(Composición: El Comercio)
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Ariana Lira Delcore

Según el artículo 184 de la Constitución, el Jurado Nacional de Elecciones () declara la nulidad de un proceso electoral cuando los votos inválidos superan los dos tercios del número de votos emitidos. Por lo tanto, si el 66% de votos en las fueran nulos o blancos, los comicios serían anulados y se convocaría un nuevo proceso electoral.

Esta norma no se ha aplicado antes en una elección nacional, y diversos especialistas señalan que es difícil que esto ocurra en el 2020.

—¿Qué es el voto inválido?—

Se considera como inválido todo voto en blanco o nulo. José Tello, especialista en derecho electoral, explica que el voto inválido se genera de distintas maneras. El voto en blanco, dice, “es una expresión de la voluntad del elector”, que no tiene ninguna preferencia política y no realiza marcas en la cédula electoral.

En cambio, los votos nulos son aquellos en los que el elector –por error o a propósito– marca incorrectamente la cédula. El también experto en materia electoral José Manuel Villalobos añade otro motivo por el que se registran votos viciados: un alto índice corresponde a la anulación de actas por errores materiales cometidos por los miembros de mesa en el momento del conteo.

A lo largo de las últimas elecciones parlamentarias, el porcentaje de votos inválidos ha ido en aumento. En el 2011, este fue de 23%; en el 2016, la cifra subió a 35%.

Según la última encuesta de El Comercio-Ipsos, publicada el 15 de diciembre del 2019, el 34% de peruanos votaría en blanco o anularía su voto en las próximas elecciones.

La politóloga y exdirectora de proyectos de Ipsos María Alejandra Campos explica que esta cifra podría crecer en esta elección, pues experiencias pasadas han demostrado que los indecisos en las encuestas, muchas veces, invalidan su voto el día del proceso electoral. “En el 2016, por ejemplo, el 35% de los electores votó en blanco o vició su voto para elegir congresistas. Ese porcentaje era el mismo que sumaban en las encuestas los blancos, viciados e indecisos desde al menos tres meses antes de la elección”, afirmó.

—¿A quién beneficia el voto inválido?—

Los votos inválidos no se computan dentro del conteo total de votos. Villalobos explica que luego de que se resten del cómputo los votos inválidos, podría ocurrir que algunos partidos políticos que se encontraban por debajo del 5% de los votos emitidos logren superar la valla electoral y, por lo tanto, obtengan representantes en el .

“[El voto inválido] podría premiar a los partidos que están raspando la valla. Y también a los de más arriba, porque les podría dar mas escaños”, indicó.

Lo primero ocurrió en las elecciones congresales del 2011 en el caso del Apra. Luego de restarse los votos inválidos, el partido pasó de un 4,94% a 5,87%, lo que le permitió tener representación en el Congreso.

En las elecciones congresales del 2016, con el total de votos emitidos, Acción Popular alcanzaba un 4,68%. Tras descontarse los votos inválidos, logró alcanzar un 7,20% (ver infografía).

—Los distintos tipos de voto—

Voto en blanco: El votante no marca ninguna opción electoral y, por lo tanto, deja la cédula de votación en blanco.

Voto nulo: El elector, por error, marca incorrectamente la cédula o, a propósito, realiza dibujos o escritos que invalidan el voto. En ambos casos se considera que el elector ha viciado su voto.

Voto inválido: Es la sumatoria de los votos blancos y los votos nulos. Estos son descontados del conteo total de votos.

El voto nulo: entre el error y la protesta (Opinión)

Arturo Maldonado (Politólogo)

"Existe una falsa dicotomía entre saber si el voto nulo es un error involuntario o uno de protesta. En la realidad, ambas manifestaciones conviven. Más allá de saber cuál tiene un porcentaje más alto, es importante entender las consecuencias de cada uno.

Es sabido, por ejemplo, que los votos inválidos aumentan con la complejidad de la elección y de la propia cédula. Esto en detrimento de los ciudadanos menos educados o menos informados. Es decir, las personas con menor nivel educativo o con menos conocimiento político se suelen equivocar más y, por lo tanto, sus preferencias son anuladas, creándose un sesgo electoral en su contra.

De otro lado, el voto de protesta mediante la anulación intencional también importa. Sabemos por la literatura especializada que aquellos que por voluntad anulan su voto son los ciudadanos más descontentos con el accionar de los representantes y los más apáticos con la política.

Esta opción es, al parecer, una señal más preocupante para el sistema, pues son ciudadanos que expresan su insatisfacción dentro del sistema electoral, pero que podrían pronto expresarla de manera contenciosa en las calles".

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