, podrían entonces ser también expertos en gastroenterología, ortodoncia y todo lo que ocupe el bienestar de sus críos. Aprendamos de los Testigos de Jehová, que prefieren que un hijo se vaya directo al cielo antes que permitirle recibir una transfusión de sangre, ese pecado hematológico.

Seamos peruanos y escalemos lo absurdo al infinito: es hora de que el Congreso controle los dibujos animados que los menores consumen, a fin de que sean adecuados a un interés superior. A saber, el decoro hormonal. Se propone al Legislativo para tal efecto una Moción de Orden del Día*.

CONSIDERANDO:
QUE resulta de mayúscula importancia dilucidar aspectos que son de interés y necesidad pública, tales como: (i) la inexplicable ausencia de órganos genitales en el personaje Papá Pig, padre de Peppa; (ii) la situación de desamparo moral de los así llamados “sobrinos” Hugo, Paco y Luis, nativos de Patolandia sin filiación paterna conocida que indujeron al desorden pasional de varias generaciones; (iii) la sexualidad poliamorosa de los Teletubbies; y (iv) la difusión del credo feminazi a través de Frozen.

QUE existen indicios suficientes sobre la probable filiación extramatrimonial de los menores Hugo, Paco y Luis en razón de haberse determinado que Daisy, pareja de Donald, ha revelado mediante el mecanismo de confesión sincera que sostiene una relación carnal consensuada con el sujeto Tribilín (a) El Trípode, alegando además que el tal Donald carece de aparato reproductor alguno. Su entrepierna es una curva emplumada; ergo deviene en biológicamente imposible que se le atribuya paternidad.

QUE urge investigar la indefinición de los Teletubbies, seres que normalizaron el preámbulo sexual valiéndose de frotaciones y balbuceos inconexos como abacho, becho.

QUE el efecto desnaturalizador de Frozen, feminazismo animado que hace prescindible al varón ridiculizando la masculinidad a través de un leñador atolondrado en aparente concupiscencia con un alce y de un muñeco de nieve que, además de frígido, es imbécil.

POR TANTO: conforme a lo dispuesto por el artículo 35, artículo 66 literal c y el artículo 68 del Reglamento del Congreso de la República,


El CONGRESO DE LA REPÚBLICA ACUERDA:
PRIMERO.- Constituir una Comisión Especial Multipartidaria encargada de investigar la ausencia de órganos genitales en Papá Pig; determinar la sexualidad indeterminada de los señores Tinki Winki, Dipsy, Laa Laa, Po; calibrar la androfobia militante de Frozen; y establecer la verdadera filiación paterna de los menores Hugo, Paco y Luis para efectos de su correcta inscripción ante la matrícula registral del RENIEC.
SEGUNDO.- Si lo anterior no bastara, hacer lo que fuera necesario para seguir dilatando cualquier posibilidad de debatir el adelanto de elecciones.

*Agradecimiento infinito, materializado en cebiche,
al consultor legal ad honorem de las causas imposibles,
el jurisconsulto JR.

Contenido sugerido

Contenido GEC