"La nueva cara del Conservatorio Nacional de Música", por Nilo Velarde

¿Por qué tu pasión ha de ser contenida? ¿Por qué tus ganas de avanzar en el arte y en la vida no han sido lo suficientemente importantes en tu país? ¿Por qué debes hablar en voz baja cuando sientes que tienes mucho que decir, y lo quieres gritar al mundo y a la vida?

Muchas preguntas y muchos años de buscar respuestas, años que han marcado vidas y han hecho carreras a punta de esfuerzo, estudio y ganas de alcanzar un sueño. Un sueño que, en la música y en el arte, no se alcanza solo con desearlo, sino con mucha lucha y terquedad. Sí, terquedad, porque los músicos hemos ido avanzando sin hacer caso a la indiferencia, confiando en lo que la vida nos ha dado, enfrentando los paradigmas, la incomprensión, el engaño político y la sinrazón, todo porque sentimos que la música es nuestra vida y, al mismo tiempo, la forma en que le agradecemos a la vida, nuestro medio de expresión, y la expresión de lo que somos. Porque venimos de un país con tanta tradición e historia que nos sentimos obligados a mostrárselas al mundo y a nosotros mismos a través de nuestro arte.

Todos esos años, todo ese esfuerzo, toda esa terquedad nos han ganado el derecho a ser escuchados, y a que en nuestro país por fin se nos dé la oportunidad de mostrar lo que podemos hacer y de mirar el futuro con optimismo. Porque sabemos que la música tiene las mismas posibilidades de progreso que cualquier otra carrera profesional, y que llegar a ser magíster o doctor no será más exclusividad de otras especialidades.

Y es que ahora, culminando un gran esfuerzo, por fin el Conservatorio Nacional de Música es también la Universidad de la Música.