Sede de la Academia de Bellas Artes en París.
Sede de la Academia de Bellas Artes en París.

Por: Pedro Cornejo
La teoría de la ‘belleza’
como criterio estético empezó a gestarse en el siglo XVII con la influyente obra del italiano Bellori titulada “L’idea del pittore, dello scultore e dell’ architetto” de 1664, primer diseño filosófico de los criterios normativos del clasicismo moderno. Pero fue en Francia donde el canon quedó establecido cuando la denominación “bellas artes” adquirió sanción institucional. Ello ocurrió con la fundación de la Académie des Beaux-Arts (Academia de las Bellas Artes). Esta incluía a pintores, escultores, grabadores y compositores musicales. Al crearse, posteriormente, las Academias de Música y de Danza, el término bellas artes se circunscribió a las llamadas artes “figurativas” o “visuales”.

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En Inglaterra, el término correspondiente —fine arts— solo se impuso, bajo la influencia del clasicismo francés, en la segunda mitad del siglo XVIII. En Alemania, mientras tanto, la difundida enciclopedia de J. G. Sulzer, titulada Teoría general de las bellas artes (1771), se permitía la licencia de incluir a la poesía y la música entre estas. Sería recién a mediados de siglo XVIII que se fijó la síntesis de ‘arte’ y ‘belleza’, bajo cuyos auspicios nació la Estética como disciplina filosófica y cuya obra tutelar fue la Estética, de Baumgarten, publicada en 1750. Fue ahí donde se produjo la elaboración filosófica de las normas artísticas del clasicismo moderno, es decir, de las normas basadas en un supuesto ‘canon’ helénico de belleza.

En la actualidad varias escuelas siguen impartiendo clases de las técnicas clásicas.
En la actualidad varias escuelas siguen impartiendo clases de las técnicas clásicas.

El siglo XIX estuvo dominado por diversos estilos (Romanticismo, impresionismo, puntillismo, entre otros) que, en su conjunto, expresaron una reacción contra el clasicismo canonizado el siglo anterior. Como señala André Malraux: “Lo que buscaba el nuevo arte era la inversión de la relación entre el objeto y el cuadro. El fin es la transformación de las cosas en un universo plástico autónomo, coherente y particular. Pronto va a pintar Van Gogh. La anexión del mundo sucede a su representación”. De este modo, lo representado queda sometido a la voluntad inicial del artista. El arte occidental rompió con el canon y surgieron estilos tan distintos como artistas. En este proceso de permanente metamorfosis, ‘la belleza’ ha sido puesta en entredicho como criterio normativo. En semejante contexto, los museos impusieron al espectador una relación totalmente nueva con las obras de arte que dejaron de ser objetos funcionales, de veneración, de adorno o de posesión para transformarse en solo imágenes de cosas, diferentes de las cosas mismas y que no tienen otra función que ser ellas mismas.

La Escuela Nacional de Bellas Artes de nuestro país ha recibido su centenario de fundación apostando por nuevos caminos artísticos a través de una generación que ha sido bautizada como "La generación centenario"
La Escuela Nacional de Bellas Artes de nuestro país ha recibido su centenario de fundación apostando por nuevos caminos artísticos a través de una generación que ha sido bautizada como "La generación centenario"

En el siglo XX la reproducción técnica de la obra de arte puso a nuestra disposición la mayor parte de las obras maestras, descubrió una cantidad de pinturas secundarias, las artes arcaicas, las esculturas india, china y precolombina de las primeras épocas, una parte del arte bizantino, los frescos románicos y ciertas artes primitivas y populares. Desde entonces todas parecen pertenecer al mismo dominio. Miniaturas, frescos, vitrales, tapicerías, dibujos, estatuas, etc. perdieron así su ‘aura’, como diría Walter Benjamin, y se convirtieron en obras de arte. Ni más ni menos.

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