Ilustración: Mind of Robot
Ilustración: Mind of Robot
Jerónimo Pimentel


Se ha vuelto una costumbre limeña ir al Parque de los Próceres en julio por razones, digamos, cuasi cívicas: buscar libros y conversación. El diseño circular que los primeros años hacía ajeno el Matamula poco a poco se ha vuelto natural, y los visitantes parecen acomodarse a sus curvas y escaleras, a sus árboles y estatuas, sin dificultad. Tal vez la incomodidad es solo de los organizadores, si se toma en cuenta lo que cuesta armar y desarmar tremenda instalación todos los años.

Lima carece de un recinto ferial propiamente dicho que bien podría servir para otros eventos (Mistura, por ejemplo), pero no parece haber iniciativa estatal ni privada que, a corto plazo, busque subsanar esta falta o la vea como una oportunidad empresarial. También hay buenas noticias: la FIL Lima ha ganado posicionamiento en la repetición, se vale de un espacio céntrico que invita a cientos de miles a sus presentaciones y, continuamente, mejora la calidad de sus invitados. A todo ello se suma un síntoma de mercados editoriales más maduros: ha calado una suerte de calendario estacional en el que las grandes novedades se presentan a mitad de año y el público las espera. Entramos, entonces, a punto. A la exhibición de las casas grandes se puede complementar una pequeña guía de hallazgos que harán feliz al lector avisado.

1. Ibero. La vaga ambición, de Antonio Ortuño, es una de las grandes novedades de esta temporada. Ganador del Premio Ribera del Duero, en sus palabras recrea una “sátira de la vida literaria” que le sirve para dos propósitos: darle la vuelta a la autoficción y mostrar su lado más blando. De lo mejor de esta FIL.

2. Librería Inestable. Carlos Carnero confirma la estabilidad de su propuesta excepcional: es posible encontrar en su stand buena parte de la colección “Último reino” de Pascal Quignard, las últimas traducciones de John Ashbery y Kenneth Koch, así como primeras ediciones de poesía peruana contemporánea que harían temblar de gozo a cualquier coleccionista. De regalo, Carnero reparte con excepcional generosidad El vaquero sin agua en la cantimplora, poesía última de Rafael Espinosa.

3. Océano. Uno de los lanzamientos de la feria lo protagoniza Diego Trelles Paz, quien publica en Anagrama La procesión infinita, un escalón más en su ambicioso proyecto novelístico. De dicha editorial también vale la pena acercarse a Babilonia de Yasmina Reza; y de Salamandra, a todo lo que se pueda encontrar de Margaret Atwood. Vaya también por la autobiografía de Morrissey, bellamente editada por Malpaso, y las letras completas de Dylan pueden reabrir el debate sobre el merecimiento de su Nobel. Al momento de publicar esta columna ya debe haber partido el gran Richard Ford, pero sus libros aún permanecen, lo que es más importante. La saga de Frank Bascombe tiene ganada su condición de clásico y si se topa con Rock Springs no dude en ponerlo en la bolsa.

4. Fondo de Cultura Económica. Apenas esté disponible urge abordar Mecanismos de la posverdad de Jacqueline Fowks, libro que promete un análisis de la relación entre poder, ciudadanía y medios de comunicación. Ya ahí, hágase un favor y compre la nueva edición de Canto villano de Blanca Varela, cuya magnífica edición es responsabilidad de Felipe Aburto.

5. Fondo Editorial de la PUCP. Con ánimo bicentenario, la Católica apuesta por la reedición de La utopía republicana de Carmen Mc Evoy, historiadora preclara y articulista de polendas, que bien se podría leer en contrapunto con el análisis de las elecciones del 2016 que presenta Fernando Tuesta. En esta misma casa, Luis Pásara ha publicado sus conversaciones con distintos intelectuales en La ilusión de un país distinto.

6. Peisa. Marco García Falcón publica Esta casa vacía, lo que es una buena noticia para todos los lectores que apreciamos el trabajo de estilistas como él; Carmen Ollé, por su parte, entrega Halo de luna, donde promete una exploración inquietante del erotismo. Fernando Ampuero, como plato de fondo, ha escrito bajo el formato de la plaqueta uno de sus mejores cuentos, Lobos solitarios. La historia aborda a dos periodistas legendarios de Caretas, Edmundo de los Ríos y Xavier Ugarriza, quienes concentran una serie de tensiones y pulsiones alrededor de escritura y literatura, eros y tánatos, vocación y reconocimiento. De alguna forma, el libro está emparentado con una joyita de Carlos Calderón Fajardo, Playa Ballena, y provoca leerlos juntos.

7. Independientes. De Edmundo de los Ríos, precisamente, es posible hallar la inhallable Los juegos verdaderos, impresa por Surnumérica, en los stands de Estación la Cultura y Books & Co. Rulfo dijo de ella que por fin se había escrito una novela revolucionaria en América Latina, lo que no es poco elogio. Dos títulos de Animal de Invierno han despertado el interés de los lectores informados: Una calma aparente de Christian Solano y Constelación de Armando Bustamante Petit. El Fondo Editorial de la Asociación Peruano Japonesa presenta un conjunto de cuentos de Selenco Vega, El japonés Fukuhara, donde explora las relaciones familiares. En Estruendomudo sobresale la nueva entrega de Gabriela Wiener, Dicen de mí, así como La balada de Rocky Rontal de Daniel Alarcón, cuya presentación está anunciada para el último fin de semana de la FIL. La renacida Colmillo Blanco publica Fragmentos de una alabanza inconclusa de Eduardo Chirinos, mientras que Lancom presenta un volumen de crónicas de Eloy Jáuregui, Caza propia.

8. Cómic. Dos volúmenes son de lectura obligada: Por la noche de Eduardo Yaguas, uno de los dibujantes mejor dotados del medio, y Tómalo con calma de David Galliquio, quien prosigue su saga de Lito el Perro en la que quizá sea la mejor muestra de un cómic elaborado desde el humor local.

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